La pobreza, la gran olvidada de la campaña

Cáritas de Andalucía denuncia que la pobreza y las políticas sociales apenas encuentran un sitio en el debate electoral

En numerosas ocasiones hemos apuntado con preocupación la escasez de reflexiones en el debate electoral -más allá de las consignas y de los lugares comunes- de los asuntos que realmente afectan a los ciudadanos. En esta línea, el presidente de Cáritas de Andalucía, Mariano Pérez de Ayala, se lamentó ayer de que problemas como las políticas sociales o la pobreza ocupen un lugar "absolutamente marginal" en las intervenciones de los candidatos.

La pobreza no es un problema exclusivo de Andalucía. Es más, paradójicamente, es algo muy habitual en las sociedades desarrolladas, sobre todo en los grandes núcleos urbanos, que no han sabido resolver todavía los graves problemas de desigualdad e inadaptación social que se generan en sus entornos. Sólo hay que viajar a Nueva York, París, o Barcelona para comprender de qué hablamos. Andalucía también sufre este azote. La pobreza, sin ser un problema alarmante, sí ha crecido notablemente en la comunidad durante la crisis y, en algunos entornos, ha llegado a cronificarse, lo que debería considerarse como un asunto de atención prioritaria en un Estado social y de derecho como el nuestro. Por eso, como señala Pérez de Ayala, no se entiende por qué los principales candidatos la ignoran en sus campañas. Un dato facilitado también ayer por el vicepresidente de Cáritas en Andalucía, Rafael López-Isidro, resulta especialmente preocupante: el 80% de los ciudadanos que nacen pobres continúan en esta condición el resto de sus existencias. Evidentemente, estamos ante un problema grave que afecta también a la igualdad de oportunidades y sobre el que habría que reflexionar muy seriamente.

En nuestra tierra, además, este obstáculo se ve agravado por la llegada de migrantes ilegales que no consiguen regularizar su presencia en Andalucía y, por lo tanto, viven al margen del sistema laboral y de cobertura social. Estamos hablando de una cuestión que, probablemente, crecerá considerablemente en los próximos tiempos, por lo que es hora de que se empiece a tomar las medidas necesarias para, al menos, amortiguarla.

Una sociedad que se respeta a sí misma no puede dar por perdida la lucha contra la pobreza, aunque ésta tenga muy difícil solución. Por lo pronto, los políticos deberían tenerla más en cuenta en sus reflexiones y propuestas, y los ciudadanos premiar a aquellos que, sin demagogia ni populismos, se la tomen en serio.

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