Un pulso que no se puede ganar

Seguirle el juego a Trump no parece muy prudente, dada la balanza comercial y el potencial deambas economías

El Gobierno de Pedro Sánchez ha visto la oportunidad de contraatacar a los aranceles que plantea EEUU a productos españoles tan estratégicos como el vino y el aceite, con el freno en la cooperación militar. Hasta ahora, las facilidades ofrecidas a la Administración estadounidense para ampliar el escudo antimisiles en la Base de Rota -sustituyendo los cuatro primeros destructores por buques más modernos- no han servido para mejorar las relaciones comerciales entre ambos países. Y ni siquiera cuando el Pentágono ha mostrado interés por desplegar en Rota hasta seis destructores, aumentando un 50% su fuerza naval y sumando otros 600 marineros más, se han acercado las posturas en el terreno arancelario. Pero mezclar defensa con aranceles no parece la mejor solución, a tenor de la posición de ventaja de la que disfruta EEUU en ambos casos. Por mucho que Donald Trump fuese el primero, nada más acceder a la Casa Blanca, en amenazar a los países que forman parte de la OTAN con que aumentaran su presupuesto de defensa hasta un mínimo del 2% de su PIB, si no querían pagarlo en las aduanas americanas con sus exportaciones, no parece muy prudente seguirle el juego en este terreno, dada la balanza comercial y el potencial de ambas economías.

El Gobierno español sabe que no puede ganar este pulso en ningún caso y tanto es así que, tras advertir al embajador norteamericano de que el castigo comercial podría afectar a la cooperación militar, esgrimiendo la falta de contraprestaciones pese a las facilidades dadas en Rota al escudo antimisiles, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, suavizó las informaciones periodísticas publicadas, aunque sin negarlas.

No parece lógico que dos administraciones mantengan excelentes relaciones en materia de defensa y que a la vez se desaten las hostilidades en el comercio. Pero el Ejecutivo español no puede pasar por alto que todos los días entran a trabajar en Base de Rota unas 11.000 personas, y que la Armada americana se deja en la zona 150 millones de euros al año. Un impacto económico en este terreno similar al que ejerce Gibraltar sobre La Línea. El propio vicepresidente andaluz, Juan Marín, salió al paso de este pulso para recordar que estos órdagos son estériles, y que una de las principales regiones dañadas es Andalucía, al afectar a sectores como la vid y el olivar. Todo ello después de una semana negra para el campo en la que se ha desatado la tormenta perfecta sobre los agricultores, que ya anuncian movilizaciones, hartos de producir a pérdidas. En su futuro habría que volcar los esfuerzos.

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