Unas semanas decisivas

Estos días van a ser fundamentales para evitar el colapso del sistema sanitario que, como advierten las voces científicas más autorizadas, podría ser terrible

No volveremos a insistir en los números. Ahí están, día a día, indicándonos que España, Andalucía y Europa viven los peores momentos desde que en marzo irrumpiese en nuestras vidas la pandemia del coronavirus. Aunque la mayoría de los científicos creían que la segunda oleada sería más suave que la primera, todo indica que estamos ante un recrudecimiento inesperado que ha sorprendido a los gobiernos del Viejo Continente, que en muchos casos no han hecho los deberes para preparar mejor a los sistemas sanitarios ante lo que ya está sucediendo. A la vista está también que el desconfinamiento y la llamada nueva normalidad han sido un completo fracaso, agravado en España por una gestión autonómica de la crisis -de la que el Gobierno central se ha desentendido hasta que ha sido tarde- que ha convertido las medidas anti-Covid en un mosaico ininteligible para la mayoría. Pero de esos temas tendremos que debatir más tarde, cuando la pandemia sea ya un triste pasado. Ahora mismo de lo que se trata es de que todos nos esforcemos para evitar que la actual oleada no vaya más. Lo dijo el pasado domingo en este periódico el prestigioso epidemiólogo andaluz Fernando Arenzana, director de la Fundación del Instituto Pasteur en Shanghái: "Si colapsa el sistema de salud, la mortalidad va a ser insoportable". Por lo tanto, hay que ser muy conscientes de que estas semanas van a ser decisivas para evitar ese colapso de nuestros hospitales y que se tenga que recurrir de nuevo al confinamiento general, cuyas desastrosas consecuencias económicas y personales ya todos conocemos. Una vez más, hay que hacer un llamamiento a la responsabilidad individual y colectiva. Mientras llega o no la tan ansiada vacuna, no se conocen otras armas para derrotar al virus que las medidas higiénicas y de separación social. Por desgracia, sólo había que dar un paseo durante este puente para comprender que este mensaje, pese a que se ha repetido hasta el hartazgo, no ha terminado de cuajar en algunos sectores de la población. No toda la responsabilidad es de los políticos.

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