La tensión por las viviendas turísticas

Las administraciones no pueden proseguir con el juego de pasarse unas a otras la responsabilidad del problema, mientras la marea sigue creciendo

Los siete millones de visitantes que las previsiones anuncian que recibirá la Costa del Sol este verano dejarán en la economía malagueña la importante cifra de 7.400 millones de euros, según las estimaciones de Turismo Costa del Sol. Pese a los temores iniciales de que el destino podría resentirse por el regreso de los viajeros a países competitivos como Egipto, Turquía y Túnez, de momento, la preocupación no se ha traducido en datos preocupantes sino todo lo contrario. Hay optimismo entre los principales actores del sector porque el mercado internacional mantiene su buen comportamiento de otras temporadas. El descenso de visitantes procedentes del Reino Unido, Italia o Rusia por ahora se compensa con los crecimientos de los procedentes de Francia, Dinamarca o Polonia. Aún así, lo que es evidente es que el litoral malagueño no puede continuar con una apuesta continuada por la cantidad, en la que se aprueba el examen si se superan las cifras del año anterior, sino por la calidad. La bonanza también ha llegado a las agencias de viaje que ven cómo han recuperado buena parte de su negocio, amenazado por la irrupción de las nuevas tecnologías y la eliminación de intermediarios entre el cliente y los alojamientos. Los hoteles continúan como principal referencia de la salud del sector y, en ese sentido, esperan también aumentar la ocupación de su oferta de camas hasta octubre en un 0,5% respecto a las mismas fechas de 2017. Pero el problema surge con lo que entienden como "competencia desleal" por parte de las viviendas de uso turístico, regladas y registradas por la Junta, respecto a la oferta de los apartamentos turísticos. El presidente de Aechos, la principal patronal hotelera de Málaga, Luis Callejón, va más allá y pronostica la paulatina desaparición de estos últimos en un fenómeno que, a medio plazo, también afectaría a los hoteles de categoría más baja. Por ello exige a las administraciones que no prosigan el juego de pasarse la responsabilidad de unas a otras en la necesaria regulación. Con más de 22.600 pisos, Málaga concentra el 60% de toda la oferta andaluza. Por lo que es evidente que la actuación en esta provincia es más urgente. Ponerle puertas al campo es muy difícil. El propio sector turístico también debe analizar cómo se adapta a las exigencias de los visitantes. Pero, a su vez, no se puede confiar en que la marea sea capaz de descender por sí sola. Los centros de ciudades, como el de Málaga capital, corren el riesgo de perder a todos sus residentes. Una realidad lo suficientemente seria como para afrontar la situación y buscar soluciones que permitan esta cohabitación.

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