Tribuna

FRANCISCO J. FERRARO

Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

Alarma económica por el coronavirus

El coronavirus puede provocar una contracción económica en el corto plazo, pero sus efectos son previsiblemente pasajeros y los recursos sociales suficientes para enfrentarse a ellos

Alarma económica por el coronavirus Alarma económica por el coronavirus

Alarma económica por el coronavirus / rosell

Hasta hace dos semanas los analistas económicos coincidían en que el año 2020 iba a transcurrir con una ligera tendencia a la desaceleración, e incluso algunos preveían una recuperación en Europa en la segunda mitad del año. Sin embargo, desde que la crisis del coronavirus se ha expandido fuera de China, la convulsión en los mercados financieros se ha intensificado, experimentando las bolsas occidentales caídas en torno al 12% en la última semana de febrero. Pero, dada la alta volatilidad de los mercados financieros y la posibilidad de recuperación en poco tiempo, lo más relevante son las tendencias de la "economía real"; esto es, del crecimiento del PIB y del empleo. Unas tendencias que vendrán condicionadas por el desenvolvimiento de la epidemia y por el comportamiento de empresas, ciudadanos e instituciones públicas.

En cuanto a la tendencia de la epidemia, si bien existen informaciones alentadoras como la disminución del ritmo de contagios y fallecimientos en China, la epidemia sigue extendiéndose, y las características que se van conociendo del virus Covid-19 no son muy halagüeñas, pues nos informan que la facilidad de contagio es superior a la de la gripe, que también es más elevada la mortalidad, y que no genera inmunidad. Por ello, el miedo y la preocupación se están generalizando. No obstante, el número de infectados en China es el 0,0058% de la población y los fallecidos por coronavirus el 0,18% de las muertes en los dos últimos meses. Por tanto, los riesgos de mortalidad por el coronavirus son muy bajos en términos relativo, máxime si se tiene en cuenta que se concentran en personas con otras patologías anteriores.

En cuanto a las tendencias económicas, la OCDE ha reducido su estimación de crecimiento mundial para 2020 entre 0,5 y 1,5 puntos del PIB, siendo China y los países más expuestos a su influencia los más afectados. Europa reduciría su crecimiento a tasas cercanas a cero en el escenario más pesimista. No obstante, espera que la actividad se recupere y que en 2021 el crecimiento supere las previsiones. No obstante, la preocupación va en aumento, por lo que la Reserva Federal de EEUU ha recortado medio punto los tipos de interés, y se esperan medidas de estímulo del BCE, además de los gobiernos y el G-7.

La preocupación económica internacional se concentra en los mercados financieros y en las actividades vinculadas a cadenas de suministros vinculadas con China. Para la economía española, si bien las exportaciones de algunos componentes industriales y las actividades dependientes de suministros chinos pueden sufrir un freno significativo, los principales problemas pueden venir del turismo internacional y de la demanda interna. Respecto al primero se están produciendo cancelaciones de reservas en hoteles y apartamentos turísticos, cuya entidad dependerá de la evolución de la epidemia tanto en España como en los países emisores, pero algún efecto restrictivo será inevitable en el corto plazo, afectando a la diversidad de actividades de las que se nutre el turismo (hostelería, restauración, transporte, comercio, agricultura, ocio). Y también es previsible una reducción de la demanda interna, más acusada en la inversión, pero también en el consumo de productos duraderos, y una gran variedad de servicios que no son de primera necesidad.

Estos comportamientos se mantendrán o intensificarán mientras que el miedo al contagio no disminuya, lo que previsiblemente no ocurrirá en las próximas semanas, por lo que la actividad económica puede reducirse este mes y posiblemente algún mes adicional del segundo trimestre, lo que llevará aparejado una ligera reducción del empleo, con su consecuente efecto limitador en el consumo. No obstante, ante estos pesimistas augurios hay que contraponer, por una parte, la previsión de su limitación en el tiempo, tanto por los controles sanitarios y terapéuticos como por la previsible menor virulencia con el ascenso de las temperaturas. Y, por otra parte, que este previsible deterioro económico coyuntural no afecta a la capacidad de producción, lo que permitirá un rebote de la actividad. En definitiva, si bien el coronavirus puede provocar una contracción económica en el corto plazo, sus efectos son previsiblemente pasajeros y los recursos sociales suficientes para enfrentarse a ellos.

En esta tesitura es importante que los comportamientos sociales sean acordes con el previsible bache económico y con su carácter temporal, lo que debe traducirse, por una parte, en que los sectores afectados no pretendan que el sector público compense toda la actividad o empleo cesante causados por la epidemia, entre otras razones por la limitada capacidad fiscal de respuesta de un país con un elevado nivel de endeudamiento y déficit público y, por otra, que la actuación política concentre sus recursos en la protección sanitaria y en la atención a las personas con mayor riesgo de exclusión.

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