Tribuna

Daniel Serrano Collantes

Médico

Coronavirus y gerontofobia

Las residencias de mayores han sido la punta del iceberg de una gestión nefasta. Sin material, sin poder salir para ser atendidos... el resultado ha sido miles de fallecimientos

Coronavirus y gerontofobia Coronavirus y gerontofobia

Coronavirus y gerontofobia / rosell

Lo que está sucediendo en esta pandemia me lleva a hacer algunas reflexiones sobre nuestro modelo de sociedad. El coronavirus está matando en una mayor proporción a nuestros ancianos. Así, sólo en las residencias de ancianos y según datos oficiales (no reales) del Ministerio de Sanidad, los fallecidos en residencias de ancianos son 17.653, la mayoría en Madrid,Cataluña, Castilla y León y Castilla-La Mancha, que equivaldrían al 67% de fallecidos. Pero la realidad es otra y ya nadie duda de que el número de fallecidos es mayor, que se oculta la cifra real. Las residencias de mayores han sido la punta del iceberg de una gestión nefasta y negligente. Sin material, sin poder salir para ser atendidos, con contagios múltiples, el resultado ha sido miles de fallecimientos, llegando a casos en los que en una sola residencia ha fallecido 50 personas.

En esta crisis sanitaria la gestión de las Unidades de Cuidados Intensivos ha resultado determinante. El hospital de Ifema fue una feliz solución en Madrid, pero también se podían haber encontrado más alternativas para la saturación de las UCI, como apoyarse en las Comunidades con menor número de infectados y haber trasladado los pacientes, como se ha hecho en Francia -un país unitario donde las regiones no tienen autonomía legislativa-, pero esta España de las autonomías ha creado la España de la insolidaridad, de mirarse al ombligo y mirar con recelo al vecino.

Durante el estado de alarma, la Vicepresidencia de Derechos Sociales y Agenda 2030, presidida por el Sr. Iglesias, asumió la coordinación con los Servicios Sociales de las regiones para la atención de las residencias geriátricas. ¿No les resulta paradójico que los que aprobaron una proposición de ley, con los socialistas, sobre la eutanasia tengan la responsabilidad de las residencias geriátricas? Realmente el Covid-19 está actuando como un eficaz ejecutor de ese "presunto derecho" al suicidio, la eutanasia, ese que primero se dice que es voluntario, que lo solicita quien quiere, que a nadie obliga, pero acaba por descartar a muchas personas, sin solicitarlo. Muestra de ello son países como Holanda o Bélgica donde hoy se practica la eutanasia a pacientes con perturbaciones depresivas grave, demencias o a bebés con espina bífida.

Nuestra sociedad occidental -explícita o implícitamente- valora las personas que producen y se rige por criterios únicamente economicista, de productividad, donde la dignidad de cada persona pueda depender de la autonomía absoluta, de la capacidad física o intelectual, de la edad, lo cual es una pendiente muy peligrosa. Cada vez se valora menos a los ancianos, ya que cada vez son vistos como personas improductivas, que sólo consumen recursos. Comienza a haber un cambio de mentalidad. Mi opinión, es que la línea que separa la indiferencia a los ancianos -que hoy se palpa en mayor o menor medida- de la acabar en el abismo, como la historia reciente ha gerontofobia es muy delgada. Desde hace ya tiempo, y antes de la crisis del coronavirus, son muchos los ancianos que me han manifestado -de diferentes maneras- en mi consulta que consideran su existencia una carga excesiva para los demás. A veces puede que no sea la realidad, pero es la percepción que podemos trasmitir con nuestras palabras, acciones y actitudes, cada uno de nosotros. Realmente se nos está inoculando, poco a poco, esa idea de la "carga" que suponen los mayores y esta pandemia ha podido contribuir aún más.

Hoy se plantea abiertamente en España que el coste que suponen nuestros mayores será cada vez más inasumible como sociedad, esa misma que cada año aborta, descarta a casi 100.000 niños, a 260 por día (desde que se aprobó la ley en 1985 han sido 2,1 millones). Pero esta es una realidad oculta, desconocida, tabú, socialmente aceptada por la inmensa mayoría de la sociedad y de los partidos. Una sociedad que permite -le puede parecer mal, pero es indiferente- el aborto tarde o temprano acaba admitiendo la eutanasia.

Espero que esta crisis nos sirva para que nuestras palabras, acciones y actitudes valoren más a cada persona, especialmente a los mayores, los discapacitados físicos o psíquicos, al no nacido; que sepamos rechazar contundentemente la cultura del descarte y la exclusión, sabiendo que cada vida importa y así conseguir que nadie se sienta una carga, sin olvidar que el valor de una sociedad se mide por la manera de tratar a los más indefensos y vulnerables.

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