Tribuna

Amparo rubiales

Doctora en Derecho

Feminismo 'blando'

Feminismo 'blando' Feminismo 'blando'

Feminismo 'blando'

En este extraño verano hemos tenido variados debates, el más importante, el de la exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos, que, sin duda, llega tarde, pero llega, que es lo que importa; así lo había pedido la mayoría del Congreso y así lo dijo, la Comisión de expertos para el futuro del Valle de los Caídos. Nos habría gustado que no hubiera existido nunca Franco ni tampoco el Valle. Su final ha llegado, pese a la fanfarria absurda de la que está siendo acompañado, pero la pesadilla de Franco allí dentro, al menos, terminará.

Otro de los culebrones ha sido "los lazos amarillos" de Cataluña, que nos traerán otro otoño caliente. Unos, poniéndolos, otros quitándolos, mientras se agreden. Me ha recordado a aquella "guerra de las banderas" que se producía en los veranos de Euskadi, sobre si se ponía o no la ikurriña o la bandera de España en los balcones de los Ayuntamientos, ¿recuerdan? Los nacionalismos patrios, incluido el español, nos han dado días de triste gloria.

Estos han sido debates estrella, pero junto a ellos, las mujeres han vuelto a ser noticia: la violencia machista nunca se toma vacaciones y han seguido asesinándolas: 29 en lo que va de año y 953 desde 2003, aunque, afortunadamente, el Pacto de Estado contra la violencia machista mejorara, ampliando las medidas de protección y asistencia a las víctimas y a los menores que la sufren, sin que se rompa, espero, el consenso, porque como ha dicho la vicepresidenta "la urgencia no tiene debate en esta materia".

El feminismo también ha sido noticia mediática a raíz de un artículo de Ana Botín, publicada en El País el 20 de agosto: Por qué me considero feminista y tú también deberías. Ya la habíamos oído declararse feminista y estamos contentas con que una mujer tan relevante, nada menos que banquera, así lo dijera. El feminismo ha sido siempre plural y diverso, no ha habido ningún movimiento social ni político tan plural y diverso como el feminista, con un único fin: la igualdad real entre mujeres y hombres.

El artículo de Ana Botín es un artículo de feminismo blando, que está bien, y ha gustado a mucha gente. Escribe: "Con frecuencia he escuchado al feminismo equiparase con el establecimiento de cuotas, algo que instintivamente no me parecía la repuesta adecuada. Porque puede ser injusto tanto para los hombres, como para las mujeres". ¿Y por qué tuvimos que pelear por establecer cuotas para poder tener ese poder que el patriarcado nos negaba? Pues porque esta es una estructura social que excluye a las mujeres del poder. No he sido tanto como ella, pero sí "importante" en un mundo, el universitario, en el que las mujeres éramos minoría, y peleé por las cuotas, contra viento y marea, porque sin ellas no íbamos a ninguna parte. Cuando el PSOE, en 1988, aprobó la cuota del 25% para incrementar la presencia de mujeres en las listas electorales, siempre dije que prefería ser "mujer cuota" a "mujer excepción", era más justo; luego vendría lo de tener poder, que costó aún más.

"Decir soy feminista es mucho más que romper el techo de cristal. Es demoler los cimientos del sistema patriarcal. Es conocer y, a fondo, la feminización de la pobreza, pero lejos de actos de caridad", escribe Ana Bernal-Triviño en un artículo sobre El feminismo de Ana Botín, que, junto al de Anita Botwin, El feminismo de la cúspide, critican lo que yo llamo feminismo blando. "Ser feminista -escribe- es mucho más que un eslogan que puedan apropiarse políticos y banqueros porque ahora es el discurso ganador". "En general, aplaudo que cualquiera se autodenomine feminista, porque lo contrario es una aberración y más siendo mujer. Aplaudiría mucho más si predicara con el ejemplo porque obras son amores y no buenas razones".

También están las que piensan "que el patriarcado es transversal a las ideologías" y creen que es posible un feminismo transformador capaz de acoger opciones políticas o ideologías diferentes. "¿Hasta donde podría llegar ese pluralismo? ¿Sería capaz de colarse en la próxima convención del PP que va a debatir la ideología de género?, se pregunta Cristina Monge en otro artículo denominado Malas feministas.

Aducen que el éxito del pasado 8 de marzo se debe a este feminismo blando que ha servido para incorporar a nuevas generaciones. No lo creo. El éxito está en la existencia de la brecha salarial, en el trabajo precario, en las dificultades de ser madres, en la violencia de género, en el acoso, en la prostitución y la trata. En cualquier caso, "bastante elevado es ya el grito del patriarcado como para darnos latigazos ente nosotras mismas" (Anita Botwin).

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