Enrique Gómez-Puig Gómez, Sj

Participación en la vida pública

La tribuna

El momento de votar (y decidir) adquiere todo su sentido y relevancia cuando es precedido por la reflexión informada y la conversación y deliberación previa

Participación en la vida pública
Participación en la vida pública / Rosell

03 de mayo 2023 - 01:31

En la escuela no sólo preparamos a los alumnos para tener una vida profesional activa. Esa es una función capital, pero no la única, desde luego. Otra faceta esencial es la que se refiere a los valores y a la dimensión ética de la persona, en la que tenemos la responsabilidad de reforzar, complementar y dar continuidad a la labor desarrollada por las familias. Y otra faceta final, de la que se habla menos, es la que se refiere a la preparación del ciudadano, es decir, es decir, a la formación del individuo para la dedicación y la participación en la vida pública, que en Grecia y Roma llegó a considerarse la educación principal que debían recibir los hombres libres y que, más tarde, los pensadores de la Ilustración la convirtieron en el ariete y el presupuesto fundamental para el avance de la democracia.

Haciendo examen de las diferentes formas de Gobierno, el padre de la separación de poderes y de otros tantos principios de inspiración liberal, el barón de Montesquieu aseveró en El Espíritu de las Leyes que, en la medida en que la democracia es un sistema de gobierno basado en la participación de todos en la toma de decisiones, es también el que mayor formación política demanda a los individuos. Es decir, el que mayor preparación exige a los individuos en su faceta de ciudadanos y, por tanto, en su relación con los poderes públicos, caracterizada, en democracia, por la ambivalencia de ser al mismo tiempo el objeto y el sujeto de la soberanía, es decir, súbditos y decisores, gobernados y electores de los gobernantes.

La formación en la escuela en esta faceta se ha asociado tradicionalmente a la introducción del sufragio en determinadas tomas de decisiones, en las que se les concede a los alumnos la oportunidad de votar y decidir según la opinión de la mayoría. Como suele decirse, las elecciones son la gran fiesta de la democracia y es importante acostumbrar a los alumnos a asumir y aceptar el sentido del voto mayoritario. Pero lo que se enseña menos, y es precisamente en lo que hicieron hincapié los pensadores que introdujeron el espíritu democrático en Europa y América, es que el momento de votar (y decidir) adquiere todo su sentido y relevancia cuando es precedido por la reflexión informada y la conversación y deliberación previa. Dicho de otra forma, si votar es la mejor manera de decidir, es porque entre todos se piensa mejor, porque las mejores decisiones para el interés general se alcanzan después de todos hayamos tenido la posibilidad de participar de un debate en el que se escuchen los diferentes puntos de vista sobre cada asunto.

Convencidos de que ese aprendizaje es fundamental y cada vez más necesario en nuestra democracia, en SAFA tratamos de fomentar la deliberación activa de nuestros alumnos y su participación en determinadas tomas de decisiones. Cada centro desarrolla sus propias estrategias para ello. Así por ejemplo, en nuestro centro de Montellano, los alumnos de cada clase se reúnen una vez al mes para debatir sobre los temas de interés común y de esos debates se derivan propuestas concretas para mejorar el funcionamiento del centro a todos los niveles: metodológico, logístico, etc. Así lo hacen desde el último curso de Primaria hasta el último de Secundaria. Pero la deliberación no se queda en el plano de los alumnos, sino que, a través de sus representantes (los delegados de cada clase) se eleva hasta la Dirección del centro. Y así, de forma también mensual, se celebra un reunión de todos los delegados de clase con el director, al que se le trasladan propuestas de todo tipo, que son examinadas, debatidas, evaluadas y, en la medida de lo posible, puestas en marcha, pero siempre tras un debate informado en el que los distintos argumentos son escuchados, rebatidos, matizados, confrontados y, en suma, expuestos a la deliberación pública, como principio esencial de la vida en democracia.

Enseñando a los alumnos a otorgarle importancia a la deliberación cuando son jóvenes, no sólo les enseñamos a dársela también cuando son mayores, sino que también les ayudamos a concedérsela al propio hecho de votar, como acto final que concluye la deliberación y dirime las posibles diferencias. Asimismo, con este tipo de iniciativas, les enseñamos también a participar en la vida pública con propuestas constructivas, a pensar colectivamente y solidariamente y a ocuparse en definitiva no solo de los temas que les preocupan individualmente a ellos sino que son importantes para todos sus compañeros.

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