Tribuna

Luis Humberto Clavería Gosalbez

Catedrático de Derecho

'Pin parental' y primitivismo cultural

Es evidente que los niños no son de sus padres, que tienen sobre ellos más potestades que derechos. Tampoco es de recibo que una señora diga que el feto es sólo parte de su cuerpo

'Pin parental' y primitivismo cultural 'Pin parental' y primitivismo cultural

'Pin parental' y primitivismo cultural / rosell

Las cosas del pasado vuelven, ese eterno retorno del que hablaba aquel genial loco germánico que murió, tras años de inconsciencia, antes de comenzar el siglo XX. Y para pasado, pasado de verdad, Vox. La idea de ese llamado pin parental implica un concepto de patria potestad y de educación que nos retrotrae a 1950. ¿Será posible que lo que dije en estas páginas en 2007, con ocasión de aquella pretendida asignatura que se llamaba Educación para la Ciudadanía, tenga que repetirse ahora?

Es evidente que es rechazable que un Estado o una autoridad pública impida rezar a los niños o hablar un determinado idioma. Y es evidente que unos padres que pretendan imbuir a sus hijos menores el odio a personas de otras razas o la superioridad de un sexo sobre otro o la grandeza de la violencia o el ateísmo obligatorio deben ser interceptados por el Estado, como si los inducen a las orgías o al consumo de heroína. Ahora bien, hay unos contenidos que deben ser comunicados a todos los niños y niñas españoles, contenidos sobre los que sociedad occidental concuerda y que se hallan insertos en nuestra Constitución. Esos contenidos deben enseñarse en la escuela, pública y privada, a todos sin excepción, no siendo admisible que un padre excluya a sus hijos de la recepción de esa información, pues ello les dañaría y los discriminaría. Es evidente que los niños no son de sus padres, que tienen sobre ellos más potestades que derechos, del mismo modo que no me parece de recibo que una señora diga que el feto es sólo parte de su cuerpo.

El niño y la niña, insisto en ésta, deben ser educados en esos valores. Si los padres son católicos o musulmanes, en sus casas, en sus colegios concertados o en sus templos recibirán mensajes según los cuales algunas de las conductas consideradas como lícitas en el plano jurídico estatal se les presentarán como prohibidas, pero es bueno y necesario que los menores puedan confrontar ambas visiones de la realidad, ejercitándose en la percepción de la diversidad de opiniones que opera en la sociedad. Con alguna matización, no deseo para ningún niño español la educación que yo recibí en los penosos años 50, al parecer tan añorados por algunos alucinantes políticos de hoy. Es más, es sano que un adolescente que estudie materias religiosas medite, a la luz del año 2020, textos como 1ª Corintios 11, 2-16, Efesios 5, 21-24, o 1ª Timoteo 2, 9-15, o el versículo 38 del sura 4º, lo que le inspirará para entender la evolución histórica de las ideas y de las creencias. Necesitamos niños críticos, lúcidos, que sepan juzgar, que no sean fácilmente manipulables. Hace poco leí que un alto porcentaje de estadounidenses interpreta literalmente los primeros capítulos del Génesis. Con gente así entiendes la victoria de Trump.

Pues claro que no debe valer ese llamado veto parental, aunque no estaría de más que los padres controlaran esas actividades complementarias, que podrían derivar en lo contrario de lo que es deseable: he oído decir en la radio, por ejemplo, que nunca se puede poner en duda la palabra de la mujer: ni el feminismo ni las autoridades religiosas ni las políticas están libres de decir tonterías ni barbaridades, abrumadoramente abundantes, algunas declaradas inmutables y cuya negación o cuyo cuestionamiento conducirían a la condenación eterna. El padre del pin desarma a su hijo. Después surgen majaderos que se radicalizan con el ordenador y se van a Siria a combatir o que pretenden liberar a Euskal Herria disparando tiros a la cabeza de un industrial. Uno de los problemas más graves del presente es el fanatismo, mecanismo que opera utilizando conceptos en principio positivos como fe o ideales, pero cuyo contenido o su modo de operar por parte de los divulgadores o predicadores consiste en tonterías violentamente impuestas y cuyo cuestionamiento constituye la más espantosa infracción moral. Ello explica el grado de postración de gran parte del mundo, necesitado de gente que diga: No estoy seguro de nada, esta es mi opinión provisional, estoy preparado para ser convencido por ti, pero seré muy riguroso en la crítica de lo que me propongas. No me humilla que me contradigas, me humillaría atacarte porque disientas de mí.

En el fondo, el problema es el tratamiento indebidamente peyorativo del error o del peligro de error. El error implica algo negativo, pero es un hecho necesario para el progreso, la ciencia avanza gracias a él. El proceso lógico comienza con la tesis, a la que se opone la antítesis, choque que se resuelve en la síntesis, cuya tesis encuentra su antítesis y así sucesivamente; quien yerra propone y quien propone contribuye a alcanzar la momentánea verdad, inevitablemente revisable. Y no se olvide que la posición del observador puede alterar la apariencia del objeto observado. Todo fluye y vive, incluso las piedras. Abrid la ventana y que los niños y también las niñas vean la calle.

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