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Doctora en Derecho

Plenamente libres

Me atrevo a decir que la pintora Ángeles Santos fue una víctima más del patriarcado, como tantas otras de las que intentaron escapar a sus seculares reglas

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Plenamente libres / rosell

Desde octubre de 2017 hasta finales de enero, ha habido, en el Museo Picasso de Málaga, una estupenda exposición titulada Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo, en la que se exhibía "el trabajo de un grupo de mujeres artistas que a partir de los años veinte del siglo pasado fueron partícipes, en mayor o menor grado, de un movimiento que históricamente ha sido asociado a los hombres: el surrealismo". 18 mujeres, luchadoras y rebeldes, infinitamente menos visibles que sus coetáneos pintores; desde Leonora Carrintong a Frida Khalo, pasando por Dora Maar, Maruja Mallo, Ángeles Santos o Remedios Varo por sólo citar a las que me son más cercanas. El Manifiesto Surrealista fue publicitado en París por André Bretón en 1924: "El papel oficial de la mujer en estos primeros pasos se limita a ser lo que ellos quieren: acompañante, modelo, inspiradora u objeto de deseo", escribe el director del Museo Picasso, José Lebrero, en el catálogo de la exposición, cuya adquisición recomiendo, porque contiene pequeñas biografías comentadas de estas mujeres admirables, muy desconocidas, pese a su grandeza artística.

La exposición fue comisariada por José Jiménez, catedrático de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Complutense de Madrid, que en el catálogo escribe: "No se trata de presentar a estas mujeres en una escena o espacio de vida y de trayectoria artística, diferente al de los varones, sino de una llamada de atención sobre la ignorancia o el poco alcance concedido a las mismas, a su trabajo, por las derivas de exclusión que durante décadas ha sido generada por una ideología o mentalidad patriarcal, por no decir machista". El patriarcado es siempre machista, añado yo, y por eso seguimos denunciando todo lo que significa para la vida de las mujeres.

De las 18 mujeres elegidas, sólo relataré, brevemente, algo sobre la pintora Ángeles Santos (1911-2013), a la que tuve el privilegio de conocer, siendo ya muy mayor, en el centro de formación feminista Carmen de Burgos de Baeza, que tan grandes servicios presta a la formación en igualdad de las mujeres andaluzas. Creado por el Instituto Andaluz de la Mujer, hace ya más de 20 años, cuando su directora era la inolvidable malagueña Carmen Olmedo.

Ángeles Santos, nacida en Portbou, cambió frecuentemente de residencia familiar; estudió en Sevilla interna en el Colegio de las Esclavas y más tarde se traslada a Valladolid, en donde recibió clases de pintura, exponiendo ya en esta ciudad a los 16 años; participa en el IX Salón de Otoño de Madrid en 1929, con 19 años y recibe grandes alabanzas por una pintura que es calificada "medio expresionista, medio surrealista". Con 20 años expone ya en París, y en 1936 figura como participante en el Pabellón español de la Bienal de Venecia.

Se traslada a vivir a Barcelona, en donde se casa con el pintor Emili Grau Sala, republicano ferviente que se exilia a Francia, y con el que no se reencuentra hasta los años sesenta. Tuvo un hijo ya sola en 1937 y dolorosas vicisitudes de índole depresiva; a partir de entonces "desaparece" esa Ángeles Santos rompedora y vanguardista. "Su pintura, cuando la reanuda, está en el polo opuesto de sus obras de juventud. Disfruta de retrospectivas y condecoraciones; vive 102 años aureolada con su paso meteórico por el firmamento de la vanguardia", se dice en el catálogo. Su condición de mujer, esposa y madre, se tragaron a una pintora prodigiosa, de la que sus cuadros más conocidos, Un Mundo, obra emblemática del surrealismo y Tertulia, con tres modernas mujeres, nada convencionales, están expuestos en el Museo Reina Sofía de Madrid. Ángeles Santos, años más tarde, vuelve a pintar retratos y paisajes amables, de un estilo muy alejado de sus cuadros iniciales. Me atrevo a decir que fue una víctima más del patriarcado, como tantas otras de las que intentaron escapar a sus seculares reglas.

El próximo 8 de marzo queremos una conmemoración cualitativamente diferente. Se ha dado, espero, un salto hacia delante de difícil retorno. "Sería una excelente noticia que el movimiento de reivindicación feminista MeToo siguiera en pie hasta que cambien conductas muy extendidas entre la población masculina, que suponen un abuso contra el principio democrático de la igualdad" (Soledad Gallego-Díaz). Vamos a centrarlo en la igualdad salarial y laboral, en reivindicar la corresponsabilidad en el cuidado y exigir el fin de los acosos sexuales que sufren las mujeres; violaciones, malos tratos y asesinatos machistas y vamos a gritar, con muchos hombres a nuestro lado, que "somos plenamente libres". Sin igualdad, no hay libertad.

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