Tribuna

Antonio Ramírez de Arellano

Diputado del PSOE-A en el Parlamento de Andalucía y portavoz de Hacienda, Industria y Energía

¿Vamos a Abilene?

Resulta poco explicable que Cs siga ahora con indisimulado entusiasmo la archiconocida estrategia del PP de endilgar los peores males a las "herencias recibidas"

¿Vamos a Abilene? ¿Vamos a Abilene?

¿Vamos a Abilene? / rosell

El economista Jerry B. Harvey, en su libro The Abilene Paradox and other Meditations on Management, definió con el nombre de Paradoja de Abilene un comportamiento gregario que se da en los consejos de administración de empresas. Por alguna razón, una organización, o cualquier colectivo, hace cosas que en realidad no le convienen, simplemente por la inercia de no cuestionar la lógica o la coherencia de las decisiones.

Harvey cuenta el caso de una familia que interrumpe una plácida tarde de verano en su casa en el campo de Texas para ir a cenar a Abilene, a más de 80 km, simplemente porque a uno de ellos le pareció una buena idea. Cada cual pensó que los otros tenían interés. Viaje caluroso y polvoriento. Mala cena. Volvieron agotados después de cuatro horas.

Son numerosos los ejemplos que podríamos citar de esta paradoja, tanto en la vida privada, como en las empresas y en la política. En Andalucía parece que la paradoja de Abilene es la que preside los pactos del tripartito que sostiene el Gobierno andaluz. Van a algún lugar juntos, no tienen muy claro por qué, y es altamente probable que vuelvan disgustados… y en sus manos está el futuro inmediato de los andaluces.

El partido Ciudadanos pactó la legislatura anterior con el PSOE de Andalucía. Estos cuatro años han sido fructíferos para Andalucía. Hemos liderado la creación de empleo en España y en toda la UE. Los datos de avances económicos pueden catalogarse como notables. El PIB y el tejido empresarial se ha recuperado a niveles previos a la crisis. Las exportaciones se han duplicado. Andalucía ha conseguido, por primera vez en su historia, superávit comercial. La Hacienda Pública de Andalucía está saneada. Se han cumplido los pactos de estabilidad fiscal. Obviamente, los avances no significan que no sigamos teniendo asuntos pendientes, y más tras durísimos sacrificios, con una lucha titánica por defender los servicios públicos. Los resultados del pacto PSOE-Cs ofrecen un buen balance.

Resulta por ello poco explicable que Cs siga ahora con indisimulado entusiasmo la archiconocida estrategia del PP de endilgar los peores males a las "herencias recibidas". Recuerden el año 2012. Se aplicó esta fórmula a los gobiernos de Zapatero. Mientras, Rajoy subió los impuestos, impuso la reforma laboral, nos puso al borde del colapso por su errónea gestión de la crisis bancaria y fue abroncado por la UE por unos Presupuestos que retrasó por mera conveniencia electoral (como ahora hace el Gobierno de Andalucía). Finalmente, apremiado por las autoridades europeas, terminó implementando recortes excesivos. El resultado: un millón de parados más en 2013, y empeoramiento de la situación general económica y social. Espantosa gestión.

También es llamativa la obstinación del PP y Cs por hacer su viaje lo más complicado posible, y de paso hacérnoslo más duro a todos los andaluces.

En el Consejo de Política Fiscal de julio de 2018 votaron en contra de la propuesta de ampliar en 2.400 millones de euros el margen de déficit de las comunidades autónomas, y luego la bloquearon en las Cortes. Se han opuesto también a los Presupuestos Generales del Estado 2019, precipitando las elecciones generales. El impacto sobre el Presupuesto andaluz será de varios cientos de millones de euros, que se verán incluso incrementados por la propuesta de bajar la fiscalidad de Sucesiones y Donaciones a grandes herencias. El consejero de Hacienda ya avanza que el Presupuesto 2019 no será bonito, sin que Cs rechiste.

¿Y, finalmente, a qué responden los vetos de conveniencia de Cs al PSOE? Parece que Rivera ha renunciado a que el suyo sea un partido ganador desde la centralidad y que opta, abandonando toda lógica, por intentar ser el líder de la derecha española. El intento parece vano. Y que para lograrlo un partido que se declara "liberal y constitucionalista" pacte con una ultraderecha antiliberal, con escasa adhesión a los principios de la Constitución española, es incomprensible. Y más lo es que se atreva a vetar a un partido como el PSOE, cuya hoja de servicios a favor de la democracia y de España tiene casi siglo y medio. En Andalucía se dio la carambola, y ahora se intenta en España. Sin embargo, el terreno de juego es muy distinto.

En definitiva, dos partidos, PP y Cs, enfrascados en un viaje a Abilene, con Vox sentado en el asiento de atrás llevando el mapa… Veremos.

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