Tribuna

alejandro serrato

Coordinador provincial de Podemos en Málaga

Los autonónomos son clases populares

Los autonónomos son clases populares Los autonónomos son clases populares

Los autonónomos son clases populares

La actual crisis sanitaria y económica ha vuelto a poner de relieve el concepto que tenemos de empresa, al menos los que vivimos en los pueblos de Andalucía donde la relación trabajador- empresa es totalmente diferente a la de las grandes zonas industriales. Para nosotros una empresa son los autónomos o pymes, pequeñas negocios familiares y personal por cuenta propia que regentan desde una ferretería, carnicería, restaurante, herrería, peluquería o una constructora con 10 trabajadores.

En la revolución industrial existían unos capitalistas con grandes sombreros y unos explotados en las fábricas, en las revueltas jornaleras de Andalucía existían dos figuras, un cacique y unos explotados jornaleros, que por cierto, aún siguen existiendo. Pero ahora en el año 2020, ni los trabajadores visten con gorra y chaquetones largos como en la revolución industrial, ni llevan zapatos rotos los jornaleros. Los caciques tampoco son los únicos que llevan camisa y caballo; los tiempos han cambiado, pero no la explotación del hombre por el hombre.

La realidad es otra, podemos hablar de desorganización y de falta de conciencia, pero nunca antes las clases trabajadoras habían tenido tanto poder en el mundo. Según la OIT, somos 3300 millones de empleados. Trabajadoras y trabadores asalariados, trabajadores por cuenta propia y trabajadoras que se organizan en cooperativas o en pymes. Todos guardan una relación común; la supervivencia en un mercado laboral gestado y moldeado por la patronal y los dos grandes sindicatos. Y estos, como buenos manijeros del capital, buscan la división de las clases populares, el enfrentamiento entre asalariados con autónomos o de pequeños empleadores con empleados. Quieren a las clases populares enfrentadas.

Mientras, inyectan millones de euros de liquidez a las grandes multinacionales y, con comisiones, se les conceden beneficios a la banca; mientras, tenemos que sufrir reformas laborales que firman la patronal y los grandes sindicatos. Esas reformas que en esta crisis económica les sirve al régimen para despedir y realizar ajustes a las clases populares en beneficio de los gestores del sistema capitalista. Un sistema que cambia sangre por petróleo, que tiene en campos de concentración a refugiados, que desmantelan la sanidad y ahora sale a aplaudir todos los días a las ocho de la tarde. Un sistema que arrebatan los sueños y las ilusiones a las clases trabajadoras. En estos momentos, dos mil multimillonarios tienen más riqueza que el 60% de la población mundial. No podemos permitir que salgamos peor de lo que entramos en este desconcierto económico.

Podemos teorizar, podemos animar a la revolución desde nuestras posiciones privilegiadas, pero la realidad es otra. La realidad es una lucha por la supervivencia, es la lucha por la vida, la lucha por pagar alquiler o hipoteca, luz y vestir a tus hijos, la de los de abajo contra los de arriba. Y es que el papel de los libros no lo aguanta todo. No podemos superar el capitalismo enriqueciendo el bolsillo de unos pocos, ni enfrentando a mi vecino con el del frente porque uno es autónomo y el otro, asalariado; porque la de la gestoría tiene contratado a un trabajador no puede ser nuestro enemiga, no vayamos a hacer la revolución y cuando miremos atrás no haya nadie. No vamos a emancipar a la sociedad enfrentando a las clases populares.

Los sesenta que más tienen poseen los mismo que tres mil millones de personas y, precisamente, no son Juan el del taller de mecánica, paco el del bar donde tomamos café, Isabel la de la empresa de pinturas, Nuria la del puesto en la plaza de abastos, Auxi la de la clínica veterinaria. El mercado ha empujado a miles de personas a labrarse un futuro. Nos venden el emprendimiento como una opción para alcanzar el bienestar, para que lo único que tengas en pocos meses sean deudas y presentamos personales, que se les une a las hipotecas que ya se tenían cuando eran asalariados.

Y en esta relación autónomo -empelado no podemos hablar tal cual de relación capital -trabajo. Evidentemente, una pyme o un autónomo te está comprando tu trabajo. Pero hay quien se enriquece con tu actividad o te explota y que cumple como buenos capitalistas; enriquecerse con esas cuatro horas que todos los trabajadores a diario les regalamos a los empresarios para su beneficio. Pero resulta que, a un autónomo y una pyme, el capital les está sacando horas para su beneficio, también los explotan laboralmente o no les deja horas para el trabajo intelectual, para desarrollar conceptos que puedan mejorar esa relación autónomo-empleado, una teoría que pongamos en práctica para ser capaz de generar juntos una sociedad libre y potenciarnos como individuos.

Y si no tenemos claros nuestros objetivos como políticos, sindicalistas o miembros de colectivos sociales y culturares, no vamos a ser capaces de descifrar quiénes son realmente nuestros enemigos, porque por mucho que se tambalean los cimientos del sistema capitalista con esta crisis, no estamos ante su fin. No caigamos en el error con nuestros malos diagnósticos y nos pase como a Marx. No confundamos los dolores de un parto con la agonía de la muerte.

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