Tribuna

José Rodríguez de la Borbolla

Ex presidente de la Junta de Andalucía

La hora de los otros españoles

La hora de los otros españoles La hora de los otros españoles

La hora de los otros españoles / rosell

España está en peligro!". Nos avisan algunas personas serenas y bien intencionadas, desde Barcelona y Madrid. Basados en la crisis del PP madrileño -más quemado que el palo de un churrero- y dado que los independentistas catalanes han generado un vacío de poder de difícil recomposición, nos advierten del peligro de declive de España entera e insinúan la conveniencia de un mejor entendimiento "político" entre Madrid y Cataluña, para salir de ese paso.

Es cierto que dos sociedades dinámicas están, hoy por hoy, carentes de dirección política. ¿Producirá eso una crisis de España? No tiene por qué ser así, si los demás españoles no quieren. Y, además, cada vez que se han entendido directamente Madrid y Barcelona nos ha ido mal a los demás. Me explico.

Para empezar, desde la Restauración y hasta las últimas etapas del franquismo, la vida de todos los españoles ha estado condicionada por la preeminencia de los intereses políticos y económicos del triángulo Madrid-Cataluña-País Vasco, apoyados subordinadamente por los políticos, entre otros, de Andalucía, Galicia, las dos Castillas y Extremadura. En esa tarea tuvieron un papel determinante personajes de las clases dirigentes de Cataluña, muchos de ellos de creencias carlistas, nacionalistas o catalanistas en sentido amplio, pero que no hicieron ascos a colaborar con quienes, entre otras cosas, habían liquidado la Generalitat. El resultado fue muy diferente para los distintos territorios: como sentenció Alfonso Carlos Comín, "las regiones ricas crecieron a costa de las regiones pobres".

Durante decenios y decenios, las clases dirigentes y los creadores de opinión de Madrid y Cataluña han estado encantados de entenderse entre ellos y de conseguir su propia preeminencia procurando beneficios especiales para sus respectivos territorios de caza. Así, por ejemplo, incluso a la sombra protectora del poder político franquista, crecieron, maduraron y se modernizaron unas sociedades más que otras. Así, cuando llegó la democracia, cuando se constituyó el Estado de las Autonomías y cuando entramos en Europa, Madrid, Cataluña y el País Vasco eran regiones desarrolladas mientras que los territorios del Centro y del Sur de España eran regiones atrasadas. Así, unos eran ya prácticamente "europeos", mientras que los otros éramos motivo de conmiseración y objetivo de medidas compensatorias.

Hoy, siguen existiendo diferencias cuantitativas entre los territorios de España, pero se han reducido las diferencias cualitativas. Para ello ha sido básico el Estado Autonómico: la condición de vida y los niveles de renta han mejorado en general; los poderes regionales han incrementado la prestación de servicios y se han homogeneizado las condiciones de cuidado y de atención en cultura, medio ambiente, sanidad, educación y protección social; y, sobre todo y ante todo, las distintas sociedades territoriales han crecido en vertebración y conciencia de sí mismas. En Andalucía, en Extremadura, en las Castillas, en Aragón… En toda la España anteriormente olvidada, el poder político autonómico ha actuado como vertebrador, dinamizador y regenerador de unas sociedades que antes eran difícilmente identificables como tales. Sociedades que ya tienen conciencia de sí, que persiguen su propio futuro y que no aceptarán discriminaciones ni vueltas atrás.

Acabo con cuatro brochazos: a) En Madrid, la crisis del poder regional tiene relativa importancia, porque allí está el Estado, que seguirá velando por la grandeza de su capital y por la competitividad de Madrid en el mundo. b) En Cataluña, el poder regional ha trabajado tanto y tan únicamente por sí mismo y por sus administradores cegados por el ansia de exclusividad, que ha degradado a una sociedad que, además y por un tiempo, se verá desprovista de dirección política solvente. c) En Cataluña, además, la sociedad está más rota que en los dos últimos siglos. d) Los otros españoles tienen ante sí una ocasión histórica de poner las cosas en su sitio y de romper con dinámicas supremacistas.

Los responsables de los gobiernos -nacional y territoriales- deberían seguir trabajando y avanzando, mientras otros se dedican a ver quién está más a la izquierda de quién; mientras otros ajustan protagonismos políticos partidarios; mientras otros se pelean por el centroderecha; y mientras se asienta el suflé catalán. Apruébense unos Presupuestos Generales, ciérrense pronto y seriamente los acuerdos sobre financiación, búsquense acuerdos de inversiones pensando en prioridades para España entera… Hágase política, pensando en los ciudadanos. La Junta de Andalucía y otros ya marchan en esa dirección.

A estas alturas de la Historia, afirmo, el futuro ya no se juega sólo en Madrid y Cataluña. La pelota está en el tejado de los otros españoles y de sus representantes. Hay que jugar el partido, porque puede ganarse.

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