Tribuna

Félix de Moya

Investigador principal y fundador de SCImago

La segunda vida de Gorbachov

Tras su abandono de la política activa en Rusia, Gorbachov se aproximó a los movimientos ambientalistas y fundó en 1993 la Cruz Verde Internacional

La segunda vida de Gorbachov La segunda vida de Gorbachov

La segunda vida de Gorbachov / rosell

Yo estaba emocionado. Iba a conocer a quien era para muchos de los miembros de mi generación, y desde luego para mí también, un auténtico héroe. Había sido capaz de realizar la proeza de desmantelar la caduca URSS desde dentro, siendo secretario general del PCUS. Con sus decisiones aperturistas acabó de facto con la Guerra Fría y sentó las bases de la inminente caída del ignominioso muro de Berlín. A pesar de todo, como se ha venido recordando con motivo de su fallecimiento, gran parte de la sociedad rusa terminó haciéndolo responsable del período de crisis que se abatió sobre Rusia tras su desmembramiento. Los viejos líderes rusos parecían preferir una Rusia temible en el concierto global. Eso dura aún hoy.

La que quizá es menos conocida es la segunda vida de Gorbachov. Fue en esa segunda vida cuando tuvo lugar mi encuentro con él. Tras su abandono de la política activa en Rusia, Gorbachov se aproximó a los movimientos ambientalistas y con motivo del éxito de la llamada Cumbre de la Tierra de 1992, organizada por la ONU en Rio de Janeiro, fundó en 1993 la Cruz Verde Internacional, organización a la que pertenecen hoy 30 países y de la que fue su primer presidente. A comienzos de este siglo y ya con el Premio Nobel de la Paz en su haber fue invitado a dar la conferencia inaugural del curso en la emblemática Universidad Earth con sede en Costa Rica. El marco no podía ser más apropiado. Esta Universidad forma ingenieros agrónomos, sobre todo de países en desarrollo, con una clara vocación de sostenibilidad en contextos biodiversos. Es un proyecto de gestión privada financiado por el Gobierno de Costa Rica, la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional y la Fundación Kellogg. Está situada en un paraje tropical idílico, a medio camino entre San José y la costa atlántica. En medio de ese escenario, Gorbachov, rodeado de estudiantes emocionados, después de reiterar sus mensajes en torno a la necesidad de transitar hacia modelos económicos sostenibles, se hizo la foto de familia correspondiente cogido de las manos de los estudiantes más devotos.

Esta segunda vida de Gorbachov no ha tenido tanto impacto mediático como la primera. A pesar de que son bien conocidos los casos de políticos que tras la necesaria epifanía se han convertido a la "verdadera fe ecologista", el caso del antiguo líder soviético es particularmente llamativo. La URSS nunca fue conocida como cuna de líderes ecologistas. Al menos, no desde la perspectiva occidental. Seguramente, en Occidente somos más proclives a condescender con las verdades incómodas de Al Gore (otro Premio Nobel de la Paz) que a aceptar cualquier clase de liderazgo ecologista procedente de la cuna de Chernobil. A pesar de lo cual, quien fue reconocido por la Fundación Nobel por contribuir a mejorar las relaciones Este/Oeste se reinventó después en el ecologismo. Su capacidad para identificar y afrontar los grandes problemas de la humanidad desde una perspectiva global, incluso a pesar de su propio futuro político, le llevó a alejarse primero de la concepción hipernacionalista de la política rusa, acercándose después a la solución de problemas de carácter más transversal. Este acercamiento al globalismo le hizo pagar una enorme factura reputacional en su país de origen. En realidad, en esta segunda vida Gorbachov ya no era, si es que lo fue alguna vez, un líder ruso tratando de sostener a toda costa el carácter de potencia mundial de la Rusia postsoviética opuesta a occidente. Como consecuencia de esta evolución tan singular, la lógica del aumento de su prestigio fuera de su país, particularmente en occidente, al tiempo que se desplomaba en Rusia su reputación, estaba servida. A fin de cuentas, en su segunda vida Gorbachov ya era ciudadano del mundo. Se había convertido en un referente para la generación de políticos que hoy juegan al globalismo en todo el mundo, como si la solución de los problemas locales que tienen que afrontar viniera de la mano de las exiguas contribuciones que realizan en el frente global. Gorbachov se liberó de la necesidad de liderar un gigante trufado de ineficiencia con pretensiones de equidad, pero en el proceso perdió el respaldo de la sociedad rusa que seguía soñando con una Rusia grande y fuerte a cualquier precio. En su segunda vida demostró qué significaban para él los grandes problemas de la humanidad más allá del cortoplacismo local de las políticas nacionales. Hoy, en medio del florecimiento del MAGA (Make America Great Again), su figura se agiganta a pesar de que sean movimientos como éste los que ganan elecciones.

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