En estos tiempos en los que la tranquilidad se ha convertido en objeto de deseo. En los que el ritmo se ha ralentizado y el tiempo no tiene tanta prisa como tenía hace solo unos meses, la naturaleza se ha erigido como la reina de los vacaciones. Del viaje en familia o en solitario. De quienes buscan un poco de descanso y de paz al margen de tanta mala noticia que parece acosar al mundo desde marzo. Poco hay más pacífico que la contemplación. Observar un paisaje, asombrarse, fotografiarlo… Y nada mejor para hacerlo que visitar algunos de los miradores que pueblan la geografía andaluza. No es mal cambio: los balcones de los aplausos a las ocho por los diversos y espectaculares balcones naturales de Andalucía. Mejor será asomarse y comprobarlo.
Mirador del Puente Nuevo (Ronda, Málaga)
Posiblemente es uno de los paisajes más destacados y reconocibles de la provincia malagueña. Hay que desafiar los miedos propios antes de asomarse, eso sí, porque la vista del Tajo de Ronda desde arriba es imponente. Hay miradores en la Plaza de España o en la calle de Ernest Hemingway, en la parte nueva de la ciudad.
En el centro de la tacita de plata se alza la Torre Tavira, un edificio singular desde cuya máxima altura (está a 45 metros por encima del nivel del mar) puede contemplarse prácticamente toda la ciudad, que reluce esplendorosa con buen tiempo. La Torre alberga además una curiosa cámara oscura desde la que se puede observar el ir y venir en las calles de la ciudad.
Las puestas de sol desde el cabezo del Conquero en la capital onubense son de esas que hay que fotografiar mil veces. La vista de las marismas del Odiel desde lo más alto de la ciudad, los reflejos del sol en el agua, el malva del cielo con el ocaso… Merece la pena visitar Huelva siempre, pero si solo se tuviera media hora hay que ir allí a la caída del sol.
Mirador del Salto del Cabrero (Sierra de Grazalema, Cádiz)
Una de las rutas más populares de la Sierra gaditana de Grazalema. Se trata de una preciosa estructura de una falla de paredes verticales de 80 metros de altura entre las que se sitúa una garganta de 50 metros de ancho. Si espectacular es la panorámica, más espectacular aún es contemplar el vuelo del buitre leonado si hay suerte.
Posiblemente es el más conocido de Granada. El Mirador de San Nicolás ofrece una visión directa de la Alhambra. Se trata de un lugar privilegiado desde donde se puede ver “la puesta de sol más hermosa del mundo”, como dijo Bill Clinton en su famosa visita a la ciudad. Se encuentra situado en el barrio del Albaicín.
Situado entre la localidad que le da nombre, Zuheros, y el Cerro de los Murciélagos, este balcón natural no deja a nadie indiferente por su belleza y también por su vertiginosidad. Las irregularidades del terreno producidas por la interacción del agua y el tiempo se atestiguan en el Cañón del río Bailón, que se sitúa a los pies del mirador. Una espectacular formación geológica producto de la lenta y continua erosión del agua.
Mirador del Arrecife de las Sirenas (Cabo de Gata, Almería)
Si los paisajes de Cabo de Gata son admirables desde la misma orilla, desde lo alto son para quedarse con la boca abierta. No apto para quien sufre vértigo, salvo que no mire, este mirador sorprende desde que se inicia el camino, especialmente al final (o al principio, si de desciende), cuando ya es posible hacerse una idea de lo que espera arriba. Una vez arriba, el arrecife y las vistas harán que haya merecido la pena el ascenso.
Mirador de Castilleja de la Cuesta (Sevilla)
Este es un balcón urbanita, eso sí, pero digno de visitar. En lo alto del Aljarafe, desde el mirador de Castilleja de la Cuesta se divisa toda la ciudad de Sevilla: la Giralda, la Catedral, la Torre de Oro, el Río Guadalquivir, sus puentes y las siluetas de sus barrios más reconocibles.
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