Reapertura de fronteras entre España y Portugal

Reapertura de fronteras: escapadas a cinco pueblos con encanto de Portugal

Alcoutim y Sanlúcar de Guadiana, frente a frente.

Alcoutim y Sanlúcar de Guadiana, frente a frente.

Han pasado tres meses y medio desde que España y Portugal decidieran vivir, por primera vez en mucho tiempo, el uno a espaldas del otro. El cierre de las fronteras con el país vecino se produjo en plena crisis por el coronavirus y ambos territorios han permanecido así aún después de las respectivas desescaladas del confinamiento, bastante más suave, eso sí, en el país luso.

Con la llegada de julio los dos estados vuelven a abrazarse, y con ello vuelve la posibilidad de visitarse mutuamente. Portugal ofrece, prácticamente a la vuelta de la esquina, un sinfín de posibilidades para escaparse, muy especialmente en su lado más cercano a la frontera con Huelva, y por ende de Andalucía, donde las regiones del Alentejo y, especialmente, el Algarve, vuelven a abrirse con su habitual hospitalidad, sus fascinantes paisajes y su exquisita gastronomía. Son muchos los destinos posibles a este lado de Portugal, pero pueden quedar muy dignamente representados por estos cinco pueblos con encanto.

Playas e historia

Nada más cruzar la frontera desde Ayamonte, Castro Marim recoge toda la esencia del territorio algarvío. Su carismático castillo abre la puerta sur de España y Portugal, ofreciendo a la imaginación del visitante la mejor perspectiva acerca de su esplendoroso pasado medieval. El castillo de Castro Marim, que puede visitarse todos los días de forma gratuita, compite en belleza y valor como mirador con la colina de Revelim, un de los muchos fuertes defensivos que pueblan el Algarve y que ofrece una vista espectacular del Guadiana, sus salinas y su desembocadura al Atlántico en Ayamonte. En la colina de Revelim se encuentra el Centro de Interpretación del Territorio, la capilla de Santo Antonio y la Casa do Sal, que alberga la oficina de Turismo de la localidad. Su nombre no es anecdótico. Castro Marim posee una tradición salinera milenaria y su sal es codiciada por los mejores chefs del mundo. Una de sus salinas, además, ha terminado por convertirse en una atracción turística en sí misma: en el spa salino Água Mãe puedes relajarte flotando sobre el agua.

La localidad comparte con la cercana Vila Real de Santo Antonio la reserva natural del Sapal, en donde se pueden contemplar especies de aves y hacer senderismo en pleno estuario del Guadiana. Precisamente Vila Real es la siguiente parada de esta ruta de destinos. Nada más llegar al paseo de la ría y observar Ayamonte frente a frente con esta pequeña población ya merece la pena, pero si nos adentramos en sus calles empedradas (con sus populares tiendas de textil) la cosa mejora. La singular plaza Marqués de Pombal (quien reconstruyó el centro histórico tras el devastador terremoto de Lisboa de 1755) es un excelente ejemplo de la arquitectura de la zona. Pero, sin duda, lo mejor de Vila Real son sus playas: Monte Gordo, Santo Antonio, Praia Verde, Manta Rota, Lota y Canela Velha, sin olvidar la desconocida playa de Três Pauzinhos, a la que se accede desde el inmenso espigón de la localidad.

Prácticamente en cualquier pueblo del Algarve, de toda Portugal, puede comerse muy bien y a buen precio, pero hoy será en Tavira. La localidad es una de las de mayor encanto de la región, tanto por sus calles empedradas y su curiosa arquitectura de azulejos y colorines como por su popular puente de siete arcos sobre el río Gilão, que parte la ciudad en dos y que ofrece una estampa de película en cualquier paseo nocturno. En pleno Parque Natural da Ria Formosa, para conocer del todo Tavira hay que ir de forma obligada a su isla, una playa salvaje que forma parte del propio parque y a la que mejor llegar en barco. Para comer, que en esto estábamos, lo mejor es irse la zona del río, en la zona de la Rua dos Cais y el Mercado da Ribeira, donde muchos restaurantes ofrecen la tradicional cataplana. Si el pescado es su plato favorito, el restaurante Vela 2 ofrece ‘tarifa plana’: un buffet de pescados y cefalópodos a la brasa con el que satisfacer la peor de las gulas.

Algarve interior

Si lo que prefiere es alejarse del mundanal ruido y hacer un poco de turismo interior, el país vecino también tiene sus opciones, igualmente cerca de la frontera. En el propio Concelho de Castro Marim, Foz de Odeleite es un pequeño pueblo a camino entre el Algarve y el Alentejo, rodeado de gran belleza natural, bañado por el arroyo Odeleite que desemboca en el río Guadiana. Lejos de las playas, la localidad ofrece tradición, belleza, patrimonio y tranquilidad, además de un embalse en el que practicar actividades al aire libre, deportes náuticos y paseos en barco. Odeleite se ha ganado una merecida fama culinaria gracias a sus quesos de cabra, que hay que probar obligatoriamente.

Alcoutim es otro de esos pueblos de interior con un encanto especial. Se trata de una población sencilla y pequeña, situada justo enfrente del municipio onubense de Sanlúcar de Guadiana, ambos separados por un río que para estos dos pueblos es más un punto de unión que de distancia. Además de sus espectaculares vistas al río, la localidad tiene Pego Fundo, una playa fluvial con todos los servicios en la que darse un buen baño si aprieta el calor, y una arquitectura típica de calles tortuosas y estrechas, adoquines y casas blancas con puertas y ventanas de colores azul o amarillo. Desde el castillo las vistas son increíbles, y si lo que apetece es volverse un rato a España, decenas de pequeñas embarcaciones cruzan a cada rato el río de un lado a otro.

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