Personajes con sabor

Juan A. Medina: Arquitecto de tradiciones

  • A él le debemos edificios tan nuestros como la Comisaría de Policía o la Peña Juan Breva

  • Nos habla de su vida durante el almuerzo en el restaurante Trillo

De derecha a izquierda, Dioni Prieto, Nono Medina,  Antonio Herrera y Juan Luis Pinto.

De derecha a izquierda, Dioni Prieto, Nono Medina, Antonio Herrera y Juan Luis Pinto. / Paco Menjivar

Verde y morá, verde y morá,

es la bandera malagueña

verde y morá

y la llevo to los años

con mi hermandad….

(Letra de la bandera malagueña de la hermandad del Rocío de Málaga)

Juan Antonio Medina, Nono Medina para muchos malagueños, es un Personaje con sabor con mayúsculas. Muchas de las tradiciones y fiestas populares que hoy disfrutamos y conservamos en esencia, se deben a este hombre que, con un grupo de activos ciudadanos, impulsaron en unos casos y reactivaron en otros, tradiciones que estaban adormecidas.

Para disfrute de todos nosotros. Hoy vamos a conocer más a fondo a este arquitecto que ha dejado ya su huella en nuestra ciudad con edificios como la Comisaria de Policía, oficinas centrales de la constructora Sando, edificios en la Universidad, Peña Juan Breva, al margen de otras muchas construcciones civiles. Un constructor material e inmaterial de todo lo malagueño.

El restaurante: Restaurante El Trillo

En un lugar de encuentro habitual de nuestro invitado, el restaurante El Trillo de la céntrica calle Juan Díaz, esquina a calle Larios, realizamos nuestra crónica. Ante la ausencia de su propietario Pepe Porras por encontrarse de viaje, fuimos recibidos por Dioni Prieto, su flamante responsable de comunicación y eventos, quien nos dejaría en las profesionales manos del metre Antonio Herrera para disfrutar de la experiencia gastronómica que nos tenían preparada. Al frente de fogones Miguel Ángel Santiago. Un total de seis personas en cocina y 12 para salones y terraza componen el equipo profesional de este reconocido restaurante donde predomina la cocina mediterránea. Más de 25 años llevando la calidad, el servicio y la excelencia a sus clientes.

El invitado: Juan Antonio Medina, Nono Medina

Juan Antonio Medina durante el almuerzo. Juan Antonio Medina durante el almuerzo.

Juan Antonio Medina durante el almuerzo. / Paco Menjivar

Nono Medina es un hombre singular donde los haya. Incansable para conseguir todo lo que se propone en la vida, si hubiese de ser calificado de alguna manera podría ser el de “infatigable activista social”.

¿Cómo llega Nono Medina a ser un referente en nuestra ciudad? [Risas] No sé si soy un referente, pero mirando atrás me tengo que acordar de mi padre. Yo tenía claro que quería ser arquitecto, pero eso, para una familia corriente y siendo mi padre delineante, era un objetivo que parecía imposible. Mi padre trabajó día y noche para ayudarme a conseguirlo”. Pero se demostró que no era imposible. “Claro. Tengo que decir que era un joven al que le encantaba la música, teníamos un grupo que llegó a ser relativamente famoso “Los Mercury”. Llegamos a tocar en el antiguo hotel Miramar. Mi padre me dijo que o música o trabajo. Y me dediqué un poco a todo [risas]. Pero no fue tan fácil. Había que echarle dos narices para trabajar y estudiar con dos hijos ya en el mundo.” Y por fin cumplió su sueño y fue arquitecto.

¿Cómo ve la arquitectura hoy en día? “La arquitectura no va con el ritmo de la sociedad. La mayoría de las veces el tema económico hace que la arquitectura no vaya como debe o pretende. Hay que proyectar otro tipo de viales, hay que plantear las plazas para unirlas a los espacios urbanos y no para facilitar el tráfico como ocurre en muchas ocasiones. Málaga sigue siendo una ciudad muy lineal. A veces es muy difícil adaptar la ciudad a la época.” ¿La arquitectura deber ser entonces funcional antes que bella? “El arquitecto debe tener una cierta sensibilidad, y la arquitectura no tiene que ser de una forma u otra: lo bello debe ser además simple y funcional. Moneo, por ejemplo, aplica una arquitectura muy funcional”.

¿Ha construido algo con esas características? “La comisaría de Policía es un edificio muy funcional y muy simétrico. Ese edificio podría ser perfectamente un hospital o incluso un edificio universitario. Estoy orgulloso de ese trabajo. Ha sido y es referencia para otras comisarías de España. Consulté y conversé mucho con las personas que luego iban a trabajar allí. Esa comunicación fue muy importante para mi trabajo”. Y sin embargo hay muchas obras mastodónticas. “Hoy en día muchos arquitectos acaban en manos de los ingenieros porque pretenden construir otra cosa. Mira, el arquitecto copia muchas veces, pero si copia bien no pasa nada”.

¿De qué trabajo se encuentra más satisfecho? “[Silencio] Sin duda de mis instalaciones, las oficinas de mi empresa en el Limonar [Nono se emociona]. Después de mucha lucha, los Medina llegamos el Limonar. Compré la sede del consulado alemán. Respeté la fachada y demolí todo lo demás. Desde joven quería ir allí, era una especie de espina que tenía clavada. Lo triste es que mi padre no pudiese llegar a verlo”. Tiene usted fama de ser una persona muy cercana y humilde. “ La humildad no se hace, con ella se nace. Cinco horas durante muchos días en la cola del petróleo, o comer gachas te hacen apreciar la vida y saber dónde caminas. Prefiero por ejemplo un plato de cuchara que el mejor pescado o la mejor carne. Claro que he conseguido un importante estatus, pero siempre con los pies en el suelo.”

Hablando de otra cosa, realmente es usted más conocida si cabe por su gran influencia en determinadas tradiciones malagueñas. “Bueno, dentro de mis inquietudes, los años que viví en Sevilla y, como no, su feria, y el Rocío, me despertó la necesidad de hacer lo mismo en Málaga. Yo me decía que por qué ellos sí y nosotros no. Entonces creé un grupo de amigos, que no era ni peña ni nada, solo un grupo de amigos: La Pringa. Todos disfrutábamos del ocio con dignidad, pero antes habíamos fundado la hermandad del Rocío. En esa misma época, junto con Rafael Acejo y un grupo de treinta personas, creamos la Fundación del Carnaval.

Debo decir que para todo eso fue indispensable el gran apoyo que tuvimos de los medios de comunicación. Era la época de la transición y solo se hablaba de política, pensé que la gente tenía que divertirse y Málaga apostar por temas sociales de ocio”. Tengo entendido que impulsasteis la romería a la Victoria, más tarde vendría la Feria del centro, y hasta la bandera que hoy conocemos. “Busqué caballista por caballista y le presenté el proyecto al Ayuntamiento. Así nace la primera romería a la Victoria. Nos apoyó muchísima gente. Fue todo un éxito. Entonces, una vez finalizada la romería, nos concentrábamos en la plaza de la Constitución a tomar unos vinos y cantar, y, ahí, junto a comerciantes como Rafael Prado de Café Central y otros de la zona, comienza el embrión de la feria del centro.

La hicimos entre muchos. Nosotros, La Pringa, rescatamos la bandera verde y mora y hasta hicimos la letra de la copla”. ¿Y cómo ve la feria del centro de hoy? “Ya no la disfruto. Se ha convertido en una locura, ya no es manejable. Es impracticable. El ocio se ha malinterpretado. No solo en la feria. Recuerdo aquella época de los botellones, menos mal que ya no existe. Nunca entendí aquella permisividad. El ruido hace que la ciudad se desvirtúe, es algo muy complejo”. Y con estas interesantes reflexiones pasamos a la comida.

La comida

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos.

Rápidamente se puso Miguel Ángel Santiago y su equipo a preparar su recorrido gastronómico, y tras servirnos unas copas de Excellens blanco de Rueda, selección de bodegas Lara, el amigo Antonio Herrera nos presentó un plato especialidad de la casa: carpaccio de bacalao con un lecho de tomate y rucula realmente bueno. A este plato le siguieron unos manojitos de boquerones vitorianos con ensalada de pimientos asados que hicieron las delicias de nuestro invitado.

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos.

Nosotros continuamos con nuestra conversación. ¿A veces la política y la arquitectura no van todo lo acorde que deberían? “Muchas veces los políticos quieren saber más que los arquitectos y les puede el deseo de dejar su huella”. ¿Qué le gustaría haber construido? “Me gustaría haber construido una gran residencia o un hospital. He hecho muchos centros de salud y tres edificios importantes en la universidad, pero un gran hospital me hubiese gustado mucho”. Es usted una persona muy sociable, ¿cómo llevaría la soledad? “[Silencio] La soledad debe ser algo muy duro. En realidad cuando uno empieza a ser mayor se retira un tanto de sus amigos, es normal. Yo solo salgo con mi mujer. Muchas veces intentan agasajarme y me llaman, pero ya no es lo mismo. La edad tiene eso, pero la vida se acaba y hay que aprovecharla”. Del mismo modo que había que aprovechar y disfrutar del gazpachuelo tradicional con rape, rosada, almejas y gambas. Extraordinario. Y después de tan suculento plato y el descorche de una botella de tinto Habla del Silencio, nos fue servido un entrecot de angus con foi flambeado y brócoli.

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos.

Para finalizar una tarta de queso con sopa de chocolate, realmente buena. Nuestro agradecimiento a todo el equipo de Trillo por sus atenciones. Para finalizar le pregunté a Nono Medina por qué cambiaría si estuviese en su mano. “[Silencio] Si pudiese me cambiaría a mí mismo [risas]. Hay que avanzar más hacia la humildad y la felicidad. En los corralones la gente se quiere en conjunto, son una familia. Hoy dices buenas tardes a un desconocido y no te responde. Eso cambiaría”. Y con estas sencillas palabras como lo es en esencia Nono Medina nos despedimos después de más de dos horas de intensa conversación. Hasta siempre y muchas gracias por apostar una y otra vez por nuestra ciudad.

Los vinos

Blanco: Excellens Rueda D.O.R Rueda. Vino fresco, amplio y profundo con excelentes notas frutales. Muy agradable.

Tinto: Habla del silencio Magnífico vino de las extremeñas bodegas Habla. Es un vino goloso, fresco y carnoso a la vez, con abundantes notas frutales y bombón de licor de cerezas.

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