Personajes con sabor

José Carlos Robles de la Cruz: el pintor sin disfraz, la saga continúa

  • Heredero del arte de su padre, Robles Muñoz 1949-2007, porta la antorcha de la escuela Robles

  • El encuentro, en el Ambigú de la Coracha

Pedro Aguado, Alejandro Domínguez,  José Carlos Robles y Juan Luis Pinto.

Pedro Aguado, Alejandro Domínguez, José Carlos Robles y Juan Luis Pinto. / Paco Menjivar

Olor a sal, sonido de olas, crepúsculos y amaneceres salados…todo ello desprenden las marinas de José Carlos Robles, un joven pintor llamado a ser – ya lo es en el marinismo realista – un referente de la pintura contemporánea española. Malagueño de espuma y sal, marengo de barca de lienzo y pinceles por remos que le ayudan a navegar por mares pintados, como se pinta el aire o el olor del salitre: desde la imaginación más profunda para no dejar escapar el menor detalle. Nuestro invitado de hoy. Si quieren ver una muestra de su obra están de suerte, estará en la sala Benedito hasta el día 20 de este mes. No se la pierdan.

El restaurante: Ambigú de la Coracha

Ambigú de la Coracha. Ambigú de la Coracha.

Ambigú de la Coracha. / Paco Menjivar

Y que mejor marco para realizar este encuentro que un restaurante incrustado en un marco único, en un trozo de paisaje, en un cuadro imaginario de pintura realista – como la de nuestro invitado de hoy– de nuestra ciudad: la Coracha. Les hablo del Ambigú de la Coracha, un local gestionado por la empresaria Alejandra Pérez – Alejandra Catering-, y que cuenta con un equipo de primer nivel y reconocido prestigio como son su chef Alejandro Domínguez y como jefe de sala y sumiller Pedro Aguado, todo un veterano y experto en su trabajo.

Cuatro personas en cocina y seis para sala y terraza atienden las excelencias gastronómicas y el servicio de este singular espacio con unas vistas que deleitan los sentidos. Del goce gastronómico ya se encargan en el Ambigú de la Coracha. Lamentablemente no pudo estar presente en tan especial encuentro Alejandra, pero nos dejó preparada una muestra gastronómica para no olvidar. Después se lo cuento.

El invitado: José Carlos Robles de la Cruz

José Carlos Robles de la Cruz. José Carlos Robles de la Cruz.

José Carlos Robles de la Cruz. / Paco Menjivar

Directamente desde la galería Benedito de nuestra ciudad llegaba José Carlos Robles a nuestro encuentro donde, como decía al principio de esta crónica, expone parte de su obra. Inmediatamente entramos en materia. ¿Cómo definirías tu obra? ”Soy un pintor marinista realista. Tengo claras influencias de la escuela de mi padre. Me encantaría parecerme a él”. Ante mi mirada interrogante continuó “Mi padre creó una gran escuela, fue un grandísimo pintor. Es mi ídolo. En Málaga hay muchos pintores que han salido de su escuela. Me llena de orgullo ver que hay pintores que crean estilo con la influencia de la pintura de mi padre”.

Está clara esa influencia pero ¿por qué la marina como centro de tu pintura? “Bueno, debo decir que comencé pintando bodegones y retratos. Fue mucho más tarde cuando decidí pintar marinas, tal y como hacía mi padre en su última etapa. Y ¿por qué? Pues porque el mar me inspira, me relaja, me abre la mente, me hace sentir bien. El mar es mi amigo”. Pues entonces has nacido en el lugar idóneo. “(Risas) Por supuesto”.

“Málaga es tan alegre, tan bonita, su luz, todo te envuelve. Imagina todo lo que me ha dado nacer aquí.” Sin embargo la mayoría de artistas, no solo pintores, se tienen que ir a Madrid o Barcelona, por poner dos ejemplos, para hacerse visibles, para poder triunfar. “(Silencio). No me hubiera importado vivir en Madrid durante algunos años, pero en Málaga hago mi trabajo perfectamente.

No ha sido necesario que me marche para hacerme visible. Mi estilo me lo permite y yo no cambio Málaga por nada. Para mi pintura es imprescindible vivir en Málaga. Es un privilegio pasear por la playa, ver el mar, estudiarlo, y luego poder plasmarlo”. Volviendo a tu trabajo con las marinas, ¿es una casualidad o en tus cuadros sobre el mar no se ven personas y apenas objetos por algún motivo? “En las marinas me gusta que se vea el mar. Solo el agua ha de ser el protagonista. No quiero que nada distraiga el objeto de mi pintura”. ¿Siempre vas a pintar esa temática?

“No descarto cambiar en el futuro, pero hoy por hoy me centro en las marinas. No tengo demasiado tiempo para investigar. Continuar evolucionando en técnica y perspectivas de mis trabajos es mi actual objetivo”. ¿Cuántas horas empleas en tu trabajo? “Una media de diez a doce horas diarias. Trabajo en mi estudio en El Cónsul. Luego llego a casa y desconecto. Dejo descansar mi mente. En eso no me parezco a mi padre, él era pintor las 24 horas del día”. ¿Es difícil llegar a ser conocido y mucho más reconocido?

“(Silencio) Para dedicarte al arte, no solo a pintar, hay que ser muy valiente. Soy un pintor joven, pero me siento conocido y reconocido, no solo en Málaga, si no también fuera de nuestra ciudad. Me he manejado muy bien en las galerías. El oficio de pintor es muy difícil hasta que logras entrar en el circuito de las galerías. Además, lo de conocerme me da igual, no pretendo que conozcan mi persona sino mi obra”. Interesantes palabras de José Carlos Robles que muestra una extraordinaria madurez como artista y como persona a sus 35 años.

¿Y dónde te sientes especialmente reconocido fuera de nuestra ciudad? “En Madrid, donde he expuesto en numerosas ocasiones. En Miami, donde expuse en el año 2015 y fue un gran éxito. Ahora voy a retirarme un tiempo para preparar una exposición y regresar de nuevo allí”. A los pintores se les reconoce por su estilo de vida, por su imagen. “No es mi caso. Soy una persona normal, no soy excéntrico. Es cierto que hay gente que me dice que no parezco un pintor, no lo entiendo.

No me gusta el disfraz de pintor, el estereotipo de bohemio, de ropas singulares incluso de carácter especial. No creo en nada de eso”. ¿Ser pintor no es nada fácil? “Dependerá de cada uno, lo que si te puedo decir es que es una profesión muy sacrificada y que te tiene que gustar mucho, los comienzos son muy duros”. Dicen que tenéis que pintar mucho por “amor al arte” para poder haceros de un nombre y una posición social. “(Silencio) Puede ser. Conozco a colegas que pintan mucho gratis. En Málaga hay muchos y grandes pintores. Es todo muy difícil”.

Pero al arte está por encima de todo. “El arte está para emocionar. Si una obra te deja indiferente no es buena. Lo peor para un artista es la indiferencia en su trabajo. De ahí surge la mediocridad. Es lo peor. Al final todo se reduce al gusto de cada uno”. ¿Somos amantes del arte en nuestra ciudad? “En Málaga hay muy buenas colecciones privadas. Habría que animar a la gente joven a comprar pintura. La pintura, en contra de lo que puedan pensar, no es inaccesible. Las hay para muchos bolsillos”.

¿Queda algo de aquel chico que con dieciséis años decidió dedicarse a pintar? “(Risas) Bueno, realmente solo queda la ilusión, esa está intacta. Ya he evolucionado. De hecho me acuerdo de mi primer cuadro porque está en el salón de la casa de mi madre. Eran unas manzanas. Me parece horroroso (risas)”. No quería detener tan interesante conversación y continuamos durante la comida.

La comida

Uno de los platos. Uno de los platos.

Uno de los platos.

Como decía antes, Alejandra nos tenía preparado un recorrido gastronómico de la mano de su chef Alejandro Domínguez, de los de no olvidar. Tras el descorche de una botella de rosado Tombú por parte de Pedro Aguado, nos fue servida una ensaladilla rusa de la casa, con langostinos y una ensalada de burrata con pesto rojo y jamón ibérico. Dos platos marca de la casa de verdadero éxito.

Mientras disfrutábamos de la comida continuamos con nuestra conversación. ¿Qué habrías sido de no dedicarte a la pintura? “(Silencio) Mi padre no hubiese querido que fuese pintor, al igual que le ocurrió a él con el suyo. Prefería que la pintura fuese solo un hobby. Yo desde pequeño he querido ser pintor. No hubiese querido nunca ser otra cosa. Hay momentos complicados, por ejemplo, hay veces que me he obsesionado con una pintura y al final la he tenido que dejar y llegar a romper el cuadro. No todo es un camino de rosas”.

Otro de los platos. Otro de los platos.

Otro de los platos.

A continuación Pedro nos sorprendió con unos mejillones al vapor con salsa curry y unas gyozas de langostino con salsa thai y alga wacame. No pueden dejar de probar estos sabrosos platos de la factoría Ambigú. Para maridar estos y el siguiente plato, pluma ibérica con puré de patatas y tomates cherry, nos fue descorchada una botella de Jaros, selección de bodegas Lara. Y le pregunté por qué no pintaría nunca. “(Silencio) Nunca pintaría determinado tipo de personas, y por supuesto algo que no me gustase. Ya puedo decidir lo que pinto. Soy libre, algo imprescindible para poder ser artista”.

¿Con que pintor te gustaría poder compartir un rato de charla? “Con Velázquez. Me gustaría haberlo conocido. Es el gran maestro. Él y mi padre son mis ídolos”. Y para cerrar la comida, nos fue servido, en esta ocasión personalmente por Alejandro Domínguez, un mousse de yogur y mango acompañado por una copa de moscatel en grano. Un postre estrella de la casa que sorprende por sus sabores y textura. Desde aquí quiero felicitar a Alejandra Pérez por la magnífica muestra de su gastronomía más personalizada y agradecer a todo el equipo de Ambigú la Coracha las atenciones que tuvieron con nosotros.

El postre. El postre.

El postre.

Cuando quieran disfrutar de una excelente gastronomía en un marco incomparable tienen una cita ineludible en el Ambigú de la Coracha. Y para cerrar nuestro encuentro, y como suelo hacer en estas ocasiones, le pedí a José Carlos que enviase un mensaje a todas las personas que aman la pintura y están intentando abrirse paso. “(Silencio) Les animo a que hagan lo que más le guste. Que luchen hasta donde puedan. Quizás se ganen o no la vida con su arte, pero si no es así, que sigan pintando siempre”.

Mientras José Carlos enviaba este mensaje me daba sensación que le estaba hablando a aquel joven de dieciséis años que por encima de cualquier otra cosa quería dedicar la vida a trasladar a los lienzos todo aquello que su imaginación le dictara, un mar azul y mediterráneo o el más sencillo de los objetos cotidianos. Todo es belleza en sus pinceles. Hasta siempre.

Los vinos

Los vinos. Los vinos.

Los vinos.

Rosado: Tombú

Magnifico vino rosado de la D.O Castilla-León. Un vino aromático, con la intensidad de las frutas rojas, equilibrado, untuoso y fresco. Muy recomendable.

Tinto: Jaros

Magnifico vino de la D.O. Ribera del Duero. Un vino complejo e intenso a la vez que equilibrado y bien estructurado. Su punto exacto de acidez y su final largo le hacen uno de los grandes.

Bodegas Lara Bodegas Lara

Bodegas Lara

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