Francisco González era hasta el pasado jueves cargo de confianza del Partido Andalucista en el Ayuntamiento de Ronda. Estaba asignado al delegado municipal de Fiestas, Vicente Becerra, y cobraba por ello. Pero desde hace dos días ha dejado de desempeñar estas funciones al ser destituido. Lo curioso de esta historia es que a pesar de su destitución, este ex personal de confianza ha decidido seguir trabajando con el citado edil de forma gratuita el resto del mandato.

Tan sorprendente determinación fue comunicada por el propio González cuando tuvo conocimiento de su cese. La dirección de su partido optó por prescindir de sus servicios, a pesar del posicionamiento contrario del que hasta ahora era su jefe directo. Según fuentes municipales consultadas, el responsable de Fiestas consideraba necesario contar con el apoyo de esta persona y defendió el buen trabajo que, a su juicio, venía realizando desde el inicio del mandato municipal. Primero lo hizo con dedicación exclusiva; después, con media dedicación.

Ya fuera del Ayuntamiento, ante el apoyo decidido de su jefe político, González ha tomado la decisión de no abandonarle y continuar prestando su colaboración en la organización de los eventos festivos de la ciudad de forma altruista, como respuesta a esa defensa y lealtad que considera que ha tenido el responsable político del área de Fiestas. "No voy a dejar a Vicente tirado, tengo un compromiso moral con él", afirmó. Precisamente, aseguró que el ejemplo de este concejal, un histórico del PA rondeño, y que únicamente cobra la asignación establecida por ser edil, es el que le ha llevado a seguir colaborando con su delegación. "Vicente se lo merece", insistió rotundo, al tiempo que destacó su valía política y personal. "Antes era mi jefe y ahora trabajaré gustosamente para ayudar a mi amigo", apostilló.

En cuanto a los motivos de su salida, asegura no haber recibido una explicación directa, aunque cree que su apoyo al anterior secretario general del PA, Daniel Harillo, que se marchó por discrepancias con la actual portavoz, Isabel Barriga, le pudo pasar factura.