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La pequeña ladrona de los 1.000 euros de la caja

  • Una supuesta familia, con una menor de no más de 10 años, consigue robar en una tienda de muebles de Ronda

Los propietarios y empleados de la empresa rondeña Muebles Rojas todavía no salen de su asombro ante el robo que sufrieron la pasada semana, cuando una aparentemente normal familia de tres miembros se hacía con un botín de más de 1.000 euros de la tienda sin que nada hiciera sospechar de que los clientes eran en realidad hábiles ladronas.

Las tres protagonistas del robo, una mujer de unos 50 años, su supuesta hija de unos 30 y una menor de no más de 10 años, llegaron hasta las instalaciones preguntando por unos muebles y dormitorios, logrando de este modo captar la atención de los dependientes que en ningún caso vieron señas que les hicieran desconfiar. Con su primer objetivo logrado, el segundo, identificar dónde se encontraba la caja de cambio del comercio, estaba fácil, para lo que utilizaron como pretexto la compra de un cuadro cuyo valor apenas alcanzaba los veinte euros, utilizando para el pago un billete de cien euros que obligaba a la persona que les atendía a recurrir a buscar dinero de la caja de seguridad para dar el correspondiente cambio y así dejar de vigilar la zona del mostrador.

En este tiempo, una supuesta hija llegó a dar una dirección de su domicilio, un nombre para realizar una supuesta medición de unos muebles y un teléfono de contacto, que posteriormente se ha podido comprobar que resultaron ser falsos. De este modo, lograron convencer a los dependientes de que su interés por realizar una compra que supuestamente era real.

A partir de ese momento comenzó la tercera fase del robo, según relató el responsable de la empresa, Antonio Rojas, y que consistió en lograr alejar a los dos dependientes de las proximidades del lugar donde se guardaba el dinero de la recaudación, lo que fue aprovechado por la pequeña para sustraer de la oficina los más de 1.000 euros que se habían recaudado en la jornada, aunque la llegada de unos clientes habituales desbarató parte de un plan que, a priori, marchaba sin problemas y parecía perfecto.

Tras ser avisados de que una niña había estado hurgando en los cajones y que se había guardado algo, los empleados salieron a buscar a las supuestas clientas, a las que consiguieron interceptar, entablando un forcejeo en el que lograron recuperar parte del botín que había sustraído la menor.

Tras una pequeña persecución por los alrededores de la tienda, las mujeres lograron llegar hasta el punto donde les esperaba un hombre con un vehículo, el cual llegó a agredir a uno de los empleados, por lo que desistieron en el intento de recuperar el resto del dinero.

Durante el relato de los hechos, el propietario del conocido establecimiento de venta de muebles ahora consigue hilar algunos detalles que le resultaron raros, pero a los que tampoco dio mayor importancia en aquel momento, como la extraña dirección que le daba la clienta, "que no me sonaba, pero al final terminé por pedirle un teléfono de contacto para localizarla, lo que me facilitó de forma inmediata".

Además, también contaba como la supuesta madre examinó con todo lujo de detalle uno de los muebles de la exposición, hasta el punto de mirar si le entraban sus "cacharritos", lo que tenía como objetivo mantener alejado al dependiente de la zona de caja.

Pero lo que más atónitas dejó a las víctimas del suceso fue que fuera la pequeña la autora material del hurto ya que pocos eran los que pensaban que una niña de poco más de 10 años, "que apenas llegaba al mostrador con su altura", era el arma secreta que escondían las ladronas y a la que "ninguno le echamos cuentas. ¿Quién se podía pensar que podía robar el dinero?", indicaba Antonio Rojas.

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