Salud y Bienestar

Cocinar los alimentos fue clave en el desarrollo del cerebro humano

  • El catedrático y divulgador Jorge Laborda considera que la dieta cruda no es más "natural" para nuestra especie

El cocinado de los alimentos es un comportamiento único de la especie humana y, según el divulgador científico Jorge Laborda, tiene mucho que ver con su evolución y su desarrollo cerebral. Así lo puso de manifiesto el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Castilla-La Mancha en el seminario Cerebro y Alimentación, celebrado en la Real Academia Nacional de Farmacia y organizado por el Instituto Tomás Pascual y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh).

Esa particularidad, apuntó, surge de un "cambio de dieta" -de la frugívora basada en frutos y hojas, a la carnívora- "y de algo más: el fuego", que contribuiría a modular la propia evolución humana, tanto biológica como fisiológica o social.

Laborda repasó el desarrollo cerebral de las especies, revisó hipótesis como las del "cerebro social" y el "órgano costoso", y analizó otras relacionadas con los cambios de dieta. Hasta llegar a los trabajos del antropólogo Richard Wrangham, de la Universidad de Harvard, convencido de que "el fuego distingue al ser humano del resto de los animales " y de que "la cocina nos convirtió en humanos".

La primera evidencia fósil de alimentos asados data de hace 1,9 millones de años, remachó Laborda, que citó varios experimentos para desmentir que la dieta cruda sea natural para los seres humanos; al contrario, dijo, ya están "adaptados a la dieta cocinada". Entre las ventajas de esta señaló que los alimentos se digieren mejor (el 95% del almidón cocinado es digerido en el intestino delgado, pero solo el 50% si es crudo) y su rendimiento energético es mayor. Esta ventaja energética, subrayó Laborda, permite "alimentar a más hijos" y transmitir "más genes, y más variantes, a las siguientes generaciones", lo que ofrece una gran "oportunidad evolutiva".

Al final, todo ello iría desembocando en múltiples cambios: mayor inteligencia, diferencias fisiológicas, más fertilidad femenina, pérdida de pelo corporal, mayor longevidad, cambios sociales que incluyen el inicio de la unidad familiar y roles de género, y un "aumento de la cercanía entre individuos" que favorece un "aumento del carácter tolerante".

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