Salud sin fronteras

josé Martínez Olmos

Difteria y vacunas

ESTA semana hemos conocido la noticia de la aparición de un caso de difteria en España; el primero desde 1987. Cuando escribo estas líneas tengo la esperanza de que la atención sanitaria que está recibiendo el niño afectado permita su completo restablecimiento.

Desconozco las circunstancias que han condicionado esta situación en la que al parecer el niño no habría sido vacunado por voluntad de sus padres. Por eso, no voy a opinar del caso concreto para no ofrecer ninguna valoración o juicio equivocado.

Lo que si se puede hacer al hilo de una situación como esta, es reflexionar sobre los asuntos que afectan a las coberturas vacúnales en nuestro país.

A raíz de la pandemia de la Gripe A de 2009, se intensificó un debate que ya existía impulsado por algunos grupos sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas y sobre la conveniencia de su aplicación. Los asuntos que rodearon el proceso de actuación en esta pandemia y la trascendencia en la opinión pública mundial terminaron generando una situación en la que los grupos que abogan por no vacunar han ganado espacio. Junto a ello, la excesiva cercanía de la cúpula de alguna o algunas organizaciones profesionales a los planteamientos de alguna o algunas compañías farmacéuticas fabricantes de alguna o algunas vacunas, ha generado en el ámbito profesional un debate, una confrontación y una polémica, que también está condicionando la opinión a favor y en contra de las vacunas que, al trascender a la ciudadanía , condiciona la posición de muchos padres y madres sobre este asunto.

Todo ello nos debe levar a extremar el rigor en las políticas de salud pública que se desarrollan bajo la responsabilidad de la autoridad sanitaria que es finalmente quien tiene la obligación de velar por la salud pública y de responder sobre el acierto de sus decisiones.

En ese sentido, siempre he discrepado de la decisión de cúpulas profesionales que recomiendan un calendario vacunal diferente al oficial porque confunde a la ciudadania y porque junto a otros factores, contribuye (al no clarificar el posible conflicto de interés) a generar descrédito a las decisiones oficiales de los autoridades.

Este caso de difteria nos debe obligar a una reflexión profunda y a una revisión de algunos aspectos vinculados a las políticas preventivas basadas en la promoción de las vacunas, ya que muestran espacios para la mejora de las coberturas.

Hagamos esa reflexión en beneficio de la salud de la población. Todos estamos concernidos: médicos, enfermeros, sociedades científicas y organizaciones profesionales, fabricantes de vacunas, padres y madres y, como no, autoridades sanitarias.

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