Salud y Bienestar

Liberar la medicina

  • Dos médicos de familia tratan la medicalización excesiva de la sociedad desde el estamento sanitario en el libro 'La expropiación de la salud'.

Juan Gérvas y Mercedes Pérez - Fernández aman su profesión pero pocos son más críticos con la medicina que ellos, que la han ejercido durante décadas y en contacto muy directo con los pacientes -en un pueblo de las afueras y un barrio de Madrid, respectivamente-.

Así, no se andan por las ramas al titular su segundo libro La expropiación de la salud, proceso por el cual "los médicos y el sistema sanitario han ido arrebatando a los ciudadanos el derecho a decir por sí mismos sobre los que les atañe más que a nadie: la salud, el cuerpo, la forma de vivir la enfermedad o la forma de entender en qué consiste la salud".

Cargado de autocrítica a su profesión, la obra incluye casos de individuos diagnosticados y medicados como enfermos sin estarlo. Pero ojo, ninguno de los dos piensa que toda la medicina que se practica es así.

"El libro es un canto a la medicina que ofrece cálida calidad científica, la que tantos médicos practican. Pretendemos contribuir a una profesionalidad que ve al médico comprometido con la sociedad y ofrece cuidados necesarios a quienes los precisan", comenta Pérez-Fernández. Pero esto no evita la crítica. Su marido y coautor, Gérvas, lo deja también muy claro: "Los médicos cuentan todavía con la confianza de la población pero son ellos los agentes necesarios para lograr la medicalización de la sociedad a través de la expropiación de la salud".

Pero ¿cómo consiguen el efecto contrario al que teóricamente busca la medicina? Para los autores del libro, gran parte de la culpa es de la medicalización. Gérvas y Fernández - Pérez denuncian que se "droga a los niños con anfetaminas (por ser demasiado activos) y a los ancianos con antidepresivos (sin tener depresión)".

La obsesión por los parámetros, números y cifras, así como la excesiva confianza en las pruebas de diagnóstico por imagen son otros de los grandes males de la medicina moderna. Así, por ejemplo, los autores abordan el caso de un hombre sano, de 45 años, que acude a una clínica privada a hacerse un chequeo y, tras serle detectada una mancha "probablemente benigna" en el hígado, es sometido a una biopsia que se complica y, entre otras cosas le "condena" a no beber nada de alcohol durante el resto de su vida. "La radiología conlleva un daño que se acumula a lo largo de los años, y conviene evitar el abuso e impedir una medicina sin límites que está irradiando a la población sin necesidad", escriben los médicos en su libro.

Aunque crítico con sus propios compañeros de profesión, el libro también responsabiliza a los pacientes en parte de la situación. El no aceptar situaciones normales que se pretenden medicalizar, el buscar explicación a cualquier síntoma, aunque pueda no tenerlo y, en definitiva, vivir según "una dicotomía biológica entre salud y enfermedad", son actitudes propias de la sociedad actual que no propician el bienestar.

"Los médicos tiene el poder de definir la enfermedad y también la salud. Así, por ejemplo, pueden transformar el simple desánimo vital en una etiqueta diagnóstica, depresión, que lleva al tratamiento con antidepresivos", apuntan en uno de los primeros capítulos del libro.

Los galenos creen que de su libro se pueden extraer consejos muy aplicables en el día a día. Como muestra, un botón: "La salud es un medio, no un fin. La salud sirve para disfrutar de la vida y quien se obsesiona con la salud deja de disfrutar de la vida. El miedo a perder la salud puede llegar a bloquearte", explican los autores.

La obra concluye prestando atención a un asunto muy relacionado con la medicalización excesiva, la acusación de mala praxis al servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid). Para los autores, es necesario ayudar a bien morir, algo para lo que están más que preparados los médicos de cabecera y sus enfermeras. El libro ha sido publicado por Los libros del lince.

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