Salud y Bienestar

La tercera parte de las personas con depresión tiene problemas sexuales

  • En pacientes con esquizofrenia este problema alcanza tasas de prevalencia superiores al 50%.

La falta de deseo sexual no es fruto sólo de la enfermedad sino también de los efectos secundarios de los psicofármacos, como ocurre con los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina. Así lo han indicado este martes los profesores José Luis Ayuso y Jerónimo Saiz, el XV Symposium Internacional Avances en Psiquiatría, al que asisten más de mil psiquiatras de reconocido prestigio.

Los doctores han coincidido, en una rueda de prensa, en que el tratamiento simultáneo de la depresión y los trastornos sexuales puede mejorar mucho la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, han reconocido que hasta el momento no se ha dado excesiva importancia a las disfunciones sexuales en las enfermedades psiquiátricas pese al impacto negativo que tienen sobre el afectado.

Ayuso, coordinador científico del simposio, ha subrayado que la disfunción sexual constituye una manifestación frecuente del cuadro depresivo no tratado pero que, en gran medida, "también está asociado al tratamiento con fármacos de acción antidepresiva".

El hecho de que los pacientes que toman antidepresivos sufran algún tipo de menoscabo en su capacidad sexual tiene como consecuencia, en muchos casos, el abandono de los mismos.

"Un 25% de los pacientes que se quejan de disfunción sexual puede abandonar el tratamiento", ha lamentado el profesor, quien ha advertido de que, en ocasiones, puede bastar con un cambio en la medicación para mejorar la actividad sexual del afectado.

Anita Clayton, profesora de Psiquiatría y Clínica Obstétrica y Ginecología de la Universidad de Virginia, ha agregado que los trastornos del humor, la ansiedad, la psicosis, los problemas endocrinos, neurológicos, cardiovasculares y los trastornos genitourinarios, así como los tratamientos asociados a ellos, pueden impactar negativamente en todos los aspectos de la función sexual.

Clayton ha subrayado que la comorbilidad y la utilización de múltiples medicamentos pueden contribuir a reducir todavía más la capacidad sexual.

Entre los fármacos potencialmente nocivos, ha puntualizado la experta, se encuentran los antidepresivos, las benzodiacepinas, los analgésicos narcóticos, los antihipertensivos, los antipsicóticos, los bloqueantes de los receptores H2, los anticonvulsionantes y los esteroides.

A ello se une que con el incremento de la edad se multiplican las enfermedades crónicas, e inevitablemente el uso de varios fármacos mientras que, en la mujer, ha apuntado Ayuso, el aumento en la disfunción sexual se produce a partir de la supresión progresiva de estrógenos durante la transición menopáusica.

Clayton ha precisado que el seguimiento y las recomendaciones terapéuticas ante este problema deben incluir la estrategia de vigilar y esperar la educación del paciente, el ajuste de la dosis, el cambio de medicación, la agregación de un potencial antídoto y las intervenciones psicológicas.

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