Entre bambalinas

Cara a cara

  • Que nunca nada ni nadie interrumpa ese mágico diálogo entre los fieles y sus devociones

María Santísima de la Trinidad Coronada durante los cultos con motivo de su festividad.

María Santísima de la Trinidad Coronada durante los cultos con motivo de su festividad. / Francisco Gil (Málaga)

Un delicado tocado de tul blanco enmarca su rostro, una media luna se posa plácidamente a sus pies, los bordados enaltecen a la Madre excelsa, el misterio de la Santísima Trinidad de la iglesia de San Pablo forma parte del aparato cultual, el exorno floral se compone fundamentalmente por rosas cool water y rosas blancas. Pero la auténtica hazaña es que los elementos pasan a un segundo plano porque la belleza de María Santísima de la Trinidad Coronada lo eclipsa todo.

Las seis lágrimas que se derraman por las mejillas de la Virgen de la Trinidad parecieron brillar con mayor intensidad en estos días. Los suspiros se escucharon delante de su semblante, la emoción a veces era imposible de contener. La Señora bajó y se puso cara a cara con aquellos que custodian ese escudo trinitario día tras día. Un personal ‘Rezo a tus pies’ que, por mayo en esta ocasión, volvió a hacerse realidad.

La Virgen de la Trinidad estaba en una conversación cara a cara con María Santísima de la Salud. Su Hijo Cautivo es fiel testigo de ese encuentro celestial, aunque la visión completa de la escena estuviese impedida por esas rejas de las que María Santísima se alejó por unos días y a las que tantos malagueños se agarran día tras día para depositar sus claveles, sus intenciones, sus deseos y peticiones a las devociones de una ciudad.

Y no, los fieles que se acercan a contemplar tan bellos altares, montados con un exquisito gusto por parte de los equipos de albacería, jamás son un estorbo. Las sagradas imágenes devocionales que están expuestas al culto público en templos, parroquias y capillas no pertenecen a particulares ni son propiedades privadas. Una corporación que expone a la devota veneración de fieles a un sagrado titular no puede, ni debe, hacer excepción alguna en su contemplación, Ellos no lo harían. Jamás molesta la mirada sincera de esa persona que se apoya en las columnas del templo para, en silencio, orar ante la Madre. Aunque ese fiel no frecuente la sede a menudo, su vinculación con su Señor o su Virgen sigue latente de alguna forma, y eso es sagrado.

Ellos son los que permanecen, nosotros estamos de paso. Mientras tanto, nuestra labor debe ser la de engrandecer nuestra corporación, nuestro patrimonio material y humano, y sobre todo, acercar las devociones a un pueblo. Esto es así porque nosotros volveremos a ser el pueblo, nos acercaremos a nuestras devociones mientras otros rigen los destinos de la hermandad, y no nos gustaría un trato distinto por no pertenecer a ese privilegiado grupo humano que marca el presente y las líneas a seguir en el futuro de una corporación.

Cada uno vive y siente la fe a su manera, y qué bonito es sentir y aprender a sentir con los demás. Todo cambia y evoluciona de forma constante. Sin embargo, hay cosas imperturbables, y es que, queramos o no, la bendita y coronada Virgen de la Trinidad será eternamente la Madre del Señor de Málaga. Por los siglos de los siglos.

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