Semana Santa

Fluyen los ríos de la Pasión

CON distintas formas, colores y sensaciones, la Pasión ya fluye por las calles malagueñas. Bendito Domingo de Ramos, mucho más que el fin de una cuenta atrás. En su momento fue la Salud (1988). Luego llegó la Salutación (1991). Más recientemente el Dulce Nombre, hace ya ocho semanas santas. Y desde antes de ayer, sólo tres años, Lágrimas y Favores. Bienvenida sea por siempre la Niña de San Juan. Cómo ha cambiado todo. Qué borrachera para asistir a la cita obligada en la esquina de siempre. Pero llega un momento en que hay que elegir, imposible ver el regreso por su feligresía de los hermanos fusionados, Salutación en las Carmelitas, la Salud en la Trinidad, el Prendimiento en Capuchinos; la Humildad en su estreno por calle Granada. Por citar algunos ejemplos. Hay que elegir, no cabe otra.

Sí, fluye el río de la Pasión, pero cada vez con más afluentes y más caudalosos. No sólo en cantidad, más procesiones y más horquilla horaria. También en calidad, pues la oferta crece en atractivos para el capillita, el cofrade, el semanasantero, el turista. Para todos. Y se nota en la calle, donde las bullas lo llenan todo. Se crean y se dispersan como el incienso que aroma el paso de Jesucristo por Larios.

llegó ella, salió el sol

El cofrade se levantó temprano. Aún con la resaca de las vísperas, abrió la ventana, por instinto, y miró al cielo. Vio brumas pero no nubes. El sol se resistía a salir, aunque los pollinicos movían sus palmas doradas por Carretería. El poderío de Lágrimas y Favores disipó cualquier tipo de brumas, despejó el cielo y cargó de luz los rayos de sol. ¿Exagerado? Es lo que pudiera pensar quien ayer no viese a esta niña mimada de los cofrades fusionados de la parroquia de San Juan.

El centenario templo, uno de los cuatro históricos de la Málaga cristiana, volvió a latir. Tuvieron que ser los cofrades los que, un años después, le inyectaran oxígeno a sus naves huérfanas de imágenes sagradas. Los devotos de Antonio Banderas, políticos incluidos, lo buscaban, saludaban, fotografiaban, acosaban. Una pesadilla. Pero Banderas iba a lo suyo, como un fusionado más. Así, seguro que también se emocionó cuando antes de comenzar todos los hombres de trono rezaron por su compañero fallecido. La Virgen llevaba una túnica en sus pies. Entonces empezó a sonar Lágrimas de San Juan (Abel Moreno) y los portadores bailaron a la Dolorosa y cantaron por primera vez el himno compuesto por Banderas. "Compases de amor y arte", decían con razón. Mientras, la multitud aguardaba que se abriesen las puertas de San Juan.

El paso de Lágrimas y Favores se trabaja antes del Domingo de Ramos. Se ensaya. Y ahí están los resultados. Música, trono y portadores, al unísono. Así todo el recorrido. Pero su esencia empieza con la cruz guía, pues sin un cortejo nazareno compacto, serio y amplio, perdería categoría. Pero no es el caso. Qué bueno que viniste.

Pero el telón de la Pasión lo abrió, pasadas las 10:00, la Pollinica. El adorno floral no pasó desapercibido. El Señor lució piñas muy voluminosas de flores rojas, rosas y malvas que daban la sensación de un jardín silvestre. Apenas dejaba espacio para el grupo escultórico. Igual ocurrió con los laterales y frontales, que lucieron centros y frisos en las mismas tonalidades que las esquinas. Todo cuidado pero excesivo de tamaño y desproporcionado.

Por su parte, la Virgen del Amparo llevó una variedad de flores en tonalidades blancas. Mucho mejor. Este año, los primeros toques fueron dados por el hijo de un portador y miembro de la junta recientemente fallecido, Antonio Parras. En el cortejo se pudo experimentar una mejora en cuanto al atuendo de los niños y nazarenos que esta vez no lucieron zapatillas deportivas. Cuentan los detalles.

La banda de música Cruz de Humilladero estrenó la marcha Entrando en Jerusalen del maestro Manuel Puyó que se intercaló con el tradicional Pescador de Hombres, cantado por los portadores del trono. Sobre las 13:00, la Pollinica pidió la venia en la Tribuna Principal, ya para salir del recorrido oficial. Ya en el encierro, el Cristo recorrió calle Parras de espaldas para encarse con la Virgen, que llegó de frente sobre las 15:15. En el encierro los tronos fueron bailados a los sones de Malagueñas, del Ernesto Lecuona, interpretada por la banda de cornetas de la Estrella.

el plan de 'seguridad'

El Huerto fue puntual. El Cristo que talló Fernando Ortiz portó una nueva túnica de terciopelo burdeos bordada en hilo de oro de estilo antequerano. El Señor salió bajo los sones de Himno Nacional y A la voz del capataz, de Abel Moreno, interpretada por la banda de música de la Vera+Cruz de Almogía. La Virgen de la Concepción salió con su marcha homónima, de Artola.

De los dos olivos que se vieron ayer, el del Huerto fue el de mayor dimensión. Suele ser así. Era tan grande que al salir de la casa hermandad, las ramas tocaban el ancho de la puerta. Pero el obstáculo fue salvado. Un hecho llamativo se produjo al paso de la cofradía por Carretería. Ante los problemas que, según dijo un mayordomo de la corporación, han arrastrado por esta vía por la falta de seguridad, el Huerto aplicó su plan particular. Los nazarenos colocaron sus cirios al cuadril pero hacia el exterior de la calle, un acto que simplemente pudo manchar de cera a los viandantes o directamente quemarlos ante un posible descuido. Tuvieron que estar espabilados.

El obispo de Málaga, Jesús Catala, prosiguió con su particular itinerario trazado y observó el transitar de los titulares de la cofradía por la Rampa de la Aurora. Monseñor ya sabe cómo se las gasta el Huerto. Al purpurado también se le vio en los aledaños de la Catedral, como un malagueño más, viendo a la Humildad. Ya dijo que se mezclaría con los malagueños para ver las procesiones.

las eternas 'nuevas'

Con diez minutos de retraso se abrieron las puertas de San Felipe Neri para que la Hermandad de Salutación hiciera su estación de penitencia por las calles de Málaga. Todo el cortejo salió desde el interior del templo. Así, la agrupación de San Lorenzo Mártir fue la primera formación musical en salir con la marcha Triunfal.

La cultura nazarena en Salutación es más intensa cada año. No hubo ningún nazareno mal colocado en la salida, todos con sus velas rectas clavadas en el suelo y no al cuadril ya que lucen capas. Para la salida de Salutación se volvió a tocar Triunfal pero en este caso interpretada por la banda de municipal de Guadix que empalmó con la marcha Nazareno de Salutación, de Perfecto Artola, un clásico en la corporación. También de la Semana Santa de Málaga, aunque se escuche menos que otros temas fruto de las modas.

En cuanto al itinerario, Salutación ha demostrado con el paso de los años que sabe andar por cualquier calle tortuosa, angosta y estrecha. Ya fue un acierto dejar a un lado la desangelada Avenida de la Rosaleda. Callejear se le da muy bien a la corporación de San Felipe y el barrio de San Rafael es su espacio y una cita obligada para los cofrades. Lo demostró una vez en su visita anual al convento de las Carmelitas Decalzas. Más tarde, por San Juan, la gran novedad en su recorrido. No hubo problema en el horario ya que Lágrimas cumplió con el tiempo marcado. Un enclave urbano con una estética destacada. El único pero que se puede poner es la manzana que configuran los antiguos almacenes de Félix Sáenz, en las calles Sebastián Souvirón y Sagasta, que están en obras.

En el barrio de la Trinidad, con permiso de que hoy todo sea para el Señor de Málaga, la Salud se hizo dueña de su territorio. Arropada desde el inicio y con sus cosas claras. En la calle, en algún corrillo se preguntaban por qué la hermandad no salía ya de su casa hermandad. La pregunta sería porque no regresa a la casa de Dios. Pero mejor superar este debate y disfrutar con la cofradía en la calle, que derrochó arte en cada esquina. Tanto como incienso. Y una imagen linda, la de la fuente de Salud con un manto bordado. Iba a llegar y llegó. Como llega cada Domingo de Ramos el Cristo de la Esperanza en su Gran Amor a los sones de una agrupación musical. Qué sí es posible, que ellos lo hacen. Levitaba el trono en lugar de andar, una gloria. El sabor del Domingo de Ramos es la misma gloria nazarena.

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