Semana Santa

“Por Málaga me vestiría de astronauta si hiciera falta"

  • Pasión Vega cree que la Semana Santa equilibra el “respeto” con lo “espectacular”

Creyente, devota de la Virgen de Nueva Esperanza, a la que le cantaba desde el coro de su parroquia, Pasión Vega prefiere "callejear" por la Semana Santa, aunque sin "achuchones", dice, también se disfruta. Por Málaga se vestiría "hasta de astronauta".

¿Qué es lo que más valora de la Semana Santa de esta ciudad? ­Para mí tienen un sentido fundamentalmente religioso y de devoción esas imágenes tan emblemáticas y con tanta personalidad que tenemos. Me gusta que sea algo colectivo, que la Semana Santa invite a la oración individual, y también en grupo, que nos sintamos arropados, tanto si estamos paseando, desfilando de nazareno o desde un balcón. Valoro además que se conserve la cultura malagueña que camina por nuestras calles. ­

Siempre se ha identificado con Málaga por sus playas, su gente...Pero, ¿qué lugar ocupa la Semana de la Pasión en su vida? ­Es una manera también de acercarnos a Dios y a los demás. Soy creyente, pero no capillita. La vivo y la disfruto pero como una expectadora más, aunque tengo vinculación con alguna cofradía. Las imágenes me ayudan a pensar en el por qué de muchas cosas, no solo a mí, creo que también al resto de los malagueños. La Semana Santa es una manifestación estética, cultural y religiosa muy bella, con gente que se tira a las calles para ver los tronos tan majestuosos que recorren las calles. Tengo imágenes favoritas. ­

¿Cuáles son? ­Soy mucho de la Esperanza. Algunos familiares y amigos pertenecen a la cofradía, por lo que la he vivido más de cerca. Otra con la que también estoy vinculada por mis recuerdos es Nueva Esperanza, ya que me he criado cantándole desde el coro de la parroquia. Los vecinos de Nueva Málaga hemos visto cómo ha crecido y todavía recuerdo la primera vez que hizo el recorrido oficial. Cada año la veo salir con mi familia desde una escalerita, es un recuerdo entrañable. ­En 2010 fue modelo elegida para el cartel de la Exaltación de la Mantilla.

¿Qué otros vínculos ha tenido con la Semana Santa? ­Era la primera vez que me vestía de mantilla y lo hice por todo el cariño con el que se me propuso la idea, que forma parte de nuestra tradición. Tengo que reconocer que no me siento cómoda con ella, pues enganchármela en mi pelo es un poco complicado [risas], pero las mujeres vestidas están bellísimas. Amo a Málaga al cien por cien y participo en todo lo que tiene que ver con nuestra tierra, con fomentar la idiosincracia, aunque me tenga que vestir de astronauta. ­

¿Cómo ha vivido Pasión Vega esta tradición cristiana durante su infancia? ­Tengo más recuerdos de mi juventud, sobre todo de cuando me escapaba con mis amigos y nuestros padres nos dejaban irnos a ver juntos las procesiones. Me acuerdo de estar en la tribuna de los pobres, subida en un escalón o en cualquier poyete para disfrutarlas mejor. De más pequeña, me acuerdo del Domingo de Ramos como fecha ineludible. Recuerdo haberme pegado empachos de Semana Santa; mis amigos eran muy cofrades. Fui catequista de una parroquia e iba con gente que la vivía mucho; se lo sabían todo y yo me quedaba alucinada. ­

¿Es entonces una semana apta para todos los públicos? ­Hay muchas épocas para vivirla. Las familias lo hacen también desde un balcón, en una silla o sentadas en la Alameda. Es una fiesta y una semana para todas las edades. Se puede participar en una cofradía desde muy pequeñito, y eso me gusta, porque, de esta forma, se va fomentando en los jóvenes esa devoción y participación.

¿Qué lugares de Málaga recomendaría a un turista para ver una procesión? ­Soy de callejear, aunque sin achuchones también se ven muy bien. Tengo la suerte de poder contemplar de cerca un momento muy especial, como es la salida y el encierro de la Paloma desde el balcón de la casa de un amigo. También me gusta que sea algo improvisado y encontrarme, de repente, una imagen sin saber cuál es. Voy por la calle con el itinierario como si fuera una extranjera, pero el hecho de no conocer el recorrido hace que cada año sea diferente. ­Desde que paseaba siendo una niña por las calles de la ciudad, la Semana Santa ha experimentado numerosos cambios.

¿Qué aspectos han cambiado? ­Estoy en desacuerdo con aquellas personas mayores que dicen que la de antes era más respetuosa. Creo que hay un equilibrio entre la devoción, el respeto y el espectáculo. Las imágenes van impolutas pero a la vez acompañadas del sentimiento íntimo que cada uno llevamos dentro. La de Málaga es una Semana Santa alegre y bulliciosa, nos gusta la calle y además tenemos buen clima. ¿Por qué tenemos que vivirla desde la tristeza? Me gusta tal y como es. ­

¿Es posible llegar a Dios a través de la música? ­Sí, es posible porque llegas a los demás y, así, llegas también a algo más superior. Una canción puede ser perfectamente una oración. Escuchando una buena saeta una tiene la posibilidad de encontrarse consigo misma y, a la vez, con esa imagen a la que se le tiene devoción.

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¿A quién daría unos toques de campana? ­Si son positivos, a nuestro Antonio Banderas, que es para comérselo, le daría tropecientos besos. El otro día tuve la ocasión de verlo en un partido del Málaga CF y lo invité al concierto de Azabache. Me dijo que tenía cena con la cofradía de Lágrimas y Favores. Es un embajador de nuestra Semana Santa.

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¿Cómo se presentan los próximos meses de trabajo? ­Estoy embarcada en el proyecto Azabache, con el que cosechamos un éxito fantástico en Málaga. Tenemos que terminar la gira de invierno, puesto que aún nos quedan muchas fechas. En verano seguiremos preparando nuevos proyectos, también algunos duetos importantes y varias participaciones en discos. Continúo además con mis conciertos y organizando un espectáculo que empezará a partir de septiembre.

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