Semana Santa

Sueños que se quedaron en casa

  • Las dos últimas cofradías no pudieron procesionar por la lluvia

EL tiempo permitió que la única cofradía que hace estación de penitencia en la mañana del Viernes Santo en la ciudad del Tajo pudiese hacerlo con normalidad, saliendo desde la iglesia de Santa Cecilia y recorriendo las calles del centro entre una multitud que llenó todo el recorrido, terminando entre una lluvia de flores antes de recogerse hasta el próximo año. Las espectaculares imágenes de estilo renacentista y barroco que procesiona esta hermandad en sendos pasos de horquilleros, lucieron especialmente bajo los rayos del sol que dominaron sobre las nubes, lo que permitió también el contemplar la amplia representación de mujeres vestidas de mantilla de riguroso negro.

Mientras tanto, por la tarde, como si fuese un presagio de la representación de la muerte de Jesús, el Santo Entierro decidía no salir ante el riesgo de lluvia, lo que hizo que la tarde se convirtiese en especialmente triste en el Barrio de San Francisco, al ser el tercer año consecutivo que no pueden realizar estación de penitencia en la calle su cofradía. Para los hermanos del Santo Entierro fue una tarde especialmente difícil, y muchos de ellos no pudieron contener las lágrimas ante la aparición de la lluvia.

A las puertas de la casa de hermandad se había congregado tal cantidad de público que era casi imposible caminar, llamados por los sones de bandas de música que dedicaron varias marchas procesionales a los titulares a los que tenían previsto acompañar y que fueron levantados y mecidos por sus horquilleros ante la atenta mirada de hermanos y visitantes. Lejos, en pleno centro de Ronda y a pocos metros de la carrera oficial, la junta de gobierno de la Soledad estuvo sopesando hasta el último momento el realizar un recorrido corto para el que habían pedido autorización a la Agrupación de Hermandades y Cofradías. Finalmente su junta decidía no salir y dejar expuesta su imagen a la entrada del templo para que las cientos de personas que esperaban a las puertas pudieron contemplarla y acceder al interior. Antes, muchos de los hermanos no pudieron evitar las lágrimas, aunque ante la llegada del agua a los pocos minutos el sentimiento de pesar se iba mitigando por lo acertado de la decisión y las esperanzas se ponían en el próximo año. "El año que viene será", decía uno de ellos mientras miraba a su Virgen.

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