Entre bambalinas

La caseta de esta feria

  • A pesar de todo, el menú del día no faltó entre las personas que más lo necesitan

Terraza de la casa hermandad de la Salud decorada para la feria.

Terraza de la casa hermandad de la Salud decorada para la feria. / Hermandad de la Salud (Málaga)

El sonido flamenco de un cajón cambia de tercio. Las rumbas paran por un instante para que esa hermana, con una flor roja en la cabeza, comience a entonar una saeta. A pelo, en pleno agosto y bajo un sol de justicia. La caseta enmudece y todos miran a esos azulejos que representan a los sagrados titulares, siempre presentes en los actos de las corporaciones. La mujer solloza y entre quejío y quejío se le escapa una lágrima. Los vítores, aplausos y abrazos dan pie a que la fiesta continúe al son de sevillanas cofrades, porque tal y como compuso Juanvi Plaza:

“Yo tengo, Rocío, un amigo malagueño,

que lleva una túnica blanca, y camina a paso lento.

Dicen que lo ven de noche, por el puente de la Aurora,

siempre con la Trinidad, pa’ que nunca vaya sola”.

La caseta de esta feria no se decoró con farolillos, ni se dispusieron las sillas y mesas de plástico. El cante, el baile y el reencuentro por agosto deberán esperar, al menos, un año más. Los amigos de ‘El Farol’ siguen mirando a un palio que bien merece permanecer con nosotros todo un siglo en todo su esplendor para cobijar a la Virgen del Amor Doloroso.

‘La Calzada’ ha sido fiel testigo del tránsito de muchos malagueños de una caseta a otra. Este año, una silenciosa plazuela Virgen de las Penas arropaba a los que al pasar se detenían a las puertas de un Oratorio que aliviaba la Agonía del que se santiguó en la tarde del martes a las plantas del crucificado de Buiza. Toca seguir andando, a ‘Pasito Corto’, como bien saben los hermanos del Amor y la Caridad.

Sin embargo, en esta feria, el menú de la caseta fue más especial que nunca. ‘El Muñidor’ del Sagrado Descendimiento no quiso congregar una vez más a sus hermanos frente a la Plaza de Toros de La Malagueta, sino que repartió sus alimentos entre los más necesitados. A todos aquellos que llaman a las puertas de cada corporación y no les importa que sea feria, carnaval, Semana Santa o Navidad, porque todos sus días se basan en una constante supervivencia. Ellos son los que de verdad le taconean a la vida y sacan siempre las fuerzas de una bata de cola para bailar la cuarta sevillana, desde ‘La Ochava’ de su piso victoriano.

Por todos ellos también debe permanecer siempre abierta ‘La Bouganvilla’ perchelera. Porque en esa terraza morada y negra se respira hermandad y solidaridad, y aunque la caseta no estuviese en esta feria abierta al público, los archicofrades mantienen intactos esos sentimientos que tanto les caracterizan. ‘La Venencia’ de Puerta Nueva aguarda con una sonrisa tras las mascarillas, desde esa caseta también rogaron por la Paz en este mundo que anda tan revuelto.

Ahora es tiempo de batallar con la mayor de las armas, la que es capaz de mover el mundo, la fe. Con ella hay que seguir adelante y no quedarnos de brazos cruzados esperando que llegue una feria como la vivida en el 2019. La realidad ha cambiado, y es hora de ser parte activa de ese cambio. Llega septiembre y el estado de letargo no es una opción viable a estas alturas para nuestras hermandades y cofradías.

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