Entre bambalinas

A ti, Manuela

  • Esos pequeños que corretean por la casa hermandad, en un futuro no muy lejano, serán los que continúen lo que otros dejaron

Niños nazarenos de la hermandad de Nueva Esperanza.

Niños nazarenos de la hermandad de Nueva Esperanza. / Javier Albiñana (Málaga)

Puede que ni siquiera llegues a leer estos párrafos, pero es importante que sepas esto. A ti, que aún nadie te pudo acariciar tus suaves mejillas y ya formas parte de tu cofradía. A ti, que con tu risa más inocente serás capaz de aliviar todas las preocupaciones sin apenas darte cuenta. A ti, que ya has estado cara a cara con las devociones que tu mamá visitó en los pasados nueve meses. A ti, que serás un eslabón más de esa nueva generación que aprenderá para continuar con el legado más puro y sincero. A ti, Manuela.

Muchos ya saben de ti, y te cuidan desde El Perchel, la Victoria y hasta Nueva Málaga. Algunos ya te imaginan con una túnica nazarena y una faraona. Tu madre te contará un sinfín de anécdotas de ese Domingo de Ramos en el que salió vestida de nazarena desde la iglesia de los Santos Mártires para acompañar a su Virgen de la Concepción y tu padre te contará lo que pesa el trono de Jesús Nazareno del Perdón cuando ya va camino de vuelta por Eugenio Gross. Otros intentarán convencerte para que portes una capa amarilla o te anudes un fajín rojo a tu cintura y te adentres en el mar con Ella.

Al final la decisión será tuya. El corazón te dirá si debes continuar con esas devociones familiares o si, por el contrario, buscarás ese encuentro inexplicable con lo divino en algún otro punto de la ciudad o del mundo. Pero ten claro que todos tratarán de enseñarte cada detalle con el mayor cariño posible, intentarán que el del bombo casi te golpee en esa calle San Agustín al paso de unos nazarenos blancos ya de noche, y te acompañarán cuando ya decidas sentarte en un banco para rezar ante tus sagrados titulares.

Todo se aprende, y en nosotros también está continuar con esta tradición, ellos serán los que consoliden muchos de los proyectos que hoy están sobre la mesa. Muchos pequeños se quedaron el año pasado con sus primeras túnicas nazarenas colgadas en casa, otros tampoco saben lo que es un Jueves Santo con la Esperanza en la calle pisando el romero. La cofradía de Pollinica nos lo recuerda cada año: “Dejad que los niños se acerquen a mí”. Por eso es más importante que nunca que esos pequeños estén presentes en el día a día de nuestras corporaciones nazarenas. Muchos de ellos están perdiéndose sus primeras vivencias cofrades, y es hora de ir retomándolas poco a poco.

Tal vez no le llene nada de esto, pero sabrá respetar y tolerar, y comprenderá que hay algunos aspectos inenarrables en cada una de nuestras cofradías. Sabrá entender esa mirada adulta empapada en lágrimas mientras se agarra con fuerza a las rejas que le separan de su Virgen del Amor en la iglesia de Santiago. Sabrá que detrás de esas partituras, a las que dan vida los componentes de las formaciones musicales, hay una historia de superación, una dedicatoria, o una oración.

Puede que al principio no entienda muy bien porqué camina con otros niños vestidos de hebreo tras una cruz guía, pero será esa misma adolescente que luego se coloque el capirote y camine contigo delante de su Señor Cautivo. También será esa misma adulta que se recoja su pelo y se tape el rostro para sentir el varal en su hombro derecho mientras alza la vista para ver a su Cristo de la Esperanza en su Gran Amor. Es el futuro, y al final aprenderemos todos de ella. Por el momento, con afecto y sintiendo todo esto de corazón es suficiente. Ella sabrá interpretar esos gestos a la perfección, tal y como hiciste tú.

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