Entre bambalinas

Primera estación

  • Los aplazamientos y suspensiones de los cultos externos se suceden como hace más de un año, sin aportar otra solución acorde a los tiempos que vivimos

Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo (Ecce Homo).

Santísimo Cristo de la Humildad en su Presentación al Pueblo (Ecce Homo). / LM Gómez Pozo (Málaga)

Jesús fue condenado a muerte. Poncio Pilatos tomó agua y se lavó las manos diciendo: “Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis”. Este gesto que hizo tras confirmar la sentencia, para dar a entender que él no era responsable de esa muerte, se representa frecuentemente en numerosas hermandades repartidas por toda la Semana Santa andaluza. Pero resulta aún más común en nuestra vida diaria. Nadie dijo que tomar decisiones fuese fácil, pero los que están ahí se supone que tienen conocimientos y capacidades suficientes para decidir.

Esta semana conocimos que no se realizará el Rosario de la Aurora ni la procesión anual de la Patrona, Santa María de la Victoria. Horas después, la Agrupación de Cofradías de Semana Santa emitió un comunicado en el que anunció el aplazamiento ‘sine die’ de la procesión magna ‘Camino de la Gloria’ con motivo del centenario fundacional de la propia entidad, cuya fecha inicialmente prevista era el sábado 25 de septiembre. Ambas decisiones se refieren a cultos públicos externos, pero son muy diferentes entre sí.

Estas noticias confirmaron el inmovilismo en el que se anquilosa el obispado de Málaga desde el pasado 15 de enero en el que se publicó el decreto que suspendía todos los actos que tuviesen carácter de culto externo. Siete meses y medio han pasado desde entonces y no se ha realizado la más mínima modificación al respecto. Fue justo y oportuno en su momento, bien es cierto. Pero, ¿les suena? Poncio Pilatos se lavó las manos y se exculpó de la condena impuesta, pero no impidió el fin.

Del todo a la nada hay un término medio, y ahí puede que esté la virtud. El aplazamiento de la procesión magna era un secreto a voces, por supuesto que todos somos conscientes que aún no se puede poner una fecha concreta a tan magno acontecimiento que congregaría a miles de personas en los cortejos y en las calles. No obstante, otras localidades andaluzas han demostrado que el culto público es posible y seguro en las actuales circunstancias en las que nos encontramos de la pandemia. Muchos tenían sus esperanzas puestas en la Victoria. Desgraciadamente tampoco podrá ser este año.

Se permiten manifestaciones y se celebran otros eventos culturales de diversa índole, con todas las medidas de seguridad pertinentes, pero los titulares aún no pueden salir a bendecir las calles quizás cuando más se necesita de su cercanía. Por supuesto que esta vuelta debe ser progresiva, y puede que sea hora de plantear otras salidas procesionales diferentes a las que vivíamos antes de la pandemia. Al fin y al cabo, nuestra vida en general es diferente, y por supuesto que esto también afectará al culto público. Todos somos conscientes de ello.

Ojalá no se deje morir este asunto y poco a poco veamos la luz al final del túnel. Porque al final somos felices simplemente con ver a nuestros titulares de cerca, ataviarlos de forma especial o exornar unas pequeñas andas para que el pueblo los vea y les rece, y hacer así pública protestación de fe por las calles de una Málaga que necesita de sus devociones. Nuestros corazones no están acostumbrados a estar encerrados. Manchémonos las manos de amor y valentía, siempre con la seguridad ante todo. Aunque ciertamente nunca la pusimos en peligro.

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