Entre bambalinas

Proyecto común

  • Tenemos en nuestras manos construir la Semana Santa del futuro desde el presente

María Santísima del Dulce Nombre.

María Santísima del Dulce Nombre. / Jesús Mérida (Málaga)

¿Con qué tres palabras le gustaría que se definiese su Semana Santa? Esta misma pregunta la respondieron en 2019 algunos profesionales de la información cofrade malagueña para un trabajo universitario. Las respuestas fueron muy diversas, pero las conclusiones estaban muy claras. El pollinico que precedió a estas bambalinas neogóticas ofreció de forma acertada, como casi siempre, tres conceptos que siempre deben permanecer en el proyecto común de nuestras corporaciones.

Fe. Esa creencia generadora de ilusiones y esperanza. La fe es ese motor que continuamente se regenera ante Ellos. Es ese sentimiento crucial que otorga un brillo especial en los ojos de todo aquel que contempla a sus sagrados titulares. La fe une y crea lazos indestructibles, pero también implica generalmente “el seguimiento de un conjunto de principios religiosos, de normas de comportamiento social e individual y una determinada actitud vital”. Que no se olvide esta definición básica, todos seguimos al que nunca nos aparta la mirada.

Comunidad. Las reglas y normas son básicas, y están para cumplirlas. Ahora bien, no deben utilizarse como antojo para beneficios personales ni de unos pocos. En una casa hermandad o en un templo no cabe la desigualdad ni la avaricia, aunque ciertamente no deberían tener lugar bajo ninguna circunstancia.

Hermandad. Qué crucial es la solidaridad y qué necesitados estamos del afecto. Ojalá siempre nuestras cofradías sean ese refugio en el que encontrar esa mirada cómplice, en el que el trabajo en familia sea un momento para compartir, aprender y nutrirse con bonitas experiencias personales. Por unas corporaciones en las que el relevo generacional esté garantizado, en las que las puertas estén siempre abiertas para los que sienten esa llamada inexplicable con el que va prendido y con su bendita madre.

Fe, comunidad y hermandad. Estos tres conceptos, que tuvieron vigencia en la creación de nuestras cofradías, deben seguir presentes en nuestro día a día, y hay que luchar por mantenerlos en el futuro. La adaptación a los nuevos tiempos no es una opción, es una necesidad que favorece la integración de los componentes de todos esos grupos jóvenes y pequeños nazarenos que en el día de mañana regirán esas corporaciones de las que van adquiriendo conocimientos. Que el amor, el cariño y el respeto sean las principales lecciones que se les impartan. Es la única manera de perpetuar esos sentimientos en cada bordado que hay expuesto en el salón de tronos y en cada partitura que cada año cobra vida para ser la banda sonora de todos esos hermanos que, vestidos todos iguales, acompañan a sus devociones.

Tenemos en nuestras manos construir la Semana Santa del futuro, fieles a las tradiciones, pero también convencidos de los ideales del siglo XXI. Y a usted, ¿con qué tres palabras le gustaría que se definiese su Semana Santa? Sigamos creciendo y creando una sociedad un poquito mejor en hermandad.

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