Semana Santa

Las vueltas que da la vida...

LOS servitas blancos marcaron una época en la Málaga nazarena. Penitentes de Domingo de Ramos que la ciudad bautizó por su rigor en la calle, allá en la década de los ochenta. Fruto de las modas o por el paso del tiempo y de la gente, el concepto se desvirtuó. De aquel hito sólo llegó a nuestros días una pantomima. Algo distinto a lo que era, peor para muchos. Nuevo para la mayoría. Ahora los cofrades de la Humildad miran a su propio pasado, a su razón de ser.

La de ayer era una prueba de fuego. Nueva junta de gobierno y el compromiso de buscar la esencia nazarena perdida. La de los servitas blancos. Los cofrades iban a mirar con lupa cada detalle. Y la hermandad respondió. Vale, se vieron nazarenos descapirotados y al cierre de este periódico la corporación apenas había iniciado su recorrido de regreso a la Victoria. Pero estaba el aroma, los pequeños detalles. El interés por llevar la procesión comprimida. El cuidado por un repertorio musical más sobrio [muy mejorable aún]. Los sellos mercedarios de la candelería de la Virgen. Estampa clásica. El arreglo de la propia Dolorosa. Al fin bien vestida. La nueva estampa del San Juan. Y un guiño al pasado, el Señor procesionó con la túnica de su bendición y sus primeras salidas. "¡Volveremos!", dijeron sin llegar a pronunciar una palabra.

Pero la vida -que dura una semana- da muchas vueltas y el presente es una consecuencia del pasado. Ahora costará su tiempo imprimir la nueva filosofía a quien durante años ha mamado otra diametralmente opuesta. Pero el camino se inició ayer por calle Granada. La hermandad en un pañuelo. Los tronos en la estrechez de la judería. Costalero del Soberano sonaba para que el Señor presente a Málaga a su nueva hermandad y detrás, una Virgen vestida de Virgen, que no es poco si se mira al pasado reciente.

Hasta la medianoche, el nuevo recorrido funcionó. Más dificultades de las previstas en calle Granada. Maldito luminoso, que además es ilegal, como los ensayos de las bandas de cornetas -qué curioso-, pero éste sí se permite. A la Catedral llegaron unos minutos tarde, pero el cruce por Larios fue a la hora prevista. Habrá que evaluar la madrugada, el regreso de los tronos y de los nazarenos. Por lo demás, prueba superada.

desde capuchinos

Contemplar a la Cofradía del Prendimiento entrama un mezcla entre la evolución artística que ha experimentado la cofradía en apenas una década pero contrasta con las pinceladas grises de la puesta en escena. Es decir, hay calidad en todos los sentidos pero falta enseñarla. Hay que insistir en el detalle.

El Prendimiento ha cogido por costumbre estrenar cada año enseres de una preciada calidad. Logran el aprobado y hasta la matrícula en algunos casos por parte del respetable. Sin embargo, el cortejo, bien equipado, muestra algunos aspectos que desvarían: zapatillas deportivas para hacer penitencia o las velas al cuadril con capas son algunos puntos.

Que la comitiva llegue compacta y unida al encierro es otra de las preocupaciones de la hermandad. Las escaleras que comunica la Alameda de Capuchinos con San Millán han hecho daño y era el atajo de muchos nazarenos. Pero este año se suprimió, para que todos lleguen juntos como hermanos que son.

La opción que escogió la corporación fue subir Dos Aceras para girar a la derecha por Refino y enfilar Carrión, las dos cuestas más empinadas de los recorridos. Al cierre de esta edición la cofradía atravesaba Álamos para seguir el itinerario descrito anteriormente.

A la salida las vistas se clavaron en la imagen del Señor, obra de Castillo Lastrucci y restaurada por García Palomo. La estética del Cristo se adapta más al grupo escultórico, también del imaginero malagueño. La intervención fue muy apreciada por los cofrades y por los vecinos del propio barrio. La nueva estampa del Prendimiento se completó con la túnica que estrenó, morada y oro, salida del taller de empleo de la propia cofradía. La salida del Gran Poder tuvo su punto de dificultad, lo que produjo la rotura de una tulipa en un arbotante delantero. Tampoco faltaron los pulsos. El trono del Señor fue levantado en Carretería y Larios, al menos hasta el cierre de la edición.

La agrupación musical de la Vera+Cruz de Campillos estrenó el uniforme de sus componentes, al igual que la Esperanza, que acompañó al Señor de la Humildad. Éstos están inspirados en el traje de gala y etiqueta del Ejército de Tierra, el mismo que luce el Rey en sus actos oficiales.

Los cofrades del Dulce Nombre, por su parte, siguen mostrando dos caras. La incorporación de la Dolorosa a la estación de penitencia del Domingo de Ramos ha supuesto un punto de inflexión. La primera parte, se desarrolla como siempre. Sobria y de categoría. En la segunda, después del recorrido oficial, llegan las voces gratuitas, el descontrol desconocido en estos capuchineros, aunque su línea es la primera, eso está claro. Serán las vueltas que da la vida...

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