Sevilla FC

Andre Silva, el séptimo

  • El Sevilla acuerda con el Milan la cesión del delantero portugués, que llegará hoy, con una opción de compra

  • Hubo una última intentona por Batshuayi, que se decantó por el Valencia

Andre Silva controla el balón con el pecho en un entrenamiento con Portugal en Rusia.

Andre Silva controla el balón con el pecho en un entrenamiento con Portugal en Rusia. / Paulo Novais / Efe

Fin de la historia. Al menos, en lo que a la incorporación del delantero solicitado por Pablo Machín se refiere. Después de muchas semanas de vaivenes en el mercado, el Sevilla logró firmar como cedido a Andre Silva, cuya llegada procedente del Milan está prevista para hoy. El acuerdo se hará oficial una vez el futbolista supere el pertinente reconocimiento médico y plasme su firma para convertirse en el séptimo refuerzo de la dirección deportiva encabezada por Joaquín Caparrós.

El acuerdo de préstamo cerrado con el Milan, club propietario de los derechos del futbolista luso, incluye una opción de compra bastante elevada que de ejecutarse convertiría a Andre Silva en el fichaje más caro de la historia del club hispalense. La entidad italiana abonó el pasado verano unos 38 millones de euros al Oporto por el traspaso del joven delantero de 22 años, por lo que es lógico que los rossoneros pretendan recuperar gran parte de esa gruesa inversión. De hecho, las cifras de las que se habla sitúan la opción de compra sevillista alrededor de esos mismos 38 millones.

Las conversaciones entre clubes y futbolista, a través de la agencia Gestifute del conocido Jorge Mendes, vivieron en la mañana de ayer su tramo decisivo, aunque no fue hasta la tarde cuando todos los papeles quedaron firmados.

El portugués, que el próximo mes de noviembre cumplirá 23 años, es un delantero capaz de manejar con soltura ambas piernas y una alta capacidad para el remate. Estas cualidades lo llevaron a convertirse en la referencia ofensiva del Oporto, con el que anotó en la temporada 2016-17 16 goles en 32 partidos en la Liga NOS. El pasado verano el Milan apostó por su contratación, aunque el luso no tuvo excesiva suerte en su primera aventura en Italia: sólo dos goles en la Serie A en 24 encuentros. Sí encontró más fortuna cara a gol en la Europa League, en la que consiguió seis dianas en diez encuentros (y otros dos en los cuatro partidos que disputó de la fase de clasificación el equipo rossonero).

El perfil del delantero se aleja de lo estigmatizado como el nueve tanque que siempre se ha asociado al estilo Machín. El portugués puede hacer muchas cosas con la pelota en los pies y no es un tronco en el que todo finaliza. Su estatura: 184 centímetros.

Sí respondía más a esas características Michy Batshuayi, que era el principal objetivo del club hispalense para este mercado estival y que, finalmente, se decantó por aceptar la propuesta valencianista. El Sevilla no arrojó la toalla hasta última hora y puso una oferta cercana a los 40 millones sobre la mesa del Chelsea, que no quería deshacerse del jugador y por ello no valoró la opción de la venta, ni siquiera con una opción de recompra. Sin embargo, la participación de los de Marcelino en la Liga de Campeones pareció ser el factor principal y determinante para que Batshuayi descartase a los hispalenses y terminara recalando en Mestalla la próxima temporada.

Fue el club valencianista el que a media tarde de ayer hacía oficial el acuerdo con el Chelsea para la cesión del ariete belga de cara a la próxima temporada. Lo que no ha trascendido, de momento, es si este acuerdo incluye alguna cláusula de compra o no.

El cerco del Sevilla por Batshuayi no es nuevo. Desde el pasado mercado invernal, el club intenta convencer al delantero belga de que el Sánchez-Pizjuán es el sitio idóneo para continuar su carrera. Sin embargo, en primera instancia el Borussia Dortmund, de cara a la segunda vuelta en la Bundesliga, y ahora el Valencia, lograron hacerse con el préstamo del futbolista, medalla de bronce con Bélgica en el pasado Mundial. En Rusia también estuvo Andre Silva, aunque prácticamente con un papel residual, con 116 minutos en tres partidos y sin goles en su casillero.

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