Málaga-Sevilla FC · la crónica

Fatiguitas sin ninguna necesidad (0-1)

  • El Sevilla sale con una indispensable victoria de su visita a un Málaga más cerca de Segunda que otra cosa.

  • Los hombres de Montella aprovecharon el golazo de Correa, pero no debieron sufrir tanto para finiquitarlo todo.

Los jugadores del Sevilla el gol que supuso la victoria.

Los jugadores del Sevilla el gol que supuso la victoria. / Javier Albiñana

Paso adelante de vital trascendencia en el objetivo del Sevilla de reengancharse a la Liga y la sensación insoportable de que el equipo nervionense carece de la maldad necesaria para manejarse en este fútbol de élite. El cuadro de Montella se impuso, como no podía ser de otra forma, a un Málaga moribundo, pero no se entiende muy bien que llegara hasta el minuto 94 que se contabilizaron con las dos prolongaciones con la inquietud siquiera de que alguno de los tres puntos pudiera volar de su casillero. Cierto que también existe por ahí el eximente de un juez que se dedicó a prevaricar en determinadas decisiones, tales como un fuera de juego inexistente de Ben Yedder o un penalti de Rosales, pero ésa no puede ser una excusa cuando las diferencias entre una escuadra y otra son tan abismales como las que se vieron en La Rosaleda.

Y no es que el juego del Sevilla fuera infinitamente mejor que el del Málaga, en absoluto se está comentando eso en lo referente al partido desarrollado por ambos en el Día de Andalucía, pero sí se pudieron constatar las distancias en el potencial desde el pitido inicial de Del Cerro Grande. Los hombres que vestían todo de negro eran mejores, así de fácil, y ni siquiera las rotaciones para refrescar a su plantilla por parte del técnico italiano podían disminuir las posibilidades de éxito en este duelo entre dos de las escuadras de la comunidad autónoma que celebraba su festividad.

Porque, aunque casi pueda tildarse de milagro, el técnico que dirige los destinos de este Sevilla sí optó en esta ocasión por meter sangre nueva en su once inicial. Si ya estaba previsto en la alineación inicial un total de cinco novedades respecto al Atlético de Madrid con las titularidades de Layún, Arana, Pizarro, Nolito y Ben Yedder, antes del encuentro también se caía Mercado y entraba en su lugar Kjaer. ¿Se hundió el mundo por ello?, ¿llegó otra hecatombe como la de Éibar? Por supuesto que no, hasta Del Cerro anotó en su acta un 0-1, tal vez pesaroso por ello.

Éste es el fútbol moderno, la asignatura principal para quienes se tienen que encargar de gestionar las plantillas a través de los diferentes cambios para hacer mejor a todo el colectivo. No se trata de manejarse con una hoja de excel como le sucedía a Berizzo en su afán por que todos llegaran frescos precisamente a este tramo del campeonato, pues eso conduce a nueve cambios en los futbolistas de campo y ahí sí que se convierte todo en una moneda al aire que puede salir cara o cruz con idéntico índice de probabilidades. Sí es necesario, en cambio, después de conseguir un once base ir metiéndole piezas nuevas para que se puedan sentir importantes y también aporten su valía, que por supuesto que la tienen.

Después del disparo al propio pie que supuso la experiencia de Éibar, Montella le había cogido mucho miedo a esa irrupción de los futbolistas menos habituales, aunque alguna vez tenía que cambiar esa tendencia y ser valiente a la hora de mover a sus piezas. Entre la obligación, por la lesión de Jesús Navas y la sanción de Escudero, y otras circunstancias como el evidente cansancio acumulado por N’Zonzi y Franco Vázquez, pues esta vez sí ingresaron cinco y hasta seis con esa baja final de Mercado. En el balance final, salvo la carencia de mala leche para sentenciar, aunque en eso no difieren mucho de los considerados titulares, tampoco se notaron en exceso las permutas. Igual podía haber pasado con quienes sí tienen la confianza absoluta del técnico.

El Sevilla salió mandón a La Rosaleda a pesar de que el Málaga se jugaba muchísimo en su afán por tratar de salir de la cola de la clasificación. Había orden evidente para muchos de no complicarse, de jugar fácil para el compañero y esperar a que llegaran tiempos mejores para arriesgar. Arana fue el más claro ejemplo de ello, pues rara vez pegó un voleón hacia arriba o buscó una arrancada para sorprender. El brasileño, al que Banega le dijo desde el principio que confiaba en él entregándole los tres primeros balones que tocó el argentino, no brilló en su debut, pero sí sacó con nota su misión de no tener ningún fallo y de siempre darle el balón a uno que vistiera de negro.

A partir de esa premisa fundamental en el credo de Montella, y con Nolito por detrás de la pobrísima pareja de medios centro del Málaga para armar el juego desde ahí, el Sevilla fue dando algunos pasos adelante. Particularmente llamativo fue un trallazo de Layún que Roberto pudo repeler sencillamente porque le fue al centro. Por la derecha el mexicano sí se asociaba algo más con Sarabia y aprovechaban las carencias defensivas de Diego González e Ignasi Miquel.

Lenglet pugna con En-Nesyri. Lenglet pugna con En-Nesyri.

Lenglet pugna con En-Nesyri. / Javier Albiñana

Se jugaba en esas zonas cuando un balón colgado desde atrás fue pésimamente despejado por Miquel, Nolito lo recibió solo en el centro ante la impericia de un Iturra que se caía y el sanluqueño le dio un pase de fantasía a Correa. El argentino definió como no suele hacerlo, además con la izquierda, y el Sevilla ya estaba por delante bien prontito.

No era mala cosa ésa contra un Málaga tan cogidito con alfileres, pero el lógico empuje del cuadro blanquiazul provocó que los de Montella se retrasaran en exceso, pegándose junto a Sergio Rico. Cualquier rebote podía ser peligroso, pero ni siquiera eso hubo en el área sevillista antes de que todo debiera quedar sentenciado al filo del descanso si a Ben Yedder no le hubieran anulado un gol absolutamente legal.

Es cierto que ni Banega ni Sarabia eran capaces de meterse de forma íntegra en el juego, que ambos parecían reservarse fuerzas para otras citas, pero el Sevilla también estuvo cómodo durante una segunda mitad en la que Sergio Rico no sufrió más allá de los balones colgados sin excesivo peligro. La mayoría llegaban por el lado de Rolán, que había ido a buscar a Layún.

Puro artificio, el Málaga jamás creó peligro cierto y el Sevilla sí debió finiquitar en una mano de Rosales, en una llegada de Nolito o en la opción final del Mudo Vázquez. Triunfo cómodo, pues, aunque sean tan difíciles de explicar esas fatiguitas ante un adversario tan menor...

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