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Jugadores e hinchas llegan a las manos

  • Perotti respondió a una provocación y perdió el móvil en el tumulto que se formó ante el parking del hotel Los Lebreros · "Quiero agradecer a todos los que me dieron su apoyo; este incidente no involucra a la afición", ha dicho en 'Facebook'.

El ambiente de tensión y crispación que reina entre los futbolistas del Sevilla y los aficionados no para de aumentar y parece haber entrado en una espiral tremendamente peligrosa. Si tras el partido de Copa del Rey ante el Valencia el foco de las iras de los hinchas fue Spahic, salpicando a Rakitic, ayer el turno fue para Perotti, que incluso llegó a las manos con un hincha que lo increpó a las puertas del hotel de concentración del equipo, pese a que los jugadores regresaron en autobús y no andando como era habitual hasta el pasado miércoles por la poca distancia entre estadio y hotel.

El argentino confirmaba este domingo el incidente en su muro de la red social Facebook. "Quiero agradecer a todos los que me dieron su apoyo y que escribieron en mi muro y los mensajes privados recibidos. Yo sé bien cómo es la afición del Sevilla y sé que este incidente no los involucra; esa gente no se merece formar parte de una afición tan grande", ha escrito.

El pasado miércoles, al final del encuentro de la Copa del Rey contra el Valencia, también ocurrió un incidente en los aledaños del Ramón Sánchez Pizjuán en el que se vieron implicados el defensa bosnio Emir Spahic y el centrocampista croata Iván Rakitic, quienes fueron increpados e insultados por varios seguidores sevillistas.

Pero la intrahistoria del caso comienza tras caer eliminado el Sevilla con el Valencia. La discusión que Spahic y Rakitic tuvieron con varios jóvenes hinchas en las inmediaciones del Ramón Sánchez-Pizjuán no fue la única, ya que según varios testigos, Perotti entró en una discusión verbal con un aficionado a través de mensajes de móvil, una discusión que se dilató en el tiempo los días posteriores, con amenazas por las dos partes.

Ayer, el autobús del equipo esperaba a los jugadores a la salida de los vestuarios, intentando evitar que algún jugador se fuera andando hacia el hotel y fueran el foco de las iras de los aficionados. Sin embargo, el autobús de los jugadores se detuvo en la puerta del parking del hotel, donde los jugadores guardan sus coches particulares, y en el principio de la rampa de entrada al aparcamiento (escasos cinco metros desde donde paró el autobús) Perotti fue increpado por un aficionado que, acompañado por otros dos, supuestamente se identificó como la persona con la que había discutido con él a lo largo de la semana por mensajes de móvil.

En ese momento se produjo el altercado. Jugador y aficionado llegaron a las manos, participando en la misma más futbolistas que acompañaban al argentino, como Cáceres y Medel hasta que otros como Kanoute y Negredo lograron apaciguar los ánimos de todo el mundo, llevándose a Perotti al interior del parking y dispersando a los hinchas que habían participado en la pelea.

Si dantesca fue la imagen de la pelea, surrealista fue ver minutos después a Marcelinio buscando por el suelo el móvil extraviado de Perotti, que finalmente fue entregado al delegado del equipo, Juan Martagón, por un aficionado que lo había encontrado. Con el tumulto acabado, se presentaron tres patrullas de la Policía Nacional, en total unos seis o siete agentes que pidieron información de lo ocurrido en una charla que se produjo en el interior del aparcamiento en la que Martagón relató lo ocurrido en presencia del jefe de seguridad del Sevilla, que había acudido al lugar de los hechos junto a miembros de la seguridad privada contratada por el club en el estadio.

Perotti, que había salido en la segunda parte contra el Espanyol, había recaído previamente de su lesión muscular en el muslo izquierdo, tercera lesión que se produce en esa zona y segunda recaída. A todo ello hay que unir que la afición le pitó varias veces.

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