Valencia-sevilla · la previa

Mejor soplar antes de sorber

  • El Sevilla debe capear la hostilidad de Mestalla, agudizada esta noche, para alimentar su sueño copero. Palop, que no juega desde el fiasco ante el Hannover, vuelve a la titularidad, pero Kanoute no viajó

No es día ni es hora de jugar al fútbol, pero las ilusiones personales de cada 5 de enero ceden su sitio hoy a otras de cariz más colectivo, las que sevillistas y valencianistas tienen depositadas en esa Copa que ya han degustado en este siglo que nos alumbra. El sorteo del pasado viernes 23, otro más con guasa, emparejó las bolitas del Valencia y del Sevilla, o lo que es lo mismo: dos gallitos que ansían lo mismo, el ardiente coliseo de Mestalla, Soldado frente a Negredo… Pura pasión a pesar del hielo que han vertido sobre el partido esos muñidores sin escrúpulos que son los programadores televisivos, que decididamente parece que no tuvieron infancia ni hijos a los que amar. Un partido a las diez de la noche es intempestivo un día cualquiera, pero aún más cuando los Reyes Magos se encaminan a los hogares, ¿cierto o no?

En la capital levantina son muy conscientes de que el día y la hora es un hándicap para que el factor campo juegue a su favor en este primer envite. Y por ello han puesto en marcha toda la maquinaria propagandística para animar al personal a acudir al estadio. Desde los jugadores hasta los medios de comunicación (aquí toman partido, y de qué manera), el mensaje ha caído como una enorme bomba de napalm por todo el territorio valenciano. Emery echó el primer chorrito de gasolina al recordar las cuentas pendientes que hay con el Sevilla. Y la infantería mediática ha irrumpido con los lanzallamas: lo tenían a huevo con la expulsión de Aduriz en el partido de la primera vuelta de esta Liga en Nervión, cuando el rudo delantero vasco cayó en la provocación de Spahic y Fernando Navarro. ¿Qué hubiera pasado si las tornas se hubieran invertido, Negredo cae en la trampa de Rami y Víctor Ruiz y el Valencia gana con uno menos? Seguramente, por Valencia argumentarían que el fútbol es de listos… Depende del prisma con el que se mire.

Emery, al encender el fuego, evidenció que aún le escuece lo que sucedió en los cuartos de final de hace tres años, cuando el Sevilla de Jiménez los eliminó gracias a aquel gol de Squillaci como más duele, en el último minuto. El entorno del equipo che, tan beligerante con el enemigo como crítico con los suyos, situó entonces en el disparadero a su entrenador por su conservadurismo con todo a favor. Y eso lo tiene clavado Emery. O eso parece. El buen entrenador vasco no termina de llegar al corazón del valencianismo a pesar de haber atornillado a su equipo a la tercera plaza del fútbol español, porque la alegría de revalidar el pase directo a la Champions ha dado paso a la amargura de una temprana eliminación. Él sabe que si su crédito no es pleno, se debe en parte a episodios como los últimos vividos con el Sevilla: siempre ha perdido en Nervión, e incluso en el último pulso en Valencia, con aquel gol de Rakitic y la enésima exhibición de Varas.

Pendencias aparte, estamos ante un partidazo en toda regla. Juegan el tercero y uno de los aspirantes a arrebatarle esa posición de privilegio, la mejor a la que aspiran los humanos de esta Liga, que los dos sobrehumanos juegan a otra cosa. El Valencia, hoy 9 puntos por encima de su visitante en la Liga, se siente fuerte en casa, liderado por Roberto Soldado, el mejor goleador español del campeonato por ahora. Y enfrente estará Álvaro Negredo, el mejor realizador español de la pasada Liga, que además es uno de los hombres que se ha venido interponiendo entre el nuevo ídolo del valencianismo y la selección española. Un duelo de pistoleros dentro de un duelo de gallos.

En lo que va de campaña, Soldado ha desenfundado su revólver más y con más tino que Negredo. El sevillista no termina de reencontrarse consigo mismo desde que salió de su lesión, ve que la competencia por la selección es feroz y la obsesión por no volver a caer del tren, como ya le pasó antes del Mundial de Sudáfrica, está lastrando su juego.

Pero el estado de forma de sus referentes ofensivos no es el único motivo por el que el Valencia le enseña la matrícula al Sevilla en la Liga. Si los levantinos han vuelto a asimilar la marcha de una estrella, en esta ocasión Mata, para reorganizar su plantilla y elevar el nivel en varios puestos, el Sevilla debe confirmar aún si es mejor equipo que la temporada pasada. Entre puntales que lo son cada vez menos por la edad, refuerzos que aún deben justificar su llegada y piezas maestras sumidas en la irregularidad, la trayectoria de los blancos no es firme.

Además, Marcelino no da con la tecla. Bajo el 4-4-2 el juego era muy inconstante, la seguridad defensiva radicaba más en la respuesta de Javi Varas que en la solidez colectiva y el desequilibrio táctico era evidente. Ahora, con el 4-1-4-1, el Sevilla tiene más la pelota, concede menos llegadas a su portería… pero anda sumido en una ineficacia rematadora que lo condena al fracaso. Sucedió ante el Levante y el Real Madrid, y si no lo acusó ante el San Roque fue por la aparición, una vez más, de Kanoute. Pero hoy no estará el franco-malí. Serán otros los que deban sofocar el fuego de Mestalla: antes de dar el sorbo, esta noche conviene soplar...

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