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Tiempos de protagonistas

  • El Sevilla se apoya en la notable aportación individual de Konko o Cigarini para lograr la remontada · Los actores secundarios también piden paso a Álvarez

El golpe encajado en la previa de la Champions había encendido más focos de los habituales sobre los futbolistas del Sevilla, que visitaba al Levante con más obligaciones abstractas que las estrictamente relacionadas con la búsqueda de los tres puntos.

El primer encuentro liguero debía servir de escenario para la aparición de protagonistas, los únicos capaces de convertir en resbalón aquello que puede suponer una caída. En este sentido el primer elegido para ser protagonista en el encuentro fue Cigarini. Su capacidad para caer a ambos lados de la balanza es notable. Apareció de forma negativa con una mano que provocó el 1-0. Sin duda, una mala decisión de la que se arrepintió al instante de haber movido el brazo encontrándose en una barrera dentro del área. Pero no tardó en pasar de antagonista a protagonista. Levantó las manos de nuevo, esta vez en un saque de esquina, para iniciar una jugada de estrategia que acabaría con las tablas. Medio perdón. El resto lo consiguió con lo que mejor sabe, con la virtud por la que el Sevilla se fijó en él este verano, con un reparto de pases que abrió espacios en la defensa levantinista y facilitó la labor de una zona atacante que se movió con mayor fluidez en torno a él.

Pero si hubo un protagonista, fue Konko. El marsellés, ajeno al valor de exteriorizar la intensidad en demasía, se olvidó ayer de sus problemas físicos para anotar dos goles y enseñar al sevillismo que con él también puede existir un lateral que abandone la cal con sentido. Lograr un doblete en la primera jornada debe resultar el mejor aliciente para que por fin confíe en sus posibilidades y logre una continuidad que hasta ahora resultó su principal hándicap.

Todo ello con cambio de sistema en liza. El peligro del desnudo en el centro del campo desaparece cuando el triángulo formado por Cigarini, Renato y Zokora gana en cercanía. La noche de nombres propios seguía su turno al ritmo de remontada. Perotti, desilusionado en el triste final ante el Sporting de Braga, sigue pidiendo a gritos focos de responsabilidad. Acelera, frena, desborda y cambia la dirección de sus carreras a su antojo. Lo hace incluso cuando no tiene acompañante.

El Levante perdió su escaso poder de meter miedo con el paso de los minutos. Fue víctima de su inferior nivel en el enfrentamiento individual y eso fue mérito del buen rendimiento de cada pieza sevillista, aquellas que tuvieron en sus pies apagar las llamas encendidas y dar un paso al frente por la consolidación de una tranquilidad ausente.

En la noche de los protagonistas, también hubo sitio para los actores secundarios, los que en estos tiempos buscan afianzarse a la caza de una oportunidad más probable que nunca. En este escenario entra José Carlos. El canterano ya demostró en la Champions que puede aportar cosas al equipo en numerosas facetas, sobre todo las relacionadas con la creatividad en la zona de tres cuartos, aquella en la que no está prohibido inventar lejos de la línea de banda. Una asistencia en sus escasos minutos para iniciar una campaña en la que no quiere repetir números estadísticos.

Y todo ello sin algún nombre propio habitual, como Luis Fabiano, destinado a ser protagonista de un Sevilla que también se acordó de un ausente siempre presente como Antonio Puerta, fallecido hace tres años.

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