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2-0 a todos los debates

  • El Sevilla afrontará el partido de vuelta con un claro resultado a favor tras imponerse a un buen Getafe. Jiménez acertó al meter a Romaric por Negredo en medio de la pitada del público

Minuto 36 del partido. Manuel Jiménez se reconcome en sus adentros al percatarse de que se ha equivocado con la alineación inicial. Ha repetido la misma pareja de delanteros que cayera derrotada ante el Getafe en la Liga en la creencia de que uno de los dos, o Luis Fabiano o Negredo, apoyaría al centro del campo, pero no, ambos juegan de lo que son, de delanteros. Y el Sevilla sufre de lo lindo ante un adversario que tiene el control del juego y acapara los piropos de todos los expertos con un solo punta de verdad. En ese momento, el técnico nacido en Arahal toma la sublime decisión, sí sublime, de admitir que se ha equivocado, tal vez por no ser fiel a sus ideas y atender a las indicaciones que le llegan desde el entorno. "Árbitro, cambio", se oye, Romaric por Negredo y la grada explota en el debate más injusto, junto con el que sufriera Enrique Montero en su día, que se haya vivido en el Sánchez-Pizjuán. La bronca fue colosal, casi unánime, pero el fútbol, a veces, es justo, el Sevilla le dio la vuelta al partido y se lleva un 2-0 de ventaja para el choque definitivo en Getafe.

Así es el fútbol, un deporte que únicamente depende de los resultados, exclusivamente de ganar los partidos y, mejor aún, optar a conquistar títulos. El 2-0 no se sabe si será definitivo o no, eso lo dirá el tiempo, pero lo que sí es incuestionable que fue una goleada a los debates, a aquellos que creen entender mucho más que los profesionales que manejan los hilos de una plantilla. Porque es muy bonito jugar con cuatro delanteros, Negredo, Luis Fabiano, Jesús Navas y Perotti, porque los dos extremos también lo son, pero la pócima mágica de este juego responde por hallar el equilibrio.

Eso, precisamente, fue lo que buscó Jiménez, el mismo que anteriormente había errado en la creencia de que todo sería diferente, cuando introdujo a Romaric por Negredo. ¡Por Dios, un centrocampista por un delantero con 0-0 en la ida de unas semifinales coperas en casa! ¿Cómo va a ser eso, hombre? Un 80 por ciento de la grada estalló en silbidos contra el cambio y el tiempo se encargaría de demostrar que, entonces, cargaban contra sus propios intereses.

Porque, con independencia del resultado final, que fue favorable a los sevillistas por un montón de circunstancias, entre ellas, por supuesto, la fortuna, el Sevilla mejoró una barbaridad desde que Jiménez tomase la acertadísima medida de deshacer el error de la alineación inicial. Desde ese minuto 36, el glamouroso Getafe, ese equipo tan exquisito que se planta en el campo con un solo delantero, pues los extremos, particularmente Pedro León, y el mediapunta están más cerca del centro del campo por muy ofensivos que sean, estaba monopolizando la posesión del balón. Lógicamente, los anfitriones sufrían, entre otras cosas porque Zokora, inseguro de su físico tras la Copa de África, no se atrevía a dar el paso adelante para equilibrar el número de elementos que había en la zona ancha del campo.

El Sevilla padeció y, afortunadamente para él, eso no se plasmó en el marcador porque el Getafe, escaso de delanteros, cabe insistir, sólo tuvo dos ocasiones claras a través de Manu del Moral. Una la desbarató Palop con una gran parada con el pie; otra la deshizo Adriano de manera providencial. El epílogo sería una buena intervención de Palop a disparo de Casquero, justo en el instante en el que se producía el cambio.

Romaric por Negredo, minuto 36, menos mal que Jiménez osó a soportar la pitada que la grada le tenía guardada desde hace muchísimo tiempo. El juego viró por completo, el Sevilla comenzó a tener la pelota más tiempo y empezó a aparecer en el área, no a vivir en ella para solaz de Cata Díaz y compañía. Y que nadie diga que fue cuestión de suerte marcar en la prolongación del primer periodo, pues Luis Fabiano ya había combinado con anterioridad con Jesús Navas en una llegada de Renato para que Ustari realizara un soberbio paradón y evitara el 1-0. Es más, el propio Luis Fabiano no pudo controlar bien otro balón franco entre esa jugada y el primer gol nervionense.

Lo cierto es que el debate se había cerrado con prontitud, justo antes del descanso y muchos aún se deberían estar preguntando entonces la razón de sus silbidos. El segundo periodo puso a cada cual aún más en su sitio, pues el Getafe, que juega y muy bien, ya no sería nunca el dueño absoluto de la situación. Lo intentó, claro que sí, pero se limitó a algún remate de cabeza de Soldado. Y el Sevilla adoptó una postura mucho más realista, pues se dedicó a controlarlo todo como mejor le convenía a él y no a los exegetas de un fútbol de ataque que jamás de los jamases se corresponde con el número de delanteros. El fútbol no es acumular gente arriba sino sentirse sólido atrás para llegar con más elementos al ataque. Así dominó el Sevilla al Getafe tras el intermedio y así llegó un segundo gol, bendita suerte dirán quienes sienten la causa nervionense, para que la eliminatoria, la final, a día de hoy, esté mucho más cerca para el Sevilla. El debate, ahora sí, queda abierto. En los bares, en las oficinas, en los mercados, en las calles, en las emisoras de radio; no en el campo de fútbol.

SEVILLA: Palop; Adriano, Escudé, Stankevicius, Fernando Navarro; Jesús Navas, Zokora, Renato, Perotti; Negredo (Romaric, min.36 -- Duscher, min.87--) y Luis Fabiano (Kanouté, min.68).

GETAFE: Ustari; Cortés, Mario, Cata Díaz, Mané; Boateng, Casquero, Parejo (Albín, min.72); Pedro León, Soldado y Manu (Miku, min.80).

Árbitro: González Vázquez H (gallego). Repartió errores para unos y otros, como es habitual en él.

Tarjetas: Amarillas Soldado (30'), Zokora (35'), Romaric (70'), Adriano (74'), Stankevicius (85') y Duscher (89').

Goles 1-0 (47'+) Luis Fabiano. Gran jugada por la banda derecha del Sevilla. Adriano combina con Jesús Navas y éste prolonga hacia el brasileño para que su centro sea rematado por Luis Fabiano de cabeza en el segundo palo bombeado. 2-0 (80') Mario, en propia puerta. Romaric lanza una contra que finalmente acaba peinando Kanoute hacia Jesús Navas, éste entra por la banda y su centro toca en Mario para sorprender a Ustari.

Incidencias: Encuentro de ida de las semifinales de la Copa del Rey disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán ante unos 30.000 espectadores y una persistente lluvia.

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