El saturado calendario, con tanto partido de Liga y Copa, obligaba a rebañar las reservas de energía ante Osasuna. Y a hacerlo con inteligencia, aguardando la oportunidad para resolver arriba con calidad. El Sevilla así lo hizo en ese contragolpe bien llevado por Capel (calidad en la conducción, el desborde y el centro) y Luis Fabiano (calidad en el remate). Luego, a asegurar atrás: el desgaste dificultaba la ya de por sí limitada capacidad que tiene este Sevilla para imprimir ritmo y sostener el ataque.
Defensa
La entrada de Fazio supuso, primero, ganar casi todos los balones colgados desde atrás por el portero Ricardo o por algún defensa osasunista. Y ganarlos bien, con cabezazos bien dirigidos o con controles y descargas del juego hacia un lado u otro. El argentino exhibió un tono físico boyante. Nunca será rápido, pero con su tranco, si anda con soltura, se anticipa. Lo hizo siempre, dejando a Pandiani de resignado figurante.
El rendimiento de Fazio dio confianza a sus compañeros de línea. Escudé, uno de tantos que necesita descanso, se complementó a la perfección con el gigante y tiró de oficio para anticiparse también con su estilo limpio y sereno.
Los laterales completaron el balance defensivo. Lo mejor de Stankevicius y Adriano fue el arrojo y la agresividad que mostraron para acudir a presionar lejos de su rincón, incluso en campo rival. Y lo hicieron sin cometer faltas casi nunca, lo que hubiera sido una puerta peligrosísima para que se colara el golpeo de Puñal y la capacidad de Pandiani para cazar cualquier rebote.
Ataque
Las fuerzas son las que son. No hubo dinamismo en los ataques estáticos y tuvo que ser al contragolpe cuando apareció el chispazo de calidad.
Luego, con más espacios, las bandas percutieron con insistencia. Jesús Navas, que es humano, acusó la acumulación de minutos y no tomó buenas decisiones. Pero tiró del grupo, como Capel o Perotti luego. Negredo hizo poco por aprovechar los numerosos centros desde las alas.
Virtudes
Fazio encajó y aseguró la consistencia. La calidad decidió otra vez.
Talón de aquiles
Por ahora le cuesta imprimir ritmo.
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