El derbi sevillano · la presentación

A morir con sus ideas

  • El pulso número 83 de Betis y Sevilla en Primera llega con más igualdad de la que reflejan plantillas y presupuestos · Vienen jugando mejor de lo que dicen los resultados, pero en el caso de Marcelino el crédito se agota al tiempo que la presión crece.

La sensación de vacío se dilató por aquella huelga de la AFE que aplazó la primera jornada. Pero ya está aquí. No será bajo las calores agosteñas, reinará ese viento gélido que suele soplar por Heliópolis en enero. Dos temporadas después regresa la máxima expresión del fútbol según Sevilla, esos derbis enraizados en los mismos tuétanos de la ciudad. El que se anuncia para el sábado a las diez será el derbi número 83 en Primera. Hay buen rollo entre los rectores de los clubes, también entre los entrenadores. Otra historia es la onda que perciben Mel y Marcelino desde la grada. Los compañeros de Canal Sur Radio le plantearon al asturiano en pretemporada si "está el Betis en condiciones de competir con el Sevilla". Soltó sin dudarlo un monosílabo: "No". La realidad, hoy, dice "sí". Y esa realidad apura más al que pronunció esa palabra.

Creer o no creer

Mel deja claro que muere con sus ideas; y Marcelino puede morir con las suyas. Cuando el preparador bético cerró su manual e impelido por esa racha de derrotas dictó a regañadientes que casi todos jugaran por detrás del balón, apareció un Betis menos competitivo, incómodo a contraestilo. Ese partido en Cornellà o la primera parte de Pamplona terminaron de convencer a todo el beticismo de lo que Mel defiende a machamartillo, que su bloque está hecho para jugar con alegría, tener la pelota y atacar. No hay mejor ejemplo que el del pasado domingo en el Camp Nou. Luego, el rival podrá ser mejor, o tener más pegada, o más suerte. Pero el Betis ya sabe que irá donde sea con su ideario. A la hoguera, incluso. Y en el derbi será fiel a su estilo: los jugadores creen en él.

De lado sevillista, el equipo no se siente tan reforzado hoy con el patrón que propugna Marcelino, ese que suele entregar, al menos por ahora, el centro del campo al rival por la escasez de medios o la endeblez física de los mismos. Su rueda de prensa en la escalinata del Hospital Virgen Macarena reflejó que por ahora, el juego potencial del actual Sevilla está por debajo del juego que se ve sobre la hierba. No hay una comunicación plena entre las órdenes del mando y lo que interpreta la infantería. A veces, la orquesta suena afinada. Pero pocas veces en una sinfonía completa: un rato en Vallecas, otro en el Ciudad de Valencia, la primera parte ante el Valencia en Copa, o ante el Espanyol... Al Sevilla le falta mantener su ritmo, su trazo competitivo. Pero como las exigencias son mayores del lado sevillista que del bético, el crédito de Marcelino es hoy mucho menor que el de su colega madrileño ante la afición. ¿Y ante sus jugadores? De los 22 partidos oficiales ante equipos de su misma categoría, el Sevilla ha ganado esta campaña siete. Y son las victorias las que refuerzan los conceptos. Mel lo comprobó la campaña pasada.

Una presión desigual

Por ese contraste en el respaldo de los entornos, es impepinable la mayor presión que este sábado deberá soportar el banquillo de los visitantes. Una prueba de madurez y carácter para el asturiano. Y que los sevillistas no se llamen a engaño, si el Sevilla visitara El Molinón o La Romareda, también tendría que lidiar el técnico semejante toro. La presión mana de los números, no del rival en cuestión: son nueve los puntos de desventaja de los sevillistas con respecto al tercero, el Valencia, y cinco con el cuarto, el Levante; los rojiblancos han logrado un punto de los últimos 12 y el objetivo de acabar la primera vuelta por encima de los 30 puntos es ya una quimera, lo hará con 30 si gana en el Villamarín. Pero si pierde, quién sabe si el crédito de este proyecto se agota ya del todo.

Mel llega al derbi después de tres victorias seguidas y una derrota de la que el Betis extrajo una lectura positiva: obligó al Barça a apretar de verdad y sólo claudicó ante el mejor equipo del mundo cuando se quedó con diez. Hoy, el Betis está cuatro puntos por encima del descenso. Es lo que se le pide. El madrileño mantiene a su equipo en la zona templada y, con casi media Liga consumida, el Sevilla suma sólo tres puntos más. Como los de Nervión están llamados a otras aspiraciones más altas sobre el papel, la presión es mucho mayor hoy para el entrenador asturiano. Tanto, que una derrota especialmente dolorosa lo puede condenar.

Resortes desconocidos

Mel detecta más respaldo del entorno, su estabilidad es mayor. Pero también pondrá más vísceras durante el pulso. Por su carácter fogoso, y por su vínculo con el club que le paga, más estrecho por su pasado como jugador y por su condición de bético confeso. Y esa pasión añadida puede jugar en su contra a poco que pierda las riendas y una acción determinada del partido encienda la chispa.

Marcelino también muestra un carácter poco flemático durante los partidos, los vive con una pasión que muchas veces resulta contagiosa para sus pupilos. Pero en la balanza, cuando Velasco Carballo ordene que el balón eche a rodar, el corazón no va a pesar tanto como en el caso del entrenador bético, que además no ha dirigido jamás un derbi y desconoce esos resortes tan especiales, los que tan bien manejaban en su día Lorenzo Serra o Joaquín Caparrós. Marcelino tampoco lo ha hecho, pero este derbi es más derbi para el preparador bético que para el sevillista.

Las particularidades de un derbi resultan muy desconocidas para la plantilla bética. Sólo Casto (un partido), Nelson (dos) y Juanma (uno) saben lo especial que es un partido con el vecino. La última vez que se enfrentaron Betis y Sevilla, en febrero de 2009 en Nervión (1-2), en la plantilla verdiblanca aún figuraban jugadores muy baqueteados en estas lides, como Juanito, Arzu, Melli, Capi o el propio Ricardo Oliveira.

De lado sevillista la experiencia es bastante mayor: Jesús Navas y el ausente Kanoute tienen 10 derbis a sus espaldas, Palop nueve, Escudé siete, Reyes cinco y tanto Fazio como Fernando Navarro, uno.

Los canteranos aportan un plus en estos partidos, y no serán pocos, aunque la mayoría no vaya a gozar de la titularidad. En el Betis, jugaron partidos de la máxima rivalidad en categorías inferiores Casto, Isidoro, Cañas, Beñat, Pozuelo, Ezequiel... y Salva Sevilla, aunque éste en la otra acera; en el Sevilla, jugaron derbis chicos Armenteros, Campaña, Fazio, Javi Varas, Jesús Navas, Luis Alberto, Luna, Perotti y Reyes. Es probable que en los locales sean titulares cuatro canteranos (Casto, Isidoro, Cañas y Beñat), tantos como en el Sevilla (Javi Varas, Fazio, Navas y Reyes).

La suerte suprema

No han sido pocos los partidos de esta Liga en los que el juego no se ha visto reflejado en el resultado. Le pasó al Betis en su nefasta racha de nueve derrotas y un solo empate, y le está pasando ahora al Sevilla. Y la clave radica en la ineficacia rematadora de unos y otros. El Betis suma 21 goles en 18 partidos, un registro más discreto que el de sus abundantes remates, 267 (14,8 por partido). El Sevilla ha marcado sólo 19 golitos, no arrojaba una producción goleadora tan pobre desde la Liga 2002-03, la última en la que se quedó sin clasificarse para competiciones europeas. Y ha rematado 262 veces (14,5 por partido). Dos equipos que llegan a rematar casi 15 veces por encuentro, y que apenas superan el gol por partido de media: pura ineficacia. Y ya se sabe que en estos partidos de tensión extrema, las ocasiones escasean y ser resolutivos es primordial.

El Betis sólo ha marcado 11 goles en sus 8 partidos como local. Por ello, entre otras cosas, sólo ha ganado en la mitad de sus comparecencias ante su nutrida y fiel hinchada. Y el Sevilla sólo ha marcado cuatro tantos en sus ocho salidas; por eso sólo ha ganado una vez a domicilio.

Sin la pelota

Y si en ataque ambas escuadras deben ajustar su punto de mira para aprovechar sus abundantes llegadas, en el plano defensivo son los heliopolitanos los que deben hacer mejor sus deberes. Han encajado 10 goles como locales, uno menos de los que han hecho, y sólo en tres de sus ocho partidos en el Villamarín han dejado su portería a cero; en el caso del bloque de Marcelino, la solvencia defensiva lejos de Nervión es sin duda una de sus virtudes, pues en cinco de sus ocho desplazamientos lograron mantener su portería imbatida, y una de ellas fue en el Camp Nou.

Las estadísticas son muchas veces engañosas en el fútbol, pero en este caso el algodón no engaña. El Betis sufre mucho sin la pelota, por eso la quiere, y Mel espera con justificada impaciencia la llegada de algún central.

Los que no estrán

Y precisamente Mario, la pieza más solvente de la línea defensiva del Betis, se perderá el derbi por su doble amarilla en el Camp Nou. Supondrá un quebradero de cabeza para Mel, que no dispone tampoco de Amaya. Una alternativa es Ustaritz, cuyo rendimiento ha sido decepcionante, y otra readaptar a Cañas, pero se antoja clave el papel que el canterano puede desempeñar en la medular el sábado. He ahí la disyuntiva.

En el Sevilla también son seguras las bajas de Kanoute y Perotti, en espera de que Palop se recupere o no. Y Kanoute es Kanoute, por mucho que hoy suela ser suplente. De los más de 130 goles que ha hecho en el club, cuatro los hizo en derbis. Los béticos se toman con alivio la ausencia del gigante.

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