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Un partido y dos destinos

  • El Sevilla, a reflejar ya las señas de Míchel y cambiar su faz de perdedor ante Osasuna para salir de la zona baja antes de que se atornille a ella. Medel y Spahic vuelven a la lista-

No han sido pocos los partidos enjundiosos que han disputado Sevilla y Osasuna en la historia moderna del fútbol español, entre encuentros decisivos para una clasificación europea (ese 1-0 de Julio Baptista que acabó a mordiscos en el cierre de la Liga 2003-04), o pulsos en busca de una clasificación para unas semifinales de Copa, como ocurrió en 2003 y en 2005. El pulso de más calado se disputó el 3 de mayo de 2007 en Nervión y con él se cobraron los sevillistas todas las deudas pendientes con el bravo equipo pamplonés, pues con su victoria por 2-0 sellaban su pase a su segunda final consecutiva de la Copa de la UEFA, que luego ganarían al Espanyol en Glasgow.

Y lo que son las cosas. Otro Sevilla-Osasuna en los carteles para esta noche, y de nuevo se anuncia un partido extraordinario, de los que se destacarán en los análisis de la temporada sevillista cuando ésta expire. A diferencia de los casos referidos, en juego no hay una clasificación para una final continental, como en 2007, pero no es una exageración afirmar que el club de Nervión se juega en estos 90 minutos la posibilidad de girar el volante para empezar a abandonar el peligroso carril de los que lucharán por la permanencia... o dejar atrás ese desvío hacia objetivos más nobles y discurrir por el peligro callejón de los angustiosos hasta que el campeonato se consuma allá por mayo.

Desde el presidente al recién llegado Míchel, o al mismo Kanoute, uno de los líderes del vestuario sevillista, se han encargado de pregonar la trascendencia de la cita ante Osasuna, por si algún sevillista no es consciente de ello. El Sevilla, después de ¡ocho jornadas! sin ganar, con apenas dos empatitos ante Espanyol y Betis en esa serie para el sonrojo, se ha metido en un cenagal del que debe salir a la voz de ya si no quiere hundirse hasta el cuello y atornillarse en la lucha más dramática hasta el fin.

Ganar, sólo ganar esta noche. Ganar como sea. Aun de la forma más afortunada, más deslucida o, por qué no, hasta indecorosa. Pero ganar. Ha llegado el Sevilla a un punto en que se antoja una insensatez elucubrar más sobre las posibilidades europeas, que si la cuarta plaza aún está a mano (seis puntos) o la sexta a cinco. ¿Por qué? Porque esas cuentas sobran en un equipo que ha sumado dos puntos de los últimos 24... y tiene el descenso a tres. Lo resumió el propio Del Nido: "No hay que mirar para abajo ni para arriba".

El presidente reclamó para sí la presión el jueves en Brenes, al tiempo que pidió a la afición un apoyo sin concesiones, sobre todo si pintan bastos, que ya habrá ocasión de pedir cuentas a los jugadores cuando acabe la temporada.

Hay coincidencia en que la plantilla blanca, aun sobrevalorada, no es ni de lejos para figurar en la decimotercera posición de la tabla después de 22 partidos. Pero en el deporte profesional la cabeza, la mentalidad, es fundamental y si continúan desgranándose jornadas sin que el Sevilla gane, los propios jugadores pueden llegar a creer que sí, que lucharán por no bajar porque no están para más. Es la "inercia negativa" de la que habló Kanoute el miércoles. La inercia que se corta... con una victoria. Si llega ésta, el Sevilla afrontará con otro ánimo y más confianza los partidos ante Valencia y Atlético .

Y el propio Kanoute reconoció que está en los jugadores revertir la situación, que aún no ha nacido el entrenador milagro que sea capaz de hacer un equipo ganador si los jugadores no ponen sobre la hierba un mínimo de carácter competitivo, de fe, de ardor, de orden.

Míchel es el primero que lo sabe, y poco ha tardado en repescar a Medel y Spahic después del castigo para dar ejemplo por su pelea de la pasada semana. Ambos, sobre todo el chileno, deben ser piezas fundamentales para sacar al Sevilla del atolladero y devolverlo al carril de los aspirantes a Europa. También sabe el nuevo entrenador que Reyes tiene que ser la piedra angular para la construcción del juego, la fuente que surtirá de fútbol a los extremos y los rematadores, por eso agradecerá que el utrerano fuerce para estar a su disposición.

En Anoeta apenas se notó la mano de Míchel. Hoy, es hora de que se refleje ya su trabajo intersemanal. Que sus cambios de piezas (Cala atrás, Campaña en el medio, Reyes al timón) y su trabajo psicológico (Coke, Navas, Manu, Negredo...) se vean reflejados sobre la hierba. Y que así comparezca un equipo ordenado, solidario, firme en sus conceptos, capaz de apretar arriba, embotellar a Osasuna e insistir, percutir sin desesperarse si el gol no llega.

¿El aficionado más exigente hará de tripas corazón y alentará a los suyos vea lo que vea? Más vale que así sea: el sevillista que acogió aquel pase a la final de Copa de 2010 con más quejas que júbilo también se debe sentir responsable de que su equipo, hoy, se encuentre en una peligrosísima encrucijada. Esta noche, un partido y dos destinos: girar para ir retomando el carril de los aspirantes a Europa, o adentrarse aún más, quizá de forma casi definitiva, en el camino de los condenados a sufrir.

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