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La respuesta de la vieja guardia

  • Los 4 capitanes y únicos supervivientes de la plantilla de los títulos juegan juntos, y deciden, por primera vez desde la eliminatoria ante el Hannover en agosto

Palop firmó un partido prácticamente perfecto; Kanoute acabó siendo clave pese a su limitado físico y a que Míchel debió sacarlo antes del campo; Escudé mantuvo el tipo ante Soldado y Aduriz; y Jesús Navas desequilibró el marcador en Mestalla con dos acciones decisivas en los goles, en el primero centrando y en el segundo, marcando.

Míchel obtuvo una respuesta óptima a la fórmula que ha elegido a su llegada al Sevilla. En Valencia coincidieron por primera vez desde el mes de agosto juntos en una alineación titular los cuatro supervivientes de la plantilla de los cinco títulos. Palop, Escudé, Jesús Navas y Kanoute, los cuatro capitanes (a los que habría que sumar un quinto, Negredo) no coinciden en un once titular desde la doble cita europea ante el Hannover 96 (18 y 25 del octavo mes del año), encuentros que significaron el debut de Marcelino y que acabaron siendo de infausto recuerdo para el entrenador asturiano, historia ya en el Sevilla.

Míchel lo ha tenido claro desde el principio y su apuesta de devolverle los galones al que retuvo ha servido para reforzarse a sí mismo y dar poder a profesionales que fueron ídolos en el sevillismo y que languidecían en un triste segundo plano. Se trataba de ganarse aliados de peso en la plantilla, de coger el toro por los cuernos, de que alguien con peso asiera con las dos manos el estandarte y se pusiera al frente. Que alguien capacitado para hacerlo pudiese mirar a los ojos fijamente a más de uno en el vestuario... De todo eso hay un poco en la fórmula elegida por el entrenador madrileño, que luego tuvo el espaldarazo con el resultado, como le ocurrió en su presentación en Nervión ante Osasuna.

Ya lo vio claro con Palop, su primera apuesta de riesgo. En su tercer partido de Liga, no fue providencial con una acción concreta como en la que salvó con Lamah hace una semana, pero irradió seguridad, ese aura de tranquilidad que llevaba consigo en sus buenos tiempos. Valiente y atento en las salidas, aunque en una hizo temer por el resultado recordando cierta decisión en Santander que le costó un año de suplencia, seguro por alto y hasta muy atinado con los pies -uno de sus hándicaps-, mucho más sacando con la mano, el valenciano disparó su crédito.

Delante de él, Escudé despejó las dudas que podía haber en torno a él. Con la baja de Fazio por lesión, Míchel pudo elegir entre el francés y el joven Cala, pero decantó la balanza de nuevo por el efecto de los galones, saliendo cara la moneda. Escudé, bien acompañado por una buena versión esta vez de Spahic, rayó a buen nivel ante dos delanteros de altura como Soldado y Aduriz.

Otro capitán, otro de la vieja guardia que también cuenta aunque en su caso juegue siempre, es Jesús Navas y éste tampoco se iba a quedar atrás. El palaciego, sin estar aún cerca de su mejor momento, fue ese jugador incisivo que acabó derrotando al Valencia en dos acciones con su firma. Hizo la jugada del primer gol con un centro que, rozado por Rakitic, remató en plancha Medel y, además, se convirtió en certero goleador en la jugada que decidió el partido. Y ahí es donde apareció Kanoute, quizá el más flojito de los cuatro, pero... siempre temido con su inmensa figura. Fue de menos a más y, paradójicamente, cuando muchos pedían el cambio por su mermado físico, emergió ofreciendo desahogo arriba y, sobre todo, intimidación. Su acción en el segundo tanto fue el triunfo de la decisión de Míchel de mantenerlo. Falló primero en el control, pero alargó su gigantesco pie para poner en bandeja el 1-2 a Jesús Navas. Los galones son los galones. Todos en pie.

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