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El río vuelve a su cauce (1-0)

  • El Sevilla ni siquiera necesitó oportunidades claras de gol para derrotar a Osasuna y demostrar jerarquía en su fútbol. Luis Fabiano marcó con un cabezazo digno de los mejores arietes

Triunfo importante para el Sevilla y no sólo por los tres puntos, que ya lo son por sí mismo, sino por la imagen mostrada por el equipo de Manuel Jiménez. Los blanquirrojos ni siquiera necesitaron gozar de oportunidades claras de gol para demostrar que vuelven a ser un conjunto sólido. Así se mostraron contra Osasuna y no tuvieron nada que ver con la pantomima de fútbol que protagonizaron tanto contra el Zaragoza, en la Liga, como en su visita al Getafe, en la Copa. Si a eso se le añade que ya comienzan a sumarse hombres como Fazio, pues cabe convenir que fue un partido redondo pese a que el resultado de 1-0, corto sin duda para jugar en casa, pudiera inducir a pensar en lo contrario.

Pero ese 1-0 del marcador final, que vale un potosí, sobre todo si se valora que el adversario llegaba después de cuatro triunfos consecutivos, sí cuatro, en esta competida Liga BBVA, no puede ensombrecer para nada el juego que practicó ayer el Sevilla. Nada que ver con los precedentes más inmediatos, pues sobre el césped de Nervión se manejó un auténtico equipo de fútbol, un grupo de hombres que sabían lo que querían en cada momento y que metían la pierna con intensidad en todas las acciones del choque. Y Luis Fabiano se encargó de ponerle la guinda, menudo adorno, a semejante pastel con un testarazo impresionante que supuso el único gol del encuentro.

Tiempo para desmenuzar esas primeras impresiones y otro apunte importante, que el Sevilla apenas acusó el esfuerzo copero del pasado miércoles frente a un Osasuna que entrenaba ese día tranquilamente en Tajomar con la mente centrada en exclusiva en la cita de ayer. Al menos eso es lo que transmitió el equipo de Jiménez, pues otra cosa dirán las piernas de los que ayer tuvieron que emplearse a fondo en el Sánchez-Pizjuán. En su afán por ocultar ese desgaste físico, y también psíquico, el entrenador sevillista optó por refrescar al conjunto con sólo cuatro incorporaciones nuevas, concretamente Stankevicius, Fazio, Diego Capel y Kanoute.

Tampoco había aún muchos más elementos donde elegir, pero lo cierto es que el conjunto mostraba una cara bien diferente, incluidos algún movimiento de piezas más. En este sentido, llamaba la atención que la banda izquierda, por descanso o por decisiones tácticas, seguramente lo segundo, era sacrificada al completo respecto al encuentro de Getafe para que por allí se movieran esta vez Adriano y Diego Capel.

Ahora comparece en este relato de los acontecimientos el nombre propio de Federico Fazio, al que Jiménez le dio el sitio de defensa central para que demostrara casi en su debut, pues sólo había jugado en el presente ejercicio contra el Zaragoza hace más de una vuelta completa, su tremendo potencial como futbolista. El argentino realizó una verdadera exhibición tanto por arriba, donde torpedeó cualquier intento de fútbol directo de Osasuna, como por abajo, pues estuvo providencial en un robo en un córner muy peligroso. Sin duda, es una excelente noticia que semejante jugadorazo vuelva a dedicarse a su actividad y no a visitar una consulta médica detrás de otra.

Con semejantes mimbres, el Sevilla se dispuso a jugar un partido controlado, con tensión, sin permitir que el rival, como ya ha sucedido en otras ocasiones, meta un gol en sus dos primeras aproximaciones hasta Palop. Y lo logró a pesar del empuje inicial del cuadro de Camacho, que salió con la intención clara de llevar la iniciativa en el juego y de presionar muy arriba. Eso le afectó inicialmente a los locales, pero éstos no alteraron el plan trazado y sí trataron de echar el balón abajo para hallar vías de combinación, algo a lo que colaboraba un Kanoute que era mucho más un centrocampista que un delantero puro. Lo normal en el fútbol de la contemporaneidad, pues lo inusual es tener a dos elementos descolgados arriba.

Con ese control de la situación, la segunda premisa era que compareciera la calidad de algún elemento individual, daba igual quien fuera. Le tocó el turno esta vez a Luis Fabiano, quien aprovechó una buena anticipación de Adriano y el centro posterior de Diego Capel para conectar un testarazo que lo hubieran rubricado los mejores rematadores de la historia del fútbol. Fortísimo, picado y abajo, al palo.

1-0, al contrario que en otras ocasiones, esta vez el Sevilla no comenzaba perdiendo en casa ante un rival inferior. A partir de ahí, el cuadro nervionense se sintió fuerte y apenas permitió al rival acercamientos hasta Palop de no ser por algún rebote o cualquier otra circunstancia imprevisible. El dominio de la situación en el segundo periodo, pese a carecer de oportunidades para sentenciar el litigio, fue apabullante y los hombres de Jiménez pueden tomarse una semana sin partido por medio con la sonrisa en sus rostros. Se lo han ganado después de semejante maratón de finales y es que los ríos siempre vuelven a sus cauces.

Árbitro: Estrada Fernández HHH (catalán). Lo mejor que se puede decir de su actuación es que jamás molesta para el desarrollo del partido. Al contrario, lo controla todo sin sentirse el principal protagonista.

Tarjetas: Amarillas Echaide (44'), Monreal (53'), Renato (61') y Calleja (63').

Gol 1-0 (35') Luis Fabiano. Adriano corta un ataque de Osasuna y monta una contra a través de Diego Capel, quien centra y Luis Fabiano se anticipa a su marcador para conectar un gran testarazo abajo junto al poste.

Incidencias: Encuentro de la vigesimosegunda jornada de la Liga BBVA disputado en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán ante unos 35.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio antes de comenzar el encuentro en memoria del ex jugador del Real Madrid y de la selección española Luis Molowny

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