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Una tarde en el spa (3-0)

  • El Sevilla hace fácil lo que siempre parece más complicado y se impone al Córdoba con una gran superioridad Los blancos aprietan hasta el gol de Krychowiak y luego mandan

Tarde de lo más plácida para el Sevilla en la goleada al Córdoba. Después de tantos duelos crispados y con necesidad de apretar el acelerador a fondo, los blancos se ganaron por derecho propio una estancia de relax en un Sánchez-Pizjuán que se asemejó a uno de los spa que están tan de moda para deshacerse de las tensiones. El cuadro de Emery, vaya por delante, tuvo la virtud de convertir en fácil lo que tantas veces es demasiado complicado, como es derrotar a un equipo de Primera División, porque el Córdoba, mientras no se demuestre lo contrario, lo es, con la sensación de que es imposible que pueda suceder lo contrario.

Y eso, por mucho que siempre exista quien lo afee todo, tiene mérito, mucho además. El Sevilla llegaba a este compromiso después de dos malos resultados consecutivos, inmerso en muchas dudas por parte de los que más lo quieren, y eso siempre es un factor a tener en cuenta a la hora de desarrollar un partido de fútbol. Además, en el ambiente también existía la inquietud por las numerosas bajas que arrastra el equipo, sobre todo por diferentes problemas musculares. Pero no, el cuadro de Emery se encargaría pronto de espantar todos los temores previos.

Cierto que el primer tanto, el del cabezazo de Krychowiak, no arribó hasta la recta final del primer periodo, pero no había más que ver el ritmo de la circulación del balón que había planteado Emery para entender que el resultado final no podía ser otro que no fuera un triunfo de los anfitriones. El vasco pudo construir un once fiable, muy similar, salvo algunas pequeñas variantes, al que arrancara el presente curso antes de la contratación de Banega. Reyes por Coke con el consiguiente retraso en la posición de Aleix Vidal, el ingreso del medio centro argentino y la presencia de Vitolo por Denis Suárez eran tal vez las tres únicas variaciones en un Sevilla que iba a mostrar una cara bastante reconocible y positiva.

El Córdoba, mientras, optaba por apostar a que los nervios se incrementaran en las filas locales con el paso de los minutos. Djukic puso a los suyos con dos líneas de cuatro y Deivid entre ambas, con Ghilas como único hombre avanzado. Y, pese a que en estos relatos de los hechos se obvia habitualmente el planteamiento visitante, sí llamaba la atención que los cordobesistas se situaran en treinta metros por delante de Juan Carlos. En definitiva, un planteamiento ultraconservador que podía dificultar el movimiento del balón por parte del Sevilla.

Pero precisamente ahí estuvo la principal virtud de Reyes, Banega y compañía. Los blanquirrojos no se pusieron nerviosos jamás, adquirieron una velocidad de crucero, bastante rápida por cierto, y jamás la alteraron. La pelota se movía con celeridad y también con precisión, sin correr riesgos excesivos y siempre buscando alguna vía de agua en la zaga forastera. Tanto Reyes como Banega la movían con acierto y el destino final era una banda, preferiblemente por la que percutía Aleix Vidal. Pero habían más alternativas para que el rival no pudiera fijar su defensa y también la pelota circulaba por el centro, donde tanto Bacca como Vitolo buscaban los pases atrás al primer toque para atraer defensas y después abrir huecos en esa zaga con tantos hombres.

Es verdad que el Sevilla no se puso en un uno contra uno en ningún momento, pero fue madurando poco a poco el partido y hasta halló algunas opciones en disparos desde la frontal, como el que protagonizó Iborra. Sí pudo ser una ocasión clara un pase de Bacca a Reyes, pero ahí se le vio al utrerano que la velocidad ya no es una de sus mejores virtudes y que ésta la ha suplido por su precisión en los pases. Como el que iba a allanar definitivamente el camino del triunfo para los nervionenses. Un córner perfectamente botado y que fue rematado por Krychowiak después de un impulso espectacular para elevarse por encima de la zaga.

El método elegido por Emery había tenido resultado. La paciencia, la circulación rápida del balón corriendo el mínimo riesgo posible para que el adversario no pudiera sacar contraataques, había servido para que el Sevilla se adelantara. Y entonces sí llegaba el momento para arriesgar, para buscarle las espaldas al Córdoba. Dicho y hecho. Apenas seis minutos después, Pareja lanzaba uno de sus pases largos medidos, lo controló Vitolo con clase y el intento de disparo del canario le cayó a Bacca a puerta vacía. Dos a cero y al intermedio.

Así relatado se incrementa incluso la sensación de placidez, pero el Sevilla había sabido esforzarse para abrir esas vías en la defensa del Córdoba y ya a partir de ahí llegaba el momento de ejercer el máximo control de la situación. Pese a la búsqueda del rival de otras salidas ofensivas, debió sentenciar pronto el Sevilla, pero Bacca se quedó a centímetros en un disparo de pícaro y el cabezazo solo de Carriço se fue al travesaño. Sería, sin embargo, el recién salido Ekeng el que le pondría el punto final a aquello con su absurda expulsión. El cuadro de Emery ya era consciente de que la tarde era la mejor para convertir el césped del Sánchez-Pizjuán en un spa y vivir de forma placentera, sin demasiados esfuerzos. Sólo la expulsión de Krychowiak se salió del guión, pero quién no se ha quemado alguna vez en las duchas térmicas de un spa...

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