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La tensión ya se mastica

  • Caliente El sevillismo examina de nuevo la fiabilidad del proyecto con cada vez menos dosis de paciencia Alto voltaje Todo lo que no sea sumar los tres puntos ante un equipo muy físico pondría en una situación muy delicada a Marcelino.

El Sevilla, convertido ya de por sí en un club difícil para un entrenador desde hace algunos años, se ha metido en una situación complicada que pone en permanente examen -no se sabe hasta cuándo- a Marcelino. El asturiano está firmando a día de hoy los peores números de la era Del Nido y aunque no sea toda la culpa del técnico asturiano, la lógica del fútbol dice que el primer responsable a la hora de que rueden cabezas, si es que tienen que rodar, es él.

Y hoy empieza para el ex entrenador de Racing, Recreativo y Zaragoza su particular comparecencia ante un tribunal que puede llegar a ser tan duro e implacable como el de cualquier juzgado, el que forman la grada del Sánchez-Pizjuán y los resultados, un cóctel peligrosísimo para la integridad laboral de un técnico de fútbol. No va a pasar nada si el Sevilla no es capaz de ganar hoy al Espanyol y no debe de pasar tampoco nada si además el derbi de la semana que viene igualmente no se gestiona correctamente, pero todo eso es en teoría y lo que sí que provocaría es que automáticamente Marcelino se colocaría al borde mismo del precipicio, una línea en la que un mal paso más puede suponer una caída irreparable.

La tensión se masca en el ambiente y esto es así de cruel porque el fútbol no espera a nadie. La eliminación el pasado miércoles de la Copa del Rey ha dejado en muy mala situación a Marcelino y no llega precisamente a Nervión el rival idóneo para aclarar con agua la suciedad que luce la superficie del proyecto. El Espanyol, aun sin Romaric, es un equipo capaz de hacer mucho daño al feble sistema defensivo de los sevillistas, agravado por la inseguridad anímica de los jugadores uno por uno, según reconoce abiertamente el propio entrenador cada vez que puede. Con un cuarteto de ataque en el que brilla la velocidad, la frescura y un estado físico verdaderamente envidiable, cualquier paso en falso en la tarde de hoy puede hacer que sufra de verdad el marco defendido por Javi Varas. Jugadores como Verdú, capaz de ver los huecos como Romaric, balas como el eslovaco Weiss o el franco-congoleño Thievy o puntas con la movilidad y decisión de Álvaro Vázquez son capaces de amargarle el día a la defensa sevillista, que no se sabe siquiera qué hombres la formarán, pues a la baja por sanción de Fernando Navarro y las dudas que tiene Marcelino con Coke se unen los cambios que suele introducir en la pareja de centrales, no se sabe muy bien por qué. Y no hay que hacer un máster en planificación futbolística para entender que, de nuevo, se le va al Sevilla la temporada por su incompetencia y nula fiabilidad atrás. Encima hoy no podrá jugar el único futbolista con vocación defensiva que ofrece seguridad, el lateral izquierdo catalán que vio en Vallecas la quinta amarilla. Y esto termina de provocar que, por ejemplo, posiblemente el mejor central de la plantilla vuelva a ser alineado fuera del eje de la zaga. Martín Cáceres jugará, pero..., ¿lo hará de lateral derecho? ¿Lo hará de lateral izquierdo o será Luna quien releve a Fernando Navarro?

Otro aspecto a mejorar es el ofensivo. Ahí hay más materia prima, pero algo hace este Sevilla mal cuando los partidos no los domina. Pasa por fases con cierta llegada, pero sin un fútbol limpio y producto a menudo de chispazos individuales o arreones de raza, pero sin continuidad ni -que esto sí debe ser pasajero- fortuna.

El ambiente también debe hacer mucho esta tarde y eso puede ser un arma de doble filo para el Sevilla de Marcelino. Si el miércoles ante el Valencia no puede decirse que el plebiscito fuera fiable porque el Pizjuán a duras penas rebasaba la media entrada, hoy, con los socios con la cartera a buen recaudo, el sevillismo está llamado a posicionarse. En su postura final dependerá sobre todo el resultado, aunque también la forma en que el equipo se mueva, las sensaciones que transmita y la capacidad que tenga para enganchar a la grada.

El partido es de alto voltaje y nadie lo duda. Con el derbi al doblar la esquina, todo lo que no sea amarrar los puntos pone en una situación verdaderamente tensa a Marcelino, y a los rectores del club, en una incomodísima tesitura. Porque no sumar es llegar al ecuador de la Liga metido de lleno ya en la mitad de la tabla, fuera de Europa y fuera de la Copa.

La alineación es una incógnita y los cambios, también. Si ante el Valencia gran parte del sevillismo no entendió que Kanoute saliese al campo tan tarde, frente a los de Pochettino se impone un golpe de efecto y hay razones para que se produzca un cambio.

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