Sociedad

La Justicia permite morir en libertad al cerebro del asalto al tren de Glasgow

  • Biggs, considerado durante décadas como 'el ladrón del siglo' tras el robo de un vagón postal en 1963, fue indultado ayer · El Gobierno británico adoptó la decisión por la grave enfermedad que padece

Ronnie Biggs imaginaba algo diferente cuando pensaba en la libertad. Debido a su enfermedad no se puede levantar de la cama, ni hablar, comer o beber, por lo que el famoso ladrón del tren postal en 1963 no podrá celebrar hoy sus 80 años ni el indulto que el Gobierno británico le ha concedido. Los últimos deseos de Biggs, tomarse una pinta en un pub inglés y visitar su lugar de nacimiento, seguramente no podrán llevarse a cabo. La Justicia británica cumplió sin embargo otro de sus anhelos a último minuto: morir en libertad.

Poco antes del cumpleaños del que fuera en su día el ladrón más buscado de Reino Unido, el ministro de Justicia, Jack Straw, cambió de opinión y lo indultó debido a su mal estado de salud.

A través de una pizarra, Biggs pudo expresar que se alegraba mucho de la noticia. Su liberación coincide no sólo con su cumpleaños, sino con el 46 aniversario del famoso asalto al tren postal de Glasgow a Londres. Hoy, sin embargo, Ronald Biggs se parece a todo menos a una leyenda del crimen.

Todo comenzó el 8 de agosto de 1963 cuando este carpintero de profesión robó junto con su banda 2,6 millones de libras, que al cambio actual equivaldrían a 47 millones de euros (67,5 millones de dólares), el mayor botín de la historia.

Aunque golpearon al conductor Jack Mills con una barra de hierro y éste jamás se recuperó de las heridas, el delito fue visto por la sociedad británica de la época más bien como una anécdota de ladrones románticos que como un crimen grave.

Lo que lo hizo legendario fue lo que ocurrió después. La banda fue detenida y Biggs condenado a 30 años. Pero 15 meses más tarde huyó con una escala de cuerdas de la prisión, se coló en un camión de mudanzas por un agujero, huyó a París y se operó para cambiar de aspecto. Durante más de 35 años evadió la ley por todo el mundo, desde Australia a Brasil, donde se refugió los últimos años. Para mantenerse, hizo publicidad para una marca de alarmas, cantó para el grupo punk Sex Pistols en la canción No One Is Innocent (Nadie es inocente) y para los alemanes Die Toten Hosen. Sin embargo, la enfermedad lo derrotó en 2001 y lo hizo regresar a su país para entregarse e ir a la cárcel. Entonces se le acusó de querer aprovecharse del sistema de salud local.

Desde hace años su hijo Michael luchaba para que fuera liberado, pero también este proceso ha sido estrambótico, como su vida. Después de sufrir tres ataques de apoplejía ya no es un peligro público, y se encontraba cada vez más a menudo internado en el hospital de Norwich, en el este de Inglaterra.

Pero la Justicia no quería dejarlo partir tan fácilmente, después de tanto tiempo de persecución. Por eso en julio Straw decidió mantenerlo entre rejas porque nunca había mostrado arrepentimiento.

"Mi padre ha cumplido suficientes años por su delito", dijo Michael Biggs. El arrepentimiento es algo "que se habla con los sacerdotes".

"Mi padre lamenta haber participado en el robo postal, pero no la vida que vivió después de eso", añadió. Y rechazó las acusaciones de que Biggs sólo ha recibido una especie de "asilo de ancianos" pagado por el Estado. "El contribuyente ya no tendrá que pagar a tres guardias de seguridad que vigilen a mi padre con detectores de metales".

Pero no todos apoyan la liberación de Biggs, aunque sea simbólica. "No es un Robin Hood", criticó Keith Norman, del gremio de conductores de tren. "Mientras el jefe del tren postal estaba en el hospital, el hombre que lo atacó llevaba una buena vida en Suramérica. Eso es claramente injusto". El abogado de Biggs, Giovanni Di Stefano, respondió por el contrario que su liberación es todo menos una victoria. "Este hombre está enfermo, va a morir. No irá a ningún pub ni a Rio, se quedará en el hospital". La explicación del cambio de opinión del Gobierno está clara para él: "Lo liberan porque se muere".

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