medio ambiente La ley contra el tabaco produce efectos no deseados

París se rebela contra las colillas

  • El Ayuntamiento de la ciudad declara la guerra a unos desechos que anualmente generan 315 toneladas de sustancias tóxicas que llegan en gran parte al alcantarillado

Liberada de humos en sus espacios públicos cerrados por la ley que impide fumar en su interior desde 2008, París ha descubierto que los fumadores generan otro problema, la contaminación que provocan las colillas en las calles de la ciudad, que la Alcaldía se ha propuesto combatir con información y con multas.

Hasta 35 euros de sanción prevé la ley francesa para quien arroje una colilla a la acera, una multa que el Ayuntamiento de París no aplica por ahora, a la espera de equiparse de suficientes ceniceros callejeros como para que los fumadores no encuentren excusas.

Por el momento, la ciudad de la luz cuenta con unos 2.000 ceniceros en sus calles, un número insuficiente, según relata a Efe el concejal de Limpieza, François Dagnaud.

Los entornos de los bares, restaurantes y oficinas, donde los fumadores acuden a aliviar su vicio, aparecen llenos de colillas que los servicios de limpieza empujan en ocasiones a la red de alcantarillado, provocando problemas de toxicidad.

La municipalidad cuenta con multiplicar por quince el número de ceniceros en los dos próximos años, para alcanzar una cifra de 30.000 en 2014.

"Para entonces, podremos decir que habrá un cenicero a menos de 50 metros en cualquier punto de la ciudad y los fumadores no podrán escudarse en nada para arrojar sus colillas al suelo", señala el edil.

La estrategia municipal pasa por situar un cenicero en cada papelera de la ciudad.

El problema es que los modelos con los que trabajan ahora son de acero, lo que provoca que, dado el elevado precio de ese metal, se multipliquen los robos.

"Estamos tratando de obtener un modelo nuevo elaborado a partir de un material plástico compuesto que no se queme al apagar los cigarros en su interior", explica.

En paralelo a la campaña municipal, el Ayuntamiento trata de sensibilizar a bares, restaurantes y oficinas de que instalen ceniceros a sus puertas para facilitar que los fumadores puedan apagar allí sus cigarrillos.

"Ellos también tienen que contribuir en esta campaña de limpieza", subraya Dagnaud. El concejal insiste en que el objetivo de la campaña no es multiplicar las multas.

"Pretendemos que el fumador se dé cuenta de los problemas de suciedad que causan las colillas en el suelo y que el gesto de arrojarlas a la acera no sea algo normal", indica el concejal.

Dagnaud considera que el problema es mayor de lo que la gente imagina.

Según sus cálculos, cada año se generan unas 315 toneladas de colillas en París, cargadas de material tóxico, como el alquitrán, que pueden tardar más de cinco años en ser asimiladas por el medio ambiente.

Las que llegan al sistema de alcantarillado suelen crear tapones que bloquean la fluidez de la red, con los consiguientes problemas para los servicios de limpieza.

La campaña no contenta del todo a las asociaciones que agrupan a los no fumadores, que consideran que el tabaco sigue estando presente, en sus diversas formas, en muchos puntos de la ciudad.

Ponen como ejemplo las marquesinas de las paradas de autobús, desprovistas de ceniceros y que, por ello, son otro de los puntos que agrupan multitud de colillas.

Dagnaud se muestra contrario a instalar ceniceros en su interior "para que no se conviertan en lugares para fumadores y, por tanto, llenos de humo" y afirma que están estudiando "otras soluciones".

Otro punto caliente en esta problemática es la entrada de las estaciones del suburbano parisino.

"Paradójicamente, los ceniceros se encuentran en la entrada de las estacionesy los fumadores han interiorizado que dentro no se puede fumar, así que arrojan el cigarrillo a la puerta", precisa el concejal parisino.

Ante ese problema también tendrán que buscar un remedio en su combate contra la enorme suciedad callejera que provocan las colillas.

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