Sociedad

Superluna de agosto, la última del año: ¿Cuándo ver la luna de Esturión?

Imagen de archivo de una superluna

Imagen de archivo de una superluna / Ali Haider/EPA/EFE

Como cada año, las noches del mes de agosto están marcadas por eventos astronómicos que hacen las delicias de todas aquellas personas a las que les guste observar el cielo nocturno. Junto a las perseidas, o lágrimas de San Lorenzo, una de las citas imperdibles de este mes, encontramos la superluna de agosto.

Esta superluna, la última del año, es también conocida como luna de Esturión por cómo algunos pueblos originarios de América del Norte se referían a este fenómeno astronómico, que coincidía con la pesca de esa especie de pescado. Por otra parte, la superluna se produce cuando la luna está en su fase llena, pero parece más brillante y grande de lo habitual, dado a que se encuentra en su punto más cercano al planeta.

En 2022 la luna de Esturión tiene lugar la noche del viernes 12 de agosto, pero se podrá seguir apreciando las noches inmediatamente posteriores y poco a poco irá reduciendo su fulgor. Para poder observar la superluna no será necesario usar equipo especializado, pero sí que es aconsejable buscar un espacio sin obstáculos para la vista y esperar a que haya suerte y que el cielo no esté nublado.

Además, la noche del viernes se producirá también una conjunción entre el satélite y Saturno.

La superluna y las Perseidas

Para quienes quieran disfrutar de la lluvia de meteoros de este mes lo van a tener más complicado. Las noches de mayor visibilidad de las perseidas coinciden este año con las de la superluna (las noches del 12 y 13 de agosto, aproximadamente).

Esto implica que el fulgor que caracteriza a la luna cuando se produce este fenómeno, va a provocar complicaciones para quienes quieran ver las estrellas.

Por ello, aunque esta coincidencia haga que la luz de la luna disminuya las posibilidades de verlas, lo recomendable siempre será mirar en dirección contraria al satélite y buscar las zonas más oscuras del firmamento, posteriormente centrar la mirada en estas y esperar hasta que la vista se acostumbre a los niveles de luminosidad para, si hay suerte, alcanzar a ver algún meteoro.

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