la transexualidad Un problema cada vez más legislado por las comunidades autónomas

Vivir con el sexo equivocado

  • Al menos 3.000 personas están registradas en España como pacientes de una disforia de género, el nombre técnico de quienes desearían cambiar su cuerpo

Más de 3.000 personas viven en España con un sexo que no sienten como propio, una contradicción que causa problemas psicológicos, médicos y hasta trabas legales que pueden perdurar durante décadas y que requieren, según los expertos consultados, un tratamiento multidisciplinar en el que participen psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos o cirujanos.

Se trata de una situación tan compleja que genera discrepancias desde su propia determinación lingüística: disforia de género, un término que los colectivos de transexuales interpretan como peyorativo al asociarse a un trastorno, pero defendido desde el punto de vista médico, ya que refleja casi literalmente la disconformidad sexual que sufren quienes lo padecen.

Algunas comunidades han legislado ya a favor de esas personas con el fin de zanjar las discriminaciones que puedan padecer. La última en hacerlo ha sido el País Vasco, cuyo Gobierno autonómico ha aprobado la semana pasada un proyecto de ley de reconocimiento a las personas transexuales que prevé que las administraciones vascas puedan expedir documentos acreditativos a quienes hayan cambiado de sexo y esperan su nueva y definitiva identidad.

Y es que desde marzo del año 2007 los transexuales pueden cambiar su nombre y el sexo que les identifica sin necesidad, como exigía la legislación anterior, de someterse a una intervención quirúrgica de reasignación de sexo, si bien esos cambios registrales requieren que un médico o un psicólogo clínico acrediten esa disforia de género.

Esa disforia, disconformidad o incongruencia de género -un término que también han comenzado a utilizar algunos organismos- afecta a un número tan elevado de transexuales que la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición ha creado un grupo de trabajo sobre identidad y diferenciación sexual, coordinado por la doctora Isabel Esteva, quien ha apuntado que en torno a 3.000 personas están registradas en España y pendientes de resolver ese problema, pero que el número es con toda seguridad muy superior.

Muchas de esas personas, precisa la doctora, están todavía en fases muy iniciales del trastorno, porque tienen edades tempranas, porque están siendo atendidas por un psicólogo o sencillamente porque han descartado la cirugía para resolver la contradicción que padecen.

Según datos de esta sociedad médica, la prevalencia del trastorno de la disforia de género en España es de una persona por cada 10.000 habitantes, y muchas de las personas que viven la contradicción de sentir un sexo diferente al biológico padecen esa incompatibilidad a lo largo de toda su vida.

Isabel Esteva explica que la disforia "extrema", la que conduce a los transexuales a desear el cambio biológico de sexo, no siempre se puede resolver con cirugía, y advierte que en la actualidad las cirugías a las que se someten los hombres biológicos que desean ser mujeres tienen resultados muy positivos y satisfactorios, pero que no ocurre lo mismo cuando una mujer biológica desea convertirse quirúrgicamente en hombre.

La implantación de un pene es "muy complicada", detalla Esteva, quien apunta además que se trata en cualquier caso de un miembro "no funcionante" y de que la intervención conlleva en ocasiones tantas complicaciones parciales que los médicos pueden llegar a desaconsejarla.

La doctora ha observado que en muchos de estos casos se opta por eliminar los órganos propios de la mujer (mamas, útero y ovarios), pero ha insistido en que la cirugía externa -la faloplastia o reconstrucción de los genitales masculinos- es todavía "poco satisfactoria". Hoy, el tratamiento integral de la disforia de género, desde el diagnóstico hasta la genitoplastia -el cambio de sexo mediante cirugía- sólo se realiza en cuatro centros hospitalarios públicos: el Hospital de Cruces de Bilbao; el Ramón y Cajal de Madrid; el Clinico de Barcelona; y el Carlos Haya de Málaga.

Otras comunidades ofrecen también tratamientos multidisciplinares para atender a estas personas, pero carecen del servicio último de la intervención quirúrgica, por lo que acaban derivando a esos pacientes a otras comunidades autónomas.

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